martes, 10 de noviembre de 2015

Herida (Wounded)

Uffffffffffffffffff... ¡¡¡POR FAVOR!!! ¿Dónde he estado metida? Ya hace tanto tiempo que no publico que he perdio práctica y todo.

Ya sé que soy muy repetitiva y que más de uno se habrá cansado de mí, pero de verdad: LO SIENTO MUCHO POR LA AUSENCIA. Sinceramente he estado muy ocupada, primero quería disfrutar un poco de mis vacaciones y desconecté, y cuando volví al mundo real ya empezaba el curso y a piñón desde el primer día. Apenas he tenido tiempo de respirar.

Sin embargo, no me he olvidado de continuar pensando en el blog y, aunque no he publicado, sí he avanzado con las historias que tengo a medias, espero que no me maten por ello jajajajajajjaja

Y como ya habéis esperado demasiado y sé que más de uno atravesaría la pantalla en este momento para arrancarme los pelos, aquí está el capítulo de hoy...

jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Tres Lovely Blog Award a la vez? ¡ME ENCANTA!

Faltar una temporada y al volver encontrarme con tantas nominaciones es bastante motivador, en serio. Incluso aunque sean repetidos es genial saber que hay gente a la que les gusta mi blog a pesar de mis desapariciones jajajajajajja (nuevamente me disculpo, lo sientoooo)

Pero pasemos con el tema de esta entrada.

¡ONE LOVELY BLOG AWARD!

miércoles, 19 de agosto de 2015

.Pura.

CAPÍTULO 16

Gracias por recibirnos señor Wayland – dijo Oliver.

Cassandra y él se sentaron en uno de los lujosos sofás de cuero beige justo frente al vampiro. Teniendo en cuenta lo que se podía ver con aquella cámara, lucía bastante elegante con un traje de etiqueta canelo, una blusa blanca y una corbata verde oscuro. Sus pómulos eran bastante pronunciados y llevaba el pelo color miel echado hacia atrás y fijado con apenas un poco de laca, por lo que un mechón caía sobre su cara casi tapando uno de sus ojos marrones.

Había que admitir que era guapo.

- Chicas, quitad esas caras – Félix habló molesto –. ¡Es un asesino!

Desperté de mi embobamiento y miré a Caroline, que se había quedado igual que yo al ver a Adam. Ambas nos reímos por la situación y por la cara que tenía Félix mientras nos observaba. Le sacamos la lengua completamente sincronizadas y él negó con la cabeza.

- No hay que agradecer – dijo Adam –. Siempre es un placer atender a la policía, sobre todo si llama a mi puerta una chica tan hermosa como usted, si me permite decirlo.

Sus ojos se fijaron en Cassandra y ahí quedó demostrada su inclinación por las chicas.

- Señor Wayland – se escuchó una voz de hombre un poco más lejos –, quedan veinte minutos para su reunión. ¿Debería cancelarla?

Adam desvió su mirada a la izquierda.

- Esta charla será rápida, Alfred – respondió –. Los señores sabrán esperar si me retraso.

El tono de voz que empleó para hablar daba a entender que a las personas con las que se encontraría más tarde les convenía esperar para tratar un tema bastante importante y que probablemente no sería nada legal.

- Como al parecer le urge el tiempo, iré directa al grano – la voz de Cassandra llamó la atención del vampiro –. ¿Conoce usted a Grace Nichols?

Adam frunció el ceño, aparentemente desconcertado, pero aquel sentimiento no llegaba a sus ojos, así que estaba claro que sí sabía quién era.

- Lo siento, pero no sé de quién me habla – aquel tío era un buen actor.

- Quizás conozca a su madre – se vio cómo Oliver sujetaba su móvil extendido hacia el vampiro y este miró la pantalla.

La observó unos segundos, analizando la imagen de la señora Nichols y, pensando qué contestar, se lo devolvió a Oliver.

- Claro, ya me acuerdo – me imaginé una bombillita iluminándose sobre su cabeza y sonreí –. Vino a verme un par de veces porque al parecer su madre le dijo que yo la acosaba, ¿se lo pueden creer? Grace era una chica especial, con carácter y tuvo el valor de enfrentarme guiada por las mentiras de su madre.

¿Era? ¿Por qué hablar de alguien en pasado si no sabes que está muerta? A no ser, por supuesto, que fuese su asesino y, por lo visto, todos pensamos lo mismo.

- Grace está muerta – soltó Cassandra –. No sabrá usted algo de eso tampoco, ¿verdad?

La sonrisa del vampiro se dejó ver.

- ¿Está acusándome? – preguntó.

- Aquí nadie ha acusado a nadie – habló otra vez Cassandra –. Sin embargo, dada su falta de sorpresa ante el anuncio de su muerte y que has hablado de ella en pasado, me ha obligado a sospechar de usted, si me permite decirlo.

Adam soltó una carcajada bastante sonora.

- He vivido lo suficiente como para que el fallecimiento de una muchacha descarriada no me cause impresión – se excusó ante las sospechas de ella –. Además, hace mucho que no la veo, ¿por qué hablar de ella en presente como si fuéramos amigos o algo? Verán, tan solo hablé con Grace cuando ella acudió a mí para pedirme que me alejara de su madre y punto. No sé nada en referente a su muerte así que pierden el tiempo.

El elegante vampiro se levantó de su asiento, haciendo que los dos detectives se levantasen también y juntos caminaron hasta la salida.

- De acuerdo, señor Wayland – Cassandra se giró para mirarle y la cámara lo enfocó –. No salga de la ciudad de todas formas, puede que le necesitemos.

- Ya saben dónde vivo – añadió él.

Los dos detectives se alejaron de la casa y regresaron al asqueroso coche de Oliver. Para no tener que ver todo aquello de nuevo dejé de mirar la pantalla y volví la vista a los demás, quienes hicieron lo mismo.

- Estaba claro que no diría nada – murmuré.

- Habrá que buscar otra forma de acercarse a él – dijo Eddy.

- Alguien podría infiltrarse – Caroline habló como si fuera lo más obvio del mundo, encogiéndose de hombros.

Todos los de la sala miramos con malicia, algo de lo que ella no se percató hasta pasados varios segundos. Su rostro pasó de la tranquilidad al pánico más rápido que la velocidad de la luz y negó con la cabeza de forma agitada.

- No, no, no y no – agitó los brazos –. Ni de broma, yo no puedo. No soy más que una agente de oficina que domina la informática. Si queréis que actúe como hacker, lo hago pero, ¿infiltrarme? Me pillarían al vuelo.

- Es verdad – Félix estuvo de acuerdo –. Por algo es agente de oficina, no podemos obligarla a eso.

Después de que terminase de hablar, el silencio se cernió en la sala y lo único que lo irrumpía era la charla que mantenían los del coche. Las ideas en mi cabeza iban y venían sin formar una en concreto. No se me ocurría qué podíamos hacer para que Adam revelase qué había pasado con Grace, porque había sido él, ese vampirucho la había matado o al menos era el responsable de su muerte y no quedaría impune.

Me levanté de mi silla y caminé hasta donde Eddy se había servido anteriormente su café e hice lo mismo conmigo. La cafeína muchas veces me ayudaba a pensar con más rapidez y a aclarar las ideas.
       Nathan podría intentar hacer negocios con Adam – sugirió Arthur.

Sin dejar tiempo a que la idea se formase en las cabezas de todos, yo me negué.
- No – fijé mi vista en el café que estaba sirviendo –. Adam Wayland ha vivido bastante y sabe que no debe fiarse de cualquiera. Si Nathan se le acerca, no importa cuánto encanto demuestre ni la mano que tenga con los negocios, le investigará, y tarde o temprano llegará a mí, luego a mi padre y más tarde a todos nosotros. No es una opción.

Nadie fue capaz de contradecir mi valoración.

- Entonces tú, Lilianne – habló Eddy.

Cinco pares de ojos se posaron en mí y estaba segura de que, si pudiera, me estaría mirando a mí misma también. La sugerencia de Eddy no era tan descabellada como parecía, quizás sí para mi padre, pero él no estaba allí así que, ¿qué más daba?

- Me parece que tú eres la más indicada – comentó Félix.

Tomé un sorbo de mi humeante café y miré a Nathan, quien no parecía tener la misma opinión que los otros.

- Lo haré – dije sin dejar de mirarle –. Tenéis razón, soy la única que puede hacerlo. A Cassandra ya la ha visto y Caroline no tiene experiencia.

- Además – prosiguió Eddy –, tampoco es necesario implicar a nadie más salvo a los que estamos ya en este equipo.

- Muy bien, será sencillo – Arthur empezó a teclear velozmente en su ordenador –. Mantendrás tu identidad de Lilianne Birdwhistle, pero te inventarás una tapadera que te haga ver como una negada que no quiere saber nada de su familia. Te recomendaría que no cayeras en sus encantos y mostraras desinterés. Sin embargo, siendo tú, te saldrá natural así que no será difícil. Por lo demás, ten cuidado con sus dos guardaespaldas, te vigilarán y más cuando empieces a convertirte en una visita regular. Todas las noches va una discoteca privada solo para vips, puedo conseguirte entrada para esta noche o para mañana.

- Esta noche – ordené  yo –. Cuanto antes mejor.

Arthur solo asintió y continuó tecleando.

- ¿Cómo haremos que llame su atención? – preguntó Caroline.

- Eso es fácil – murmuró Nathan lo suficientemente alto para que le escuchásemos –. Con que se vista de fiesta, se suelte el pelo y se maquille, Adam no será el único que la mire.

A la vez que hablaba, me escaneó de pies a cabeza y alcé una ceja. ¿Debía sentirme alagada o solo pensar en él como un pervertido?

- Cierto – Caroline sonreía –. Nuestra querida Lili no tiene nada de lo que quejarse en cuanto a físico. Te prestaré la ropa más provocativa de mi armario.

- En primer lugar – comencé a decir –. Gracias. Y en segundo lugar, ni de coña me pongo lo más provocativo de tu armario. En una escala del uno al diez en términos de ropa provocativa, como máximo llegaré al ocho y medio.

Todos, menos Nathan, rieron.

- Está bien – Eddy se levantó y yo me terminé el café –. Será mejor que descanses para estar al cien por cien esta noche. Te llamaremos si tratamos algo más del plan.

- Entonces, hasta pronto – me despedí de todos y esperé a Nathan en el pasillo.

Cuando salió ni siquiera se volteó a mirarme y yo fruncí el ceño. Avanzó a paso ligero por el pasillo, por lo que me vi obligada a acelerar más de una vez, y al fin llegamos al ascensor. Este empezó a bajar tras pulsar el botón y un silencio sepulcral se formó entre nosotros. No me atrevía a preguntarle qué pasaba, no por miedo a él, sino más  bien porque me sentía estúpida. ¿Qué bicho le había picado?

Estaba completamente desconcertada.

Así, estupefacta, llegué al hotel. Quien nos viera en ese momento podría confundirnos con una pareja de cómicos, uno que estaba enfadado y gruñón, y la otra que parecía un fantasma paseando ensimismado en sus cosas.

- Voy a acostarme – anunció Nathan nada más cruzar la puerta de la habitación.

Era la primera vez que usaba un tono tan brusco conmigo y, para ser sincera, me dolió. Decidida, fui tras él hasta el cuarto y me quedé de pie al lado de la cama. Se había quitado la camisa y acostado boca abajo, por lo que tan solo podía ver su maravillosa espalda y su pelo. De pronto me dio calor y me quité la chaqueta.

- ¿Se puede saber qué te pasa? – pregunté.

- Nada, solo quiero dormir – ese tono brusco seguía allí presente y me desquiciaba.

- Y si no te pasa nada, ¿por qué te has enfadado de repente? No entiendo tu bipolaridad – alcé las manos para exagerar un poco, aunque él no me miró.

- ¿Qué importa lo que me pase? Tú solo dedícate a descansar para esta noche, no te preocupes – mis ojos se abrieron de par en par.

- ¡¿Qué no me reocupe?! – exclamé –. Nathan por dios, eres mi compañero, ¡claro que me preocupo! Quiero saber qué demonios te pasa.

En un abrir y cerrar de ojos ya no estaba acostado en la cama, sino que me acorralaba contra una pared con furia y frustración en el rostro.

- Si quieres saber lo que me pasa solo mírate – habló –. Tú eres lo que me pasa. Esta noche vas a convertirte en cebo para tiburones, te lanzarás directa al mar lleno de tiburones en busca de la atención de uno en especial y no piensas en lo que podría hacerte. Porque está claro que conseguirás su atención, nada más entrar sus ojos se fijarán en ti, al igual que hiciste cuando cruzaste las puertas de mi local.

- No me hará nada – dije segura –. Sé defenderme.

Su risa histérica me hizo estremecer.

- Sigues sin entenderlo – apoyó su cabeza contra la pared tras de mí –. A ese tío solo le interesan dos cosas de las chicas en las que se fija: sexo y sangre. No obtendrás ni un poco de su confianza si no le das alguna de las dos y, para lo que queremos, deberás hacerlo.

Me quedé mirando su hombro petrificada.

Había pensado en eso al aceptar ser la infiltrada, pero la forma en la      que Nathan lo describía lo hacía ver mucho peor de lo que yo había imaginado. Ya me había costado lo suyo dejar que él bebiera mi sangre y sería todavía más difícil con el otro vampiro. Por otro lado, acostarme con Adam no entraba ni por asomo a poder convertirse en una opción para mí.

Lo único que sentiría, sería asco.

- Me vuelve loco la idea de que ese bastardo vaya a tocarte cuando ni siquiera yo he podido besarte en condiciones – se alejó de mí un par de pasos –. No es que yo sea un santo a su lado, puede que sea incluso peor que él.

¿De qué hablaba ahora? ¿Acaso Nathan había hecho cosas más horribles que las que mostraba el expediente de Adam? ¿Era eso posible? No, no podía ser. Adam había comenzado aquella masacre en Noruega, no había nada que pudiese superar ese suceso tan espantoso, ¿o sí? Y aunque así fuera, ¿qué importaba? De lo poco que le conocía, en ningún instante había visto en él algún signo propio de un asesino. A lo mejor lo había sido en el pasado, un ser despiadado y sin piedad, pero no ahora.

- Nathan – susurré.

Mi voz no era mi voz en aquel momento, solo un hilillo que menos mal que él podía escuchar.

- No importa – sonaba rendido –. Es trabajo, debes hacerlo. Te protegeré lo mejor que pueda.

- Nathan, eso no-

- No tienes que decirme  nada, Lili – traté de acercarme a él, pero se alejó.

“Algún día serás tú la que me lo pida…”

Las palabras Nathan tiempo atrás resonaron en mi cabeza.

- Nathan – mi voz subió cuatro tonos.

Hablé segura, consiguiendo que me prestase atención por fin y no me moví del sitio para no perder el contacto visual.

- Nathan, bésame.

Mi orden lo dejó desconcertado unos segundos e imaginé que estaba pensando si le hablaba en serio o no. Al no ver ningún tipo de duda en mí, se acercó, tomó mi rostro entre sus manos y unió nuestros labios. ¡Dios, cuánto había deseado eso! Me costaba admitirlo, sí, pero no podía negar más que hacía mucho que quería besarle.

Como recordaba, era un beso que me hacía sentir en el paraíso, saboreando la fruta afrodisíaca más deliciosa, aunque también prohibida, y disfrutando con cada mordisco. Si a eso le añadíamos su lengua jugueteando en mi boca, podría decirse que estaba rozando el cielo, el éxtasis. ¿Era posible sentir tanto placer solo con un beso? Sí, por supuesto que sí, yo lo estaba sintiendo.

Entre tanto, no pude evitar deslizar mis manos por su pecho, su esculpido pecho, y le sentí jadear por el tacto. Sus manos, al mismo tiempo, tocaban cada parte de la piel bajo mi camisa y yo también jadeé. El deseo invadía cada milímetro de nuestros cuerpos y no se negó cuando, sin dejar de besarnos, lo conduje a la cama. Quería hacerlo, lo necesitaba, y él sentía exactamente lo mismo.

- Lilianne, no – habló entre besos –. Para – eso sonó más a gemido que a orden.

Seguí besándole y Nathan se vio obligado a colocarse sobre mí y sujetarme con fuerza.

- ¿Qué haces? – pregunté.

- Tienes que descansar para esta noche – respiraba de manera agitada –. No voy a agotarte y a poner en riesgo el caso con esto.

Sonreí divertida. ¿Agotarme? Debía de ser una auténtica máquina para conseguir eso.

- Verdad – estuve de acuerdo –. Lo mejor será que duerma un rato.

Contento con mi respuesta se levantó de la cama y se marchó a la cocina. Después de medio minuto, regresó con un vaso de zumo en la mano y se acostó a mi lado. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y él rodeó mi cuerpo con su brazo.

- Creo que eso ha sido un beso en condiciones – dije.

Nathan se rio por lo bajo.

- Calla o me arrepentiré de haber parado – confesó y yo reí con fuerza.

Era un idiota que estaba haciendo todo lo posible por no volver a besarme y terminar con lo empezado.

- Por cierto – levanté la cabeza para mirarle a los ojos y él alzó una ceja –, no vuelvas a llamarme Lili.


La sonrisa que apareció en su rostro se quedó en mi mente hasta que me dormí.

domingo, 26 de julio de 2015

Bualentín, ¡enamorados de los libros!

Holaaaaaa querid@s lector@s de mi blog que aguantan mis desapariciones temporales y que me perdonan cuando publico cosas nuevas jejeejeje ¡¡OS AMO A TODOS!! El hecho es que llevo ya muchísimo tiempo desaparecida, y al volver me encuentro que tengo muchas nominaciones por todas partes y yo estoy como:


El punto es que me puse muy feliz jajajajajajajja

Solo una de esas nominaciones era algo novedoso, un book tag, algo a lo que nunca me habían nominado, así que por ello dedicaré esta entrada a esa nominación y otra (la cual ya estoy preparando) para las demás. Comencemos:

Al parecer, sale de un grupo de Facebook llamado Bua, de donde sale el nombre jajajja. Estas son las reglas:

1) Responder a las consignas.

2) Etiquetar a tres blog (es decir, nominar xD)

Empiezo, por supuesto, por agradecer mucho mucho mucho a Teen Books y a sus dos maravillosas creadoras, a quienes aprecio muchísimo (ellas lo saben jjejejeje) y que se han convertido en muy buenas amigas en este mundo blogger. ¡¡GRACIAS CHICAAAAAS!!


1) ADVERTENCIA: Hablaré lo mínimo posible del contenido de los libros porque soy partidaria de que si quieres saber de qué trata lo lees y ya. MUUUUUAAAK jajajajja

Amor: aquí tienes que compartir un libro que amaste, por su contenido sobre todo.

Sin duda hay muchos libros que amo por su contenido, pero basándome en el que me hizo sentir más cosas mientras lo leía, escojo "Cartas a Dios" de Eric-Emmanuel Schmit. Cuando mi madre me dijo que recomendó que lo leyese no mostré mucho interés al principio porque era un libro de escaso
grosor (a mí me gustan los libros gordos) y pensé que la historia sería tan corta que ni me enteraría de que me lo había leído. Sin embargo, la curiosidad pudo conmigo y terminé leyéndolo hasta tres veces (después mi madre lo devolvió porque era prestado por una amiga).

Pasión: el rojo es el color de la pasión (también del odio y contra la envidia, pero shh) así que comparte un libro que tenga rojo en su portada (en su totalidad o en su mayor parte)

Aquí elijo "En llamas", aunque sea rojo anaranjado pero bueeeeeeno jaajjajajajajaja Es un claro ejemplo de los muchos libros que me quiero leer pero que no he leído porque tengo ya demasiadas
series a medias y no quiero acumular más.



Corazón: el corazón late con fuerza cuando hablas de alguien especial, y que mejor que lo libros tengan corazones en su portada. Busca en tu biblioteca un libro con por lo menos un corazón en su portada (y si no, te damos permiso que lo googlees)

"Labor of love" de Rachel Hawthorne no me lo he leído todavía, pero es una de esos libros que yo fáciles de leer principalmente porque suelo leer libros sin serie cuando me apetece desconectar unas horas durante la tarde y me los leo en seguida. Esta autora tiene bastantes libros sin serie y casi todos ya me los he leído, son bastante buenos y entretenidos, ligeros y sin mucho lenguaje complejo. 
considero

Separación: lamentablemente no todas las relaciones terminan bien, coméntanos cual es ese libro del cual no quieres tener ninguna relación (lo leíste, lo odiaste, lo nuestro es prohibido, chau chau)

Directamente nomino a "Vampiros de Morganville" de Rachel Caine a esta categoría. Es raro que algún libro de vampiros no me guste, pero es que con esta ya no podía más. Cada vez que me terminaba uno de los libros de la saga salían uno o dos más, y si a eso le añadimos que la protagonista nunca me gusto por su poca capacidad de sacar algo de valentía en algún momento y luchar un poco. No digo que tenga que convertirse en guerrera ni nada, pero es que es demasiado sosa para mí, así que no podía soportar aquello libro tras libro tras libro tras libro tras libro............. Eso no quiere decir que no vaya a terminarme la saga, o sí, la terminaré, pero solo porque ya voy por el sexto libro y eso tiene que servir de algo (ego y orgullo on fire). Ni siquiera voy a añadir portadas porque son 12 libros (si es que no han salido más) junto a otras mini-historias secundarias jajajajajajaja

Por decir algo positivo, añadiré que amo al protagonista jajajajajja

Amante: siempre está ese amor prohibido, ese amor oculto, ¿cuál es ese libro que amas en secreto pero que odiarías que la gente lo conozca? (lo siento, la gente lo va a saber)

La verdad es que no tengo ningún libro que me guste y que al mismo tiempo no quiera que la gente conozca, así que no puedo hacer mucho en este apartado jajajajaj

Casamiento: cuando uno decide casarse, siempre se sacan fotos hermosas, y ni hablar que el interior de las personas en ese momento es precioso también. Muéstranos un libro que ames tanto por el contenido, como por la portada.

Para este he tenido que exprimir bastante mi cerebro porque tengo una gran cantidad de libros que adoro por su contenido, pero cuyas portadas no me hacen ni cosquillas, por lo que me costó bastante recordar que "La gramática del amor" de Rocío Carmona me gusta tanto por su portada como por su
contenido. Me explico: este libro me lo leí hace tanto tiempo que ni me acuerdo cuando fue exactamente, pero si estoy segura de que lo primero que llamó mi atención sobre él fue su portada (aunque a muchos les parezca simple o sosa o sin nada especial, a mi me gusta mucho jajajajaj) y que acabé leyendo porque me gustó cómo se pretendía explicar el amor de una manera que jamás me había propuesto ni imaginar.

Sin duda, tengo claro que lo volveré a leer.

Media naranja: siempre todos encontramos en algún momento a nuestra media naranja (si no es que ya fue exprimida), esa persona especial que parece haber existido solo para completarte personalmente. Así que muéstranos ese libro que parece que el autor se inspiró en tus gustos para escribirlo, ese libro que te completa el alma.

¡Este sí que no lo dudé ni un segundo!

Si han leído alguno de mis Premios Best Blog sabrán que la saga "Vampire Academy" de Richelle Mead es mi serie de libros favoritas en todo el mundo, la mejor para mí, no solo por la trama, la calidad de redacción en los detalles, los personajes, la capacidad que tiene para meterte en la historia, sino porque ROSE HATHAWAY (la protagonista) ES MUY YO en algunos aspectos. Hay que tener en cuenta que, al ser un personaje de ficción en un mundo de vampiros, no vamos a ser almas gemelas ni nada (sobretodo en el ámbito de la fuerza de los puñetazos porque mis brazos no son ni la mitad de fuertes que los de ella). En cambio, su forma de analizar situaciones, su instinto protector con los que quiere, la fuerza para tragarse lo que siente, el humor y el sarcasmo que le pone a las conversaciones... Todo eso me hace sentir un poco identificada, porque es una pequeña parte de mí.


2)

Pasamos a las nominaciones, ¡SUERTE!:

Y los nominados soooooooon *redoble de tambores*.........


Pues ya termina esto *ooooooooooooooooooooooooooooooooo (público apenado)*. Nos veremos pronto, seguro que sí


LOS QUIEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!

viernes, 17 de julio de 2015

.Pura.

Capítulo 15

Desperté con un dolor inmenso en la cabeza y me quedé un rato tumbada allí sin moverme. Cuando el pinchazo que martilleaba mi cerebro se calmó, deslicé mi mano por el lado izquierdo de la cama y, aunque me cueste admitirlo, me desilusioné al comprobar que estaba sola. Abrí los ojos entonces, me estiré haciendo sonar casi todos los huesos de mi cuerpo y me senté con las piernas cruzadas debajo de la sábana.

La habitación de hotel que Nathan y yo habíamos usado para pasar la noche era bastante sencilla, con un pequeño salón cocina, un cuarto para dormir y un baño. Escuché el agua de la ducha provenir desde el otro lado de la puerta que tenía a la derecha y traté de ignorar el hecho de que el sexy vampiro se encontraba completamente desnudo a unos metros de distancia. Decidí estudiar el resto del cuarto para distraer mi mente de aquella imagen y vi una bolsa blanca y una caja de zapatos justo a los pies de la cama, frente a mí. Gateé por la cama hasta llegar a la bolsa y me dispuse a averiguar qué había dentro.

Saqué un short vaquero ajustado, algo de ropa interior, una camisa de tiras blanca y una sudadera turquesa que en la parte delantera llevaba escrito “I like you” en letras grandes y blancas. Abrí la caja de zapatos y me enamoré completamente de las Vans de color también turquesa que encontré. ¡Eran una maravilla!

Justo en ese momento la puerta del baño se abrió y Nathan salió de él. Iba con una simple toalla atada a la cintura y algunas gotas de agua, procedentes de su pelo, se deslizaban por su torso desnudo. ¿Acaso había decidido salir de aquel modo para castigarme? Me quedé embobada observándole y él tampoco se cortó en mirarme a mí.

¡Cierto!

La noche anterior me había deshecho de mis jeans dado que eran muy incómodos para dormir y el vampiro había tenido la amabilidad de prestarme su blusa para que la usara como pijama. Tan solo me había abrochado el botón del centro, por lo que en aquel instante se podía ver parte de mi sujetador y no hablemos de mis bragas.

- Buenos días – dijo.

- Lo son – afirmé mientras miraba otra gota deslizarse por encima de su tableta de chocolate.

Una pícara sonrisa apareció en su rostro y yo tragué saliva al ver que se estaba acercando a mí. Nathan apoyó sus manos en la cama a ambos lados de mi cuerpo, obligándome a quedarme casi completamente acostada.

- Tenemos que ir a recoger nuestras cosas a casa de tus padres y traerlas aquí – su voz fue apenas un susurro –, aunque también podemos pasar el día en la habitación.

Empleando una de sus manos, desabrochó el único botón de la blusa que yo llevaba puesta que impedía que se me viera en ropa interior y parte de esta se deslizó por mi barriga hasta caer en la cama. No se cortó ni un pelo y bajó la vista para contemplar mi cuerpo cubierto por dos sencillas prendas que él quería arrancar.

“¡Lilianne Birdwhistle, qué demonios estás haciendo!”, me grité a mí misma.

- Yo, esto… – me aclaré la garganta puesto que había perdido el habla –… ¿y esa ropa?

Señalé la bolsa y todo lo demás. Me miró a los ojos con una sonrisa, consciente de mi intento por cambiar de tema, pero no se movió del sitio.

- Te compré algo para que pudieras vestirte cómoda y no con los tacones y todo eso – explicó –. Sin embargo, lo que llevas ahora me gusta más.

Su voz se volvió sensual y los latidos de mi corazón aumentaron su ritmo. Me quedé mirándole mientras comenzaba a agachar su rostro pero no hacia mi rostro, sino hacia mi cuello. Pensé que me mordería hasta que, en lugar de eso, comenzó a darme delicados besos con la comisura de sus labios. Bajó lentamente, evitando la tela de mi sujetador, y se paró a la altura de mi vientre. Ahí sus besos se volvieron un poco más intensos y, para terminar, dio un profundo y suave beso que me erizó la piel más de lo que ya la tenía.

Si mi corazón antes había palpitado rápido, ahora parecía una moto.

Al levantar su cara para mirarme vi el deseo reflejado en sus ojos y seguramente el mismo sentimiento transmitían los míos. Mordió su labio inferior y se levantó, yendo al otro lado del cuarto a vestirse. Por mi parte, yo me incorporé, cogí las cosas de la bolsa, las Vans y caminé hasta el baño. Antes de cerrar la puerta, no pude resistirme a echar un último vistazo al vampiro, quien también me miraba, y solté un suspiro.

Saqué de mi mente lo que acababa de pasar y me concentré en ducharme. Me quité toda la ropa, la poca que tenía, y me quedé acorralada en la esquina de la ducha cuando abrí el agua y esta salió fría. Una vez terminé, me vestí con la ropa que Nathan me había comprado y me acomodé el pelo en un alto moño despeinado. Cuando volví fuera estaba sola en la habitación y dejé la blusa que me había quitado doblada encima de la cama.

Salí entonces del cuarto y me encontré con un delicioso desayuno en el salón. Había un plato con casi todo tipo de fruta, una cesta con croissants, dos tazas vacías y otras dos jarras blancas junto a un cuenco lleno de terrones de azúcar. Al ver todo aquello, la boca se me hizo agua y mi barriga rugió. Me senté en el sofá con las piernas cruzadas al modo indio y  comprobé el contenido de las jarras. En una había leche y en la otra café, ambos calientes. Llené una de las tazas con los dos, compensándolos hasta tener un líquido de color canelo ya que el sabor fuerte del café no me gustaba mucho. Eché un terrón y usé una cucharilla para revolverlo.

Busqué a Nathan y lo vi apoyado en la barandilla de la terraza hablando por el móvil. Pocos segundos después, colgó y se reunió conmigo en el salón. Cogí uno de los croissants antes que pudiera dejarme sin ninguno y lo mojé en mi leche con café. Me llevé el manjar a la boca y cerré los ojos para saborearlo mejor. Teniendo en cuenta que mi rutina desde hace mucho era desayunar leche con cereales, eso era como el paraíso para mí.

- Eran los de la comisaría – habló él –. Tienen información sobre Adam Wayland, pero quieren que vayamos nosotros allí. Al parecer el tío tienen un elaborado historial.

- Suponiendo que lleva pisando el mundo muchos siglos, me parece normal – volví a repetir el proceso anterior con el croissant mientras que Nathan se preparaba los suyo.

Mi móvil sonó en ese instante desde la cocina y, sin mirarlo, ya sabía que sería mi padre. Me levanté a trompicones de mi sitio y corrí para cogerlo.

- ¿Diga? – descolgué con la boca llena de comida.

- ¿Te pillo en mal momento? – preguntó mi padre.

- No – respondí –. Estamos desayunando.

Volví al sofá y me senté junto a mi compañero.

- ¿Qué tal la cena? – aunque intentaba ocultarlo, supe que estaba preocupado por mi respuesta.

Y tenía motivos.

- Genial – dije –. Nathan y yo fuimos a un bonito indio de la ciudad. La comida estaba buenísima.

- Eso me indica que fue mal – el tono de mi padre denotaba que estaba cansado.

- Ya sabes cómo es ella – me masajeé la frente –. Intenté ignorar sus comentarios, pero hizo todo lo posible para hacerme explotar – solté un suspiro –. Lo sabe. Bueno, lo saben todos ya.

- Entonces me llamará de un momento a otro.

Hubo un pequeño silencio en el que ni siquiera fui capaz de mirar a Nathan por miedo a ver la expresión de su rostro ahora.

- Lo siento, papá – me disculpé.

La noche que llegó a mi piso con la bala en el pecho prometí que no contaría nada a nadie para que nuestra familia no se preocupara y en la cena había roto mi promesa.

- Ni te atrevas a pedir perdón, princesa – mi padre ya no mostraba cansancio –. No es tu culpa, al contrario. Eso ahora es mi problema y yo lo solucionaré. Me tengo que ir ya cariño, saluda a Nathan.

- Adiós, te quiero – y colgué.

El resto del desayuno transcurrió en silencio y lo agradecí. Nathan sabía que no estaba bien con todo aquello, pero entendía también que no me apetecía hablar de ello. Me terminé la taza y el croissant para luego escoger algo de fruta. Elegí una cuña de sandía, dos fresas y piña.

Todo estaba muy bueno.

- Es hora de trabajar.

Dicho eso, dejamos la bandeja allí para que el servicio de habitaciones se lo llevara, cogimos nuestras pocas pertenencias y salimos. Nathan habló con la recepcionista del hotel avisando de que nos hospedaríamos allí un tiempo y después condujo hasta la comisaría. Fue divertido, ya que él no sabía dónde estaba y, mientras yo le daba algunas indicaciones, dimos varias vueltas inútiles. Sin embargo, esto sirvió para levantarme el ánimo y la mayor parte del tiempo me estuve riendo de él.

- La próxima vez conduciré yo – afirmé nada más salir del coche.

Lo habíamos aparcado frente a la comisaría y no tuvimos que andar mucho hasta alcanzar la puerta. Cuando entramos un gran alboroto de teléfonos sonando y gente hablando nos abordó. Aquella era la principal comisaría de la ciudad y casi siempre estaban a tope de trabajo, tanto del mundo normal como del sobrenatural, y ese escándalo era la prueba. Sabía perfectamente dónde teníamos que ir, así que emprendí mi camino hacia el ascensor que nos subiría hasta la cuarta planta y saludé a casi todos los que pasaban a nuestro lado.

- Eres muy conocida aquí – comentó el observador vampiro que tenía como compañero.

- Digamos que este es el lugar donde he pasado la mitad de mi vida – me encogí de hombros –. Hasta las plantas me conocen.

Finalmente entramos al ascensor y pulsé el botón con el número cuatro.

- En cuanto al coche – Nathan no parecía tener interés en dejar pasar el tema –, no es mi culpa que tú no sepas dar instrucciones.

Le miré estupefacta.

- Por favor, si me sé el trayecto hasta con los ojos cerrados. Eres tú el que no sabe escuchar – le di un toque en el pecho.

La puerta del ascensor se abrió y le di la espalda a él, intentando que pensase que estaba enfadada aunque, en realidad, me estaba costando aguantarme la risa. Nathan, por su parte, reía por lo bajo sin querer parar y siguió así incluso cuando atravesamos la puerta de la sala de operaciones, donde organizábamos cada movimiento de los casos que llevábamos.

Una gran mesa de madera ocupaba el centro y a su alrededor había sentadas seis personas. Dos eran informáticos que controlaban una pantalla situada en una pared del fondo, Arthur y Caroline, tres detectives especializados, Cassandra, Oliver y Félix, y el último era un fiel amigo de mi padre que dirigía el caso desde allí, Eddy. Todos eran relativamente jóvenes, sobretodo Arthur y Caroline que tenían mi edad, salvo Eddy, quien llevaba a cuestas cuarenta y ocho años vividos y veintiséis de ellos trabajando para mi padre, por lo que era como un tío para mí.

- Hola chicos – saludé con ánimo a todos –. Este es Nathan, mi compañero.

Le dediqué una mirada de reojo al vampiro y vi cómo saludaba a todos.

- Bienvenida Lilianne – Eddy se acercó y me dio un débil abrazo mientras que los demás sonrieron –. Nathan, es un placer – los dos se dieron la mano a modo de saludo.

Me alejé un poco de ellos y mi atención se fijó en la pantalla de la que hablé antes. En ella estaba proyectado un perfil, el perfil de Adam Wayland, y había cientos de ventanas superpuestas con su información. Podía parecer normal porque, al fin y al cabo, era un vampiro con una larga vida, pero esto era exagerado.

- Nosotros pusimos la misma cara que tú – Cassandra se puso a mi lado y sus rizos rojos me rozaron el brazo.

- Así es – Eddy y Nathan se apoyaron en el borde de la mesa justo en frente de la pantalla y fue Eddy el que habló –. Este tío tiene un enorme expediente y no por buena conducta.

- Adam Wayland era un vampiro de poca monta que trataba de hacerse un hueco en la sociedad a toda costa – Oliver empezó a hacernos un resumen –. Para ello hizo negocios con muchos de los personajes más poderosos del mundillo, no solo vampiros, y los trabajos sucios abundan en su historial. Son tantos que creemos que está detrás de algunos de nuestros casos sin resolver y es preocupante. Lo más antiguo que tenemos de él es su participación hace ciento treinta y siete años en una gran matanza en Noruega, donde miles de vampiros aniquilaron a casi todos los humanos que habitaban el lugar – Arthur cliqueó una ventana que nos mostró el artículo de un viejo periódico noruego que publicó la noticia y se produjo el silencio.

Al lado del artículo había una foto con cuerpos humanos apilados como si de cascaras de naranja se tratara y me llevé la mano a la boca. El rojo de la sangre protagonizaba la imagen por completo, demostrando la carnicería de la que Oliver hablaba. Pocos segundos después, esta espantosa escena fue sustituida por otro artículo de prensa más actual, donde aparecía un vampiro vestido con traje elegante apunto de cortar una cinta roja.

- Actualmente es una especie de importante hombre de negocios – esta vez fue Caroline la que habló –. Hace dos meses se inauguró un nuevo bufete de abogados financiado por él y muchos le idolatran.

- ¿Por qué demonios un hombre de negocios molestaría a la madre de Grace? – Nathan preguntó.

- Fácil – Eddy habló –. Le encantan las mujeres. Normalmente está rodeado de chicas jóvenes, guapas y operadas, pero también se siente atraído por todas las mujeres que no muestren ningún interés hacia él. Las ve como un reto.

Solo una palabra cruzaba mi mente.

- Imbécil – murmuré y todos estuvieron de acuerdo conmigo –. Hay que hablar con él.

- No podemos – Félix se cruzó de brazos –. Adam Wayland es intocable, por algo ha querido siempre el poder. Los únicos que se acercan a él son las personas con las que hace negocios, sus sirvientes y todas esas chicas.

- Habrá que intentarlo – Cassandra se enfundó mejor la pistola y miró a Oliver –. Vamos a ver qué conseguimos.

Este hizo caso y juntos avanzaron hasta la puerta.

- ¡Esperad! – el grito de Arthur hizo que se pararan –. Poneos esto.

Sacó una caja con micros de pecho y un collar. El collar era una simple cadena con una pequeña mariposa de alas verdes y negras y un diamantito como cuerpo. Los dos detectives se colocaron los micros y después Arthur le tendió el collar a Cassandra, a lo que ella le observó extrañada.

- Lleva una mini-cámara dentro – explicó él –. Así podremos ver y no solo oír lo que pasa si habláis con Adam.

Fruncí el ceño, ya que no me apetecía ni ver ni oír a ese idiota asesino, ligón y aprovechado que estaba en el centro de nuestro caso.

- Será mejor que salgamos ya – dijo Oliver –. Como salga de su casa no podremos hablar con ese tipo.

Nos despedimos y, en cuanto los perdimos de vista, regresamos nuestra atención a la pantalla. Caroline intentaba establecer conexión con la cámara que estaba en el collar y Arthur la ayudaba. Eddy se acercó a una cómoda con una garrafa de agua, tazas y café caliente y se sirvió un poco de café con dos terrones de azúcar que había en un bote dentro de un cajón.

- ¿Cuándo dejarás de tomar tanto café? – le pregunté sonriendo.

Eddy era un adicto a esa bebida desde mucho antes de que le conociese y pocas personas no sabían eso. Para ser sincera, tenía la certeza de que su cuerpo ya se había hecho inmune y no reaccionaba cuando lo bebía por lo acostumbrado que estaba.

- Supongo que cuando me toque pasar a mejor vida – contestó entre risas.

Yo negué con la cabeza.

- Ya tenemos imagen en directo – Caroline llamó nuestra atención.

Ambos nos sentamos junto al resto en la mesa, colocándome yo al lado de Nathan y Eddy a mi otro lado. Observamos la pantalla y tan solo se veía el cristal delantero del coche y la calle, hasta que nuestros informáticos encendieron los altavoces y pudimos escuchar también.

- ¡Dios mío Oliver! – exclamó Cassandra –. ¿Cuánto hace que no limpias el coche? Seguro que si busco encuentro cucarachas o algo peor.

Puse cara de asco.

- ¿Pueden oírnos a nosotros? – pregunté y Arthur negó con la cabeza –. ¡Qué asco!

Todos rieron, pero yo seguía provocada por lo que había dicho la detective. ¿Cucarachas en el coche? ¿Quién podía tener un coche tan sucio? Seguí mirando la pantalla y vi la exploración que hacía Cassandra de la basura del coche, mientras que Oliver conducía algo avergonzado. Usé mi mano derecha para apoyar mi barbilla y con la izquierda me toqué la barriga, puesto que el desayuno que me había tomado amenazaba con salir.

Entonces sentí que alguien acariciaba mi espalda dibujando delicados círculos en ella y no tuve que mirar para saber que era Nathan el que intentaba que me sintiese mejor. Me mordí el labio y sonreí un poco. Estaba conmovida por aquel gesto y el corazón volvió a latirme a toda velocidad, algo que últimamente pasaba con frecuencia.

- Oye Cassi – habló Oliver –, deja de registrar ya.

- Ni de coña listillos – ella negó rotundamente –. En cuanto tengamos un hueco vamos a limpiar esto, juntos, porque si te dejo a ti solo no harás nada. No sé ni cómo me he subido aquí voluntariamente.

Cuando se vio cómo Cassandra sacaba un perrito caliente a medio comer completamente mohoso y con un par de gusanos me tuve que tapar la boca para no vomitar

- Lo siento – dije mientras me levantaba de la silla –. No puedo ver eso, avisadme cuando lleguen a la casa de Adam.

Salí de la sala y busqué una ventana. La abrí y saqué la cabeza de manera exagerada, para que el aire fresco me calmara las náuseas. Escuché de fondo cómo la puerta se abría y cerraba de nuevo y no pasó mucho hasta que Caroline se puso en la misma posición que yo. Nos miramos y reímos al ver el penoso aspecto que tenía la otra.

- Luchamos contra malvados seres sobrenaturales y nos vence la mierda del coche de Oliver – murmuró.

- Prefiero cargarme a uno de esos que encontrar comida con moho y gusanos en el coche de alguien – dije yo.

- Pobre Cassandra.

Las dos hablamos al unísono y empezamos a reír otra vez.

Conocía a Caroline desde hacía mucho tiempo y nos llevábamos bastante bien. No era una amiga tan cercana como Rachel o Lynette, pero de todos modos era un gran apoyo allí dentro dado que, aparte de ella, no había muchas más chicas con las que hablar.

- ¿Qué tal tu nueva casa? – me preguntó.

- Bien – sonreí –. He estado allí unos pocos días así que tampoco tengo muchos detalles que dar. Lo bueno es que hay un bonito lago natural justo enfrente y se puede nadar en él.

- ¡Qué divertido! – se notaba su entusiasmo –. Algún día tienes que invitarme a ir. Además, así podré ver a ese compañero tan guapo que tienes.

Elevó las cejas de forma significativa y sonrió con picardía.

Siempre estás invitada – respondí –. Las chicas también se alegrarán de verte. En cuanto a Nathan, es un bombón, pero también un idiota.

Miré de nuevo por la ventana.
- Un idiota que te gusta querida – me empujó débilmente el hombro y reímos un poco –. No te olvides del reglamento cariño, ya sabes que tu padre se lo toma en serio.

Cierto.

El reglamento.