CAPÍTULO 3
Hasta el momento había podido tolerar el estar
rodeada de cazadores, de gente rica con mucho poder y de imbéciles de aquí te
espero. Pero, ¿vampiros? Tenía que ser una broma, ¿a que sí?
Al parecer, la Academia Sullivan había
empezado, hacía ya unos cuatro meses, un proyecto de convivencia en el que los
vampiros estudiarían junto con los humanos y, por lo visto, estaba funcionando
bastante bien. Pero, aparte de eso, la cuestión ahora era, ¿tengo que vivir
rodeada de vampiros?
Mis padres son odiosos, pensé.
- ¿Por esto estaban todos tan emocionados?-
pregunté indignada.
Jul me miró con expresión divertida.
Durante el viaje me había quedado dormida,
como la mayoría de los estudiantes, y al llegar, en torno a las siete y cuarto
de la mañana, Jul me había despertado.
Todos a nuestro alrededor hablaban
animadamente, tanto vampiros como cazadores, salvo alguna que otra excepción
(como yo), y no parecían tener problema alguno en entablar una conversación.
Sin embargo yo miraba a mí alrededor totalmente en silencio, viendo como
vampiros y humanos congeniaban a la perfección. Y no es que me llevara mal con
los vampiros, pero una cosa era hablar con ellos y otra muy diferente, vivir
con ellos.
- Vamos, alegra esa cara- dijo Jul y luego me
agarró del brazo-. Ven, te voy a presentar a alguien.
Julieth me arrastró por todo el lugar hasta
que llegamos a una puerta opaca acristalada donde ponía “Sala de Donaciones’’
en letras negras. Miré con extrañeza a Jul, que no parecía enterarse de mi
confusión y me guiaba como si tal cosa. Por la pinta que tenía aquel lugar,
supuse que era donde los vampiros iban a alimentarse y donde los humanos
donaban su sangre.
- ¡Aquí estás!- exclamó Jul.
Sentada en una silla pegada a la pared había
una chica de tez pálida, con una venda en el brazo y con unas galletitas de
canela en la mano. Supe que esa era la prima de la que Jul había comentado un
par de cosas mientras esperábamos en el comedor de la otra academia, y es que
ambas se parecían en todo salvo en que su prima tenía el pelo algo más castaño
que el de Jul. Cuando la chica vio a Jul en su rostro se mostró una gran sonrisa
y se levantó para recibirnos.
- ¿Qué tal, Betty? Ya veo que has terminado- Jul le dio un abrazo
a ella y la ayudó a sentarse.
Betty me miró con sus ojos verdes esmeralda,
pero no dijo nada, y yo tampoco, y durante un instante solo hubo eso, miradas.
- ¡Ah, Betty! Esta es Dani- entonces Jul se viró
hacia mí-, Dani, esta es mi prima, Betty.
- Hola- dije yo. Lo único que hizo Betty fue
levantar la mano y moverla a modo de saludo.
- ¡Oh, es verdad! Tenía que habértelo dicho
antes- dijo Jul mirándome-. Verás, lo que pasa es que mi prima es algo tímida y
no habla con gente que no conoce bien- Betty la miró y le dio un pequeño codazo
en el brazo-. Aunque, en realidad, no habla con nadie.
Las miré en silencio durante un instante,
pensando en qué debía decir. Me parecía algo “rarito’’ eso de que alguien no
pronunciara ni una sola palabra, a no ser que nos refiriésemos a una persona
muda, debido a su timidez. ¿Tenía sentido el hecho de no hablarle a nadie?
¿Llevaba aquel comportamiento a alguna parte? Sin embargo, yo no era quien para
criticar su forma de ser, así que simplemente acepté su falta de comunicación
como una ventaja.
- Me parece bien- dije yo encogiéndome de
hombros-. Bueno, ¿qué? ¿Nos podemos ir? Este lugar hace que me ponga de mal
humor- y era cierto. No soportaba el hecho de tener que convivir con vampiros,
y mucho menos que mis amigos se comportasen como bolsas de comida andante.
Ambas se levantaron, y juntas nos dirigimos
fuera, al pasillo abarrotado de gente. El ambiente se sentía cargado y allí,
apretujada entre tanta gente, una empezaba a sentir calor. Sentí como Jul me
agarraba de la muñeca y comenzaba a tirar de mí. Esto hizo que el tener que
sobar a todo aquel que pasaba de largo fuese inevitable y por milésima vez en
el día maldije aquel lugar. A mi lado estaba Betty que, al igual que yo,
también había sido “raptada’’ por Jul, y se chocaba con todos los que se
encontraban en su camino.
- Ya falta poco- dijo Jul.
Pero justo entonces Betty volvió a chocarse
con alguien, esta vez tan fuerte que hizo que Jul perdiera el agarre de su mano,
por lo que me vi obligada cogerla del brazo y darle un fuerte tirón para no
perderla entre la marabunta. Cuando finalmente llegamos a donde quiera que nos
hubiera llevado Jul, ésta se giró bruscamente hacia mí, y suspiró aliviada al
ver que su prima estaba conmigo. Por otra parte, Betty me miraba sin saber que
decir, o mejor dicho, sin saber cómo
reaccionar, y eso me hizo sonreír.
- De nada- le dije, y ella me sonrió-. Bueno, ¿y
dónde estamos?- pregunté mirando a mi alrededor.
- Este es el salón principal- respondió Jul-,
que normalmente se usa como comedor, aunque también para fiestas y reuniones
importantes.
Observé el lugar, y no pude evitar
sorprenderme. Aquello tenía un tamaño descomunal, más grande incluso que el de
la otra academia, y de repente me sentí pequeña, incluso diminuta. Apostaría
cualquier cosa a que alguien podría llegar a perderse allí dentro sino andaba
muy atento. ¿Era eso lógico acaso? No, por supuesto que no, pero estaba
comenzando a darme cuenta de que ya no muchas cosas tenían sentido alguno.
- Venga- dijo Jul-, cojamos sitio.
Y eso hicimos.
En poco tiempo encontramos una mesa vacía casi
en el centro de la sala, y, poco después, a nosotras se unieron Sic, Abril y
Logan, con bastantes amigos, casi todos de Logan, al que parecía habérsele
pasado el enfado, y todos se apelotonaron con nosotras. En total, nuestro
“grupo’’, si es que se puede llamar así, ocupaba dos mesas, y he de decir que
las mesas eran bastante amplias.
Al parecer, Logan ya había empezado a buscar
nuevos amigos entre los estudiantes de la academia Sullivan, porque en el grupo
había también algunos vampiros y humanos, sobretodo chicas humanas, que nos
hablaban sobre la academia. La mayoría de los de la academia Snake estaban
curiosos por saber cómo se las ingeniaba Betty para ser escuchada y entendida,
cuando no hablaba. Esto, sumado a la tremenda timidez de ella, había provocado
que Jul tuviese que contestar todas las preguntas mientras que Betty escondía
su rostro contra mi brazo.
Diez minutos después, la directora y un
vampiro entraron.
El vampiro tenía aspecto joven, pero había un
pequeño indicio de que había vivido mucho tiempo, y mientras caminaba por el
pasillo hacia su asiento, situado en el centro de un pequeño altar, examinaba a
todos y cada uno de los alumnos. Vestía elegante, pero en él parecía algo
informal, algo que se había puesto porque era lo primero que había sacado del
ropero. Su forma de andar era despreocupada aunque su rostro estaba serio e impenetrable.
- ¿Y ese?- le pregunté a Jul, haciendo un
pequeño gesto hacia el tipo vampiro.
- Es el director de la academia- contestó, y
cuando le miró, sus ojos se iluminaron.
En cuanto Jul respondió a mi pregunta, la
mirada del director se dirigió hacia nosotras y después de un pequeño instante,
se me quedó mirando. Sostenía mi mirada con curiosidad, pero al mirar a mis
amigas, sonrió con satisfacción.
Estaba sorprendida de que aquel hombre fuese
el director, pero eso había sido suplantado por el hecho de que, no solo Jul,
sino que todas las chicas, vampiras o humanas, miraban al director como si
fuese un dios. Hasta Betty, con su severa timidez, le miraba como si no hubiese
visto algo tan hermoso en toda su vida. Un escalofrío me recorrió por dentro y
me mareé nada más imaginarme a mí misma mirando al director con la misma cara
de pasmada con la que las chicas le miraban.
Por otro lado, el director parecía percatarse
perfectamente de la atención que las chicas le prestaban pero, excepto por la
mirada satisfecha que le había dedicado a mis amigas, no mostraba ningún
indicio de querer hacer que las chicas supieran que él sabía sobre el revuelo
que causaba entre ellas.
Finalmente ambos directores ocuparon su lugar,
él en el asiento del altar y ella en una silla justo al lado. El director
carraspeó un poco con la garganta, emitiendo un débil sonido, que resonó en
toda la sala como si su garganta estuviese conectada a unos altavoces. Con
esto, todo el mundo se calló, dejando la sala en un pesado silencio.
Y como ya he dicho, odio el silencio.
- Bueno, primero que nada- dijo el director-, os
doy la bienvenida a todos.
Todos estallaron en aplausos y gritos de
alegría, aunque, en realidad, todos menos yo. Aquello era peor que una
guardería para bebés, llena de niños llorando y gritando, armando escándalo por
todas partes. No parecían aspirantes a cazadores o vampiros que llevan en este
mundo siglos y siglos, sino todo lo contrario. A estas alturas dudaba que
alguno de los allí presentes se hubiese planteado alguna vez lo que eran o la
razón de por qué estaban en una academia de cazadores. Ellos tan solo eran
niños pequeños que veían la vida como si de una piruleta de colores se tratase,
bonita y dulce, y eso no era ni la cuarta parte de lo que les esperaba allí
fuera.
- Calmaos, calmaos- murmuró el director, y todos
se callaron de repente-. Muy bien, y para los que no me conocen, yo soy
Francis, el director.
Más aplausos y algún que otro grito de fondo
se oyeron cuando Francis se presentó, haciendo que a mi paciencia se le abriera
una pequeña brecha de desesperación.
- Antes de seguir, tenemos que aclarar un
pequeño inconveniente que hay con respecto a los cuartos de las chicas.
¡O venga! ¡¿En serio?!
- Como ya sabéis, los recién llegados
compartirán cuarto con los alumnos de mi academia, pero, juntando ambas
academias, las chicas son demasiadas, por lo que cinco tendrán que ocupar las
tres habitaciones que sobran en la planta de los profesores- se quedó un
momento en silencio-. Puesto que las habitaciones son de dos plazas, una tendrá
que dormir sola.
Vaya, esto sí que era bueno. ¿Dormir sola?
¿Tener mi propia habitación? Sería la primera cosa buena que me había pasado
desde que había comenzado todo aquello?
- ¿Alguna voluntaria?- preguntó el director.
- Yo- dije levantado una mano-. Y dormiré sola.
Todos me miraron, aunque lo que hacía Jul no
era mirarme, sino taladrarme con los ojos.
- Yo ocuparé otro de los cuartos- dijo ella
levantando la mano también. De repente Betty le sacudió el brazo a su prima y,
cuando ésta le prestó atención, se señaló a sí misma-. Y Betty será mi
compañera.
El director nos miró a las tres.
- Vaya, ¿en serio te vas, Betty?- dijo una
vampira con aspecto de pija desde una mesa contigua a la nuestra con una
sonrisa irónica en el rostro-. Qué pena. ¿Pero en serio vas a huir a los brazos
de tu primita?- esto hizo que sus amiguitas, también pijas, y ella misma,
soltaran unas risitas.
- Si- dije yo en tono rudo y seco-. ¿Tienes
algún problema con eso?
Jul y Betty me miraron sorprendidas, al igual
que el resto de nuestro grupo. En la mesa contigua, todas las que se habían
reído me miraban con asombro, pero el rostro de la chica a la que le había
respondido se llenó de ira en cuanto fue consciente de lo que estaba pasando.
- ¿Y tú quién eres para estar metiéndote donde
no te llaman, niñita?- preguntó, mirándome de arriba abajo.
¿Niñita? Yo a esta tía la mato.
- Digamos que soy alguien a quien le gusta
meterse donde no la llaman- apreté los puños para evitar mis ganas de
levantarme y pegarle un puñetazo por atreverse a llamarme niñita.
- Chicas, chicas- dijo el director en tono
tranquilizador-, relajaos.
Miré al director dejando el asunto por
zanjado, pero sentía los ojos de todos los del grupo clavados en mí. También
sentía los ojos de aquella estúpida vampira, observándome detenidamente. Le di
la espalda, girándome completamente hacia el resto de los que estaban sentados
en mi mesa, en frente de mí estaba Abril, que por una vez no prestaba atención
a su chico, sino a mí, mirándome con preocupación. Ahora ya más relajada, junté
las manos encima de la mesa y esperé a que el director dijera la próxima
palabra.
- Ya verás- dijo la vampira desde su sitio, en
un tono de voz en el que solo los de nuestras mesas pudiesen escuchar-. Esto no
se va a quedar así.
Yo sonreí.
- Solo inténtalo- dije-. Te estaré esperando.