miércoles, 3 de septiembre de 2014

.Pura.

CAPÍTULO 12


No me puedo creer que hayas hecho eso – dije algo enfadada.

- Lilianne por favor – me dijo Adriana a través del móvil –, no te pongas así. Es solo una cena.

- Para ti es solo una cena – mi tono sonaba un poco histérico –, para mí es el infierno.

- Solo por esta vez Lili – me rogó y yo agaché la cabeza – y te prometo que no lo haré más.

Me quedé en silencio. No podía hacerlo, no lo resistiría y eso era algo que ni Adriana ni muchas personas lograban entender. Me costaba incluso compartir la misma casa que mi madre, por algo me había mudado después de nuestra última discusión, así que estar en el mismo cuarto, en la misma mesa y comiendo la misma comida que ella, no lo soportaría. Sin embargo, a mi querida hermana mayor lo único que se le ocurre es organizar una cena familiar esa misma noche para “recordar viejos tiempos” decía, y yo no podía hacer más que reírme por no llorar.

- Adriana, ¿por qué me haces esto? – susurré.

- Lili, ¿has dicho algo? – me preguntó ella.

Lo había susurrado tan bajo que no lo había escuchado.

- No nada – mentí –. Está bien Adri lo haré, pero te lo advierto, no esperes una feliz cena en familia.

Silencio.

- Gracias Lili – me contestó –. Eres la mejor.

- Lo sé – me reí.

Colgué, y en cuanto lo hice la sonrisa se borró de mi cara. No estaba feliz, ni siquiera un poquito, y me dediqué a mirar por la ventana del coche otra vez. Ver las casas, las personas, los árboles incluso otros coches, pasar tan rápido justo delante de mí me hacía desear que mi vida pasara así de rápido, que las risas, los cumpleaños, las fiestas, los bailes, el dolor...que todo eso pasara fugazmente, sin dudar. Pero en realidad nada pasaba rápido, y los que yo veía que se alejaban con tanta ligereza, a su vez me captaban a mí y al coche que me transportaba como unos borrones en la distancia. Irónico, ¿no?

- Así que esta noche tendremos una gran cena - dijo Nathan desde el asiento del conductor.

Le miré con el ceño fruncido, ¿es que no veía lo mucho que me molestaba aquello? ¿O es que esa situación le había proporcionado algo con lo que conseguir torturarme? Sí, seguramente sería lo último, y por eso volví a mirar fuera e ignoré su comentario.

- Venga Lili, no te pongas así - dijo -. Solo quería animarte.

- Pues hablando de lo de esta noche no lo vas a conseguir - le espeté.

- Pues hablando de ello lo llevarás mejor esta noche - me dijo -. Así estarás más mentalizada y podrás hacerlo más llevadero.

Le miré sorprendida, y es que él tenía razón, pero lo que me sorprendió más fue que su rostro se mostraba serio y comprensivo a la vez. Podía ver claramente que Nathan de verdad quería ayudarme y consolarme para que esta noche no me afectara tanto. Pocas veces había visto aquella expresión dirigida a mí, aunque recibirla de mi padre no contaba, y algo parecido a la alegría me abordó durante unos segundos. Entonces Nathan me miró también, creo que porque me había mantenido demasiado tiempo en silencio, y sentí cómo mis mejillas se calentaban.

- ¿Pasa algo?- me preguntó.

Inmediatamente volví a mirar por la ventana y traté mentalmente de enfriar mi cara.

- No nada - contesté tratando de que sonara convincente.

- Ya claro - dijo sin creerme, y supe que estaba sonriendo -. Vale, ya hemos llegado.

Enfoqué mejor mi vista hacia el exterior y vi el bar que habíamos descubierto que el hermano de Grace solía frecuentar. Decidida me quité el cinturón de seguridad y salí fuera. Hacía calor y el abrasador sol iluminaba y daba brillo a la decena de motos que estaban aparcadas en la entrada del pub. Había un par de Harleys, unas Yamaha y las demás eran Ducatis, mis favoritas. Desde dentro del garito se escuchaba mucho ruido, risas y golpes secos que me daban a entender que los motoristas estaban echando pulsos para ganar dinero fácil.

- Espero que él no esté rodeado por un grupo de mototristas – suspiró Nathan mientras se colocaba a mi lado.

- Tranquilo - dije dándole un débil codazo en el brazo y guiñándole un ojo -, yo te protegeré.

Eso le hizo reír. Nos encaminamos hacia la puerta del bar y entré, seguida de cerca por mi compañero vampiro. Una tenue capa de humo abarcaba toda la estancia pero aun así fui capaz de ver lo que nos rodeaba con claridad. La única persona que no vestía chaqueta de cuero allí dentro era el barman y, quizás, también dueño del local. Éste y muchos más nos miraron con desdén en cuanto cruzamos la puerta lo que evidenciaba que los intrusos no éramos muy bien bienvenidos allí.

Me da a mí que los únicos que no nos observaban eran los que echaban el pulso en un rincón.

Nathan me dio dos pequeños toques en la espalda y al mirarle me hizo un gesto en dirección a la barra. En ella, al final del todo, se encontraba Jonas, mirando cabizbajo y con expresión no muy feliz la jarra de cerveza que tenía entre las manos. En ese momento me dio absolutamente igual que me miraran con desprecio y desinterés, y es que no había ido hasta aquel lugar para verles a ellos después de todo. Nathan y yo caminamos hasta donde el hermano de Grace estaba sentado y le toqué la espalda para llamar su atención. Al vernos primero se sorprendió, pero luego nos dedicó una desanimada sonrisa.

- Hola agentes - dijo -. ¿Les apetece tomar algo?

- No gracias - contestó Nathan -. Pero si nos gustaría hablar contigo.

- Espera, espera - dijo de repente el tipo que estaba sentado al lado de Jonas -, ¿sois polis? No vais a tocar a este chico, ¿queda claro?

- ¿Estoy detenido? - preguntó Jonas ajeno a lo que el otro estaba diciendo.

- Oíd chicos - continuó el tipo en un tono más alto -, estos dos han venido a llevarse a Jonas.

Fue entonces cuando todos, incluidos los del pulso, se pusieron a mirarnos con expresiones molestas y enfadadas.

- No Jonas, no estás detenido - le dije con voz seria -. Pero tu amigo sí que lo va a estar como no cierre el pico.

- Oye muñeca - dijo el motorista ofendido -, no te creas que te tengo miedo a ti o a la ley, ¿entiendes? Tú y tu compañero estáis ahora en mi terreno así que no me enfades, ¿me escuchas?

Ese tío tenía la extraña costumbre de terminar todas sus frases con una pregunta.

- Lo único que tus palabras me provocan son cosquillas, ¿entiendes? - le miré -. Tus amenazas me hacen reír y eso que hoy no estoy de humor, ¿me escuchas? No hemos venido aquí para detener a nadie así que volved cada uno a lo vuestro y todo acabará bien, ¿queda claro?

Muchos, incluido el barman, rieron por mi énfasis burlesco en las mismas preguntas que aquel motorista había dicho anteriormente y, haciendo caso de mis palabras, todos volvieron a lo que estaban haciendo.

- Muy bien Jonas - dije volviendo a mirarle -, ¿quieres que hablemos aquí o en otro sitio?

- Es sobre mi hermana, ¿cierto? - yo asentí -. Entonces prefiero ir a un lugar menos alborotado.

Los tres salimos fuera del bar y buscamos una zona donde sentarnos en la que además hubiese sombra. No es que hubiera tampoco mucho espacio donde elegir ya que el sol lo alumbraba casi todo. Por ello no tuvimos más remedio que ir a una cafetería a un par de calles de allí que en aquel momento no estaba muy llena y nos aportaría algo de tranquilidad.

- De acuerdo - empezó Nathan -, ahora que ya estamos en un sitio más calmado mi compañera y yo necesitamos que nos aclares unas cosas.

- No sé qué puedo hacer yo si ayer ya me preguntaron lo que quisieron - dijo él mientras se recostaba en su asiento- pero haré lo que pueda.

Sus ojos estaban entrecerrados y tenía la mirada cansada, casi ausente, por lo que seguramente ya se habría tomado un par de cervezas antes de nosotros encontrarle.

- Jonas, tanto mi compañera y yo estamos muy confusos por algo que vimos ayer - dijo Nathan-, tú tenías una actitud un tanto extraña.

- No entiendo a qué se refieren - contestó Jonas, y noté como su nerviosismo aumentaba -, quizás estaba afectado por lo de mi hermana.

- ¿Quizás? - continuó el vampiro-. Tienes una forma muy curiosa de mostrar tu dolor.

Observé como la garganta de Jonas subía y bajaba mientras él tragaba saliva. Su nivel de incomodidad había crecido hasta el punto de que se veía una pequeña gota de sudor avanzando por su mejilla y entrecerré los ojos para someterle a más presión. Necesitaba que nos contara lo que sabía y lo conseguiría de un modo u otro.

Mirarle así era la forma menos violenta con la que podía sonsacarle la información.

- ¿Sabes? - dije yo -. Creo que ocultas algo y mi compañero y yo averiguaremos qué es tarde o temprano. Nos ahorrarías tiempo si nos lo contaras ahora.

Jonas me miró y apretó la mandíbula. Unos segundos después se incorporó, se inclinó hacia delante y puso las manos juntas encima de la mesa. Abrió la boca para decir algo pero rápidamente la cerró y echó un vistazo a nuestro alrededor, en todas direcciones.

- Sé que no lo podrán entender - dijo en un susurro casi inaudible -, pero no puedo decir nada.

- ¿Por qué no? - preguntó Nathan.

- Si lo hago, ellos vendrán a por mí - contestó -. Me matarán como hicieron con Grace.

- Y solo por eso piensas dejar la muerte de tu hermana sin resolver - protesté-. Eso es muy cobarde.

Él apretó los puños y volvió a recostarse en la silla.

- De acuerdo - dijo -, pero prometedme que no le pasará nada a mi madre. Me da igual lo que pase conmigo pero si le hacen algo a ella por mi culpa, será peor que morirme.


Miré a Nathan y vi como sacaba su móvil. Después de marcar el número al que quería llamar puso el altavoz y colocó el aparato en medio de la mesa. Se oyeron dos toques antes de que alguien contestara.

- Comisaría del condado, soy el agente Marshall ¿qué pasa?

- Agente Marshall somos Nathan Maddox y Lilianne Birdwhistle - dijo sin dejar mirar el teléfono-. Necesitamos que ponga bajo protección a la madre de Grace Nichols.

- Muy bien - contestó Marshall -, mandaré a dos agentes enseguida.

- Y también a su hermano - dije -, Jonas Nichols, no podemos correr riesgos.

Jonas me miró sorprendido y Nathan se tapó un poco la boca para ocultar una sonrisa.

- Está bien - dijo Marshall -, lo arreglaré todo ahora mismo - y colgó.

En cuanto lo hizo Nathan y yo volvimos a mirar a Jonas que, tras ver que comprobó con aquello que íbamos completamente en serio.

- Hace unos meses un tipo del club nocturno donde trabaja mi madre los fines de semana empezó a acosarla, a mi madre me refiero - dijo él -, y Grace... ¡oh dios Grace! Le dije que no se metiera que yo trataría de arreglarlo, pero ella era tan testaruda. Lo que ella no sabía era que ese hombre era y es parte de un grupo de personas con las que no conviene meterse.

- ¿Por qué no? - preguntó Nathan.

- Porque son fuertes y poderosos - contestó -. A los ojos de los demás pueden parecer personas normales con más dinero que otros pero eso no es todo.

Nathan y yo nos miramos y supe que estábamos pensando lo mismo. Jonas estaba hablando de vampiros, los únicos seres sobrenaturales a los que les importaba ser poderosos tanto en el mundo humano como en el sobrenatural.

- ¿Y entonces qué son? - dijo Nathan mirándole.

- No me creerían, pensarán que estoy loco.

- Prueba a ver - le dije.

Él se quedó en silencio y me miró. ¿Por qué siempre hacía eso cuando yo le preguntaba? ¿Por qué respondía a las preguntas de Nathan rápidamente y a mí me miraba y se mantenía en silencio antes de contestar?

- Ellos - volvió a tragar saliva -, ellos son vampiros.

¡Din din din! ¡Bingo! Una musiquita de victoria sonó en mi cabeza y sonreí.

- ¿Ves? Ambos os reís de mí, creen que estoy loco.

Miré a Nathan sorprendida. ¿Él también se había reído?

- No nos reímos de ti - dijo Nathan en tono serio -. ¿Quieres que te cuente una cosa? Así te demostraré que no pensamos que estés loco.

Jonas nos miró a los dos dudoso, y luego asintió.

- Lilianne es policía de asuntos sobrenaturales, trata con hombres lobo, demonios, hadas, elfos y toda clase de seres que te puedas imaginar - empezó a decir -. Ha eliminado a muchos de ellos porque suponían un peligro para los humanos. Y en cuanto a mí...- Nathan me miró y se mordió el labio -...yo soy un vampiro.

Jonas nos volvió a mirar, pero esta vez con los ojos abiertos como platos.

- ¿De verdad? - ambos asentimos -. ¿Y has matado vampiros?

Yo sonreí y asentí otra vez.

- Ahora Jonas - dije -, necesitamos un nombre.

Él nos ojeó un poco más y luego soltó aire y se inclinó sobre la mesa para acercarse a nosotros.

- Adam Wayland - dijo -. Ese es el que acosaba a mi madre, pero no sé nada más. Grace no me dejó indagar.

- Muy bien - dijo Nathan y nos levantamos -. Gracias, le pondremos al corriente de lo que pase.

Los dos salimos de la cafetería y dejamos allí a Jonas, que ni siquiera trató de levantarse para irse. Regresamos al frente del bar donde estaba mi coche y donde nos acechaban varios motoristas desde la puerta. Entre ellos estaba aquel tipo con el que había tenido que lidiar para que no armara alboroto y que me observaba solo a mí. Abrí la puerta del copiloto pero antes de entrar me giré y vi al tipo aquel.

- Ha sido un placer - le dije y sonreí.

Entonces me metí en el coche y Nathan nos sacó de allí.

- Marshall, somos nosotros otra vez - me sorprendí al escuchar la voz de Nathan ya que ni siquiera le había visto sacar el móvil -. Buscad toda la información posible sobre Adam Wayland y sobre cualquier cosa relacionada con él- y colgó.

Me quedé mirándole mientras guardaba el teléfono y seguía conduciendo. Que yo supiera Nathan no era más que el dueño de una discoteca y sin embargo ejercía el papel de policía a la perfección, como si ya hubiera hecho antes. Él tenía un pasado bastante largo por ser vampiro y seguramente habría muchas cosas que yo no sabía ni averiguaría nunca, aunque si me contaba que una vez fue poli, me sorprendería bastante. Al principio apenas se percató de que yo le miraba pero poco después se dio cuenta y me miró de reojo.

- ¿Pasa algo? - preguntó pero yo no contesté -. No es justo que tú me mires y que yo no pueda hacerlo.

- Te recuerdo que fuiste tú el que no me dejó conducir - dije volviendo a mirar al frente.

- En eso llevas razón - dijo.

- Como en casi todo lo que hablo contigo- susurré, a pesar de que sabía que me estaba escuchando.

Él rió.

- Da igual, no me importa que me mires- dijo -. Yo ya tendré ocasión de mirarte a ti.

- Confías mucho en ti y en tus capacidades - dije.

- Si no lo hiciera no habría llegado donde estoy ahora.

- ¿Y has llegado lejos? - le miré.

- He llegado a ti, ¿no? - contestó y yo no supe qué decir.

Así que dirigí mi mirada a través de la ventana y me dediqué a observar lo de fuera. Para mi desgracia llegamos a la casa, donde mi hermana organizaba aquella asquerosa cena en familia, excesivamente pronto y mi humor se desplomó por el suelo. Nathan aparcó y los dos bajamos del coche. Mientras esperaba a que él rodeara el vehículo y se pusiera mi lado, mi móvil vibró en el bolsillo del vaquero que tenía puesto y lo saqué para contestar a la llamada.

Era mi padre.

- Está usted hablando con Lilianne Birdwhistle, ¿qué desea? - dije.

- Hola cariño - dijo mi padre -, ¿qué tal va todo? ¿Habéis avanzado con el caso?

- En cuanto al caso - dije y justo entonces Nathan llegó a donde estaba yo y empezamos a ir hacia la casa a la vez que le tiraba las llaves para que abriese la puerta principal -, pues estamos esperando a que nos den información sobre un tal Adam Wayland, un vampiro que por lo visto estaba acosando a la señora Nichols en el club nocturno. Según su hermano, Grace se metió en el asunto para que dejaran a su madre en paz.

- Eso parece un dato muy relevante - contestó mi padre -. Avisadme en cuanto tengáis algo nuevo. ¿Qué tal todo por casa?

Me quedé en silencio un momento. En ese momento ya estábamos dentro de la casa y al asomarme a la cocina vi como mi hermana revoloteaba alegremente de un lado para otro bajo la atenta mirada de Ellen.

- Tu hija Adriana ha organizado una cena familiar para esta noche - dije -. ¿Responde eso a tu pregunta?

Al oír su nombre, mi hermana se giró hacia mí con una sonrisa y se acercó.

- ¿Hablas con papá? - me preguntó y yo asentí -. Hola papá, ¿qué tal va todo por Europa? Aquí te echamos mucho de menos - me arrancó el móvil de las manos antes de decir todo eso y supe que no lo volvería a ver hasta dentro de un rato.

- ¡Chicos! - gritó Ellen para que los que estaban por la casa la escucharan -. ¡Papá está al teléfono! ¡Venid a la cocina!

¿Así que Ellen ya llamaba "papá" a su suegro?

Me quité de la puerta de la cocina para que los demás no me arrollaran al entrar por ella y me fui a mi cuarto. Había perdido de vista a Nathan y no sabía dónde se había metido, pero no tenía demasiados ánimos en ese momento para buscarle tampoco. Cuando entré a mi habitación me quedé mirándola un momento y pensé que estar encerrada allí todo el tiempo no era lo más productivo que podía hacer. Por eso me quité la ropa que llevaba puesta y la sustituí por un short deportivo y una camisa holgada con el logo de Nike en medio.

Salir a correr me ayudaría a mantener mi resistencia y a airearme un poco.

Cogí mi iPod lo conecté a los cascos y me lo coloqué en el brazo con un brazalete. Fui hasta el baño, me lavé la cara y me recogí el pelo en una cola de caballo para que no me molestara mientras corría. Cuando comprobé que todo estaba en orden salí de la zona de invitados y fui a la cocina que ya estaba más despejada de gente. Tan solo estaban allí Adriana, Chad y Ellen.

Ni rastro de mi móvil.

- ¿Vas a correr? - me preguntó Chad que estaba rondando a Ariadna y a la comida que ella preparaba.

- Sí - contesté.

Abrí la nevera y tomé el bote de zumo.

- No te irás a escaquear de la cena, ¿no?- dijo al mismo tiempo que me pasaba un vaso.

- Es una idea muy tentadora, quizás la ponga en práctica - planteé, luciendo una picarona sonrisa.

- Ni lo pienses querida hermanita - dijo Adriana en un tono poco simpático - como se te ocurra siquiera llegar tarde iré a buscarte personalmente, ¿entendido?

Le hice un gesto a lo militar diciendo "¡sí señor!" sin articular palabra y luego sonreí mientras me llevaba el vaso con zumo a la boca. En ese instante entraron a la cocina Dacota y Anabelle con expresiones enfadadas, seguidas de lejos por Nathan.

- ¡Mamá, dile a esta renacuaja que no puede quedarse con Nathan! - exclamó Dacota con notable furia.

- ¡No, es mío! - replicó Anabelle.

Su intento por sonar enfadada la hacía ver muy tierna y entrañable.

- ¡A ver niñas no forméis alboroto! - dijo Adriana adoptando su papel de madre -. Nathan no es de ninguna de ustedes, ¿queda claro? Sois muy pequeñas para él y hasta para tener novio. Esperad a tener dieciocho.

- ¿Y cuando tenga dieciocho podré salir con él? - preguntó Dacota.

Yo miré a otro lado para que no me vieran reírme.

- No has arreglado mucho las cosas que digamos - dijo Chad, haciendo eco de lo que yo estaba pensando y riéndose conmigo.

- Ya os vale - dijo nuestra hermana mirándonos enfadada -. Podríais intentar al menos ayudarme y no reíros - nos tiró a ambos un paño de cocina y volvió a mirar a sus hijas -. Venga chicas, vayamos al salón para que dejéis a Nathan tranquilo - y las tres se fueron.

- Veo que estás causando sensación en la casa, ¿no? - le dije a Nathan que estaba mirando como sus admiradoras se alejaban.

- Has nombrado la casa en general - dijo apoyándose contra la puerta -, ¿también te causo sensación?

Me reí un poco mientras guardaba el zumo de nuevo en la nevera y fregaba en vaso que acababa de usar.

- No causas tanta querido - dije.


Pasé al lado de Nathan, le di dos palmaditas en el hombro a modo de consuelo y me marché a correr.

3 comentarios:

  1. Que bien!!! Nuevo capítulo jijiji
    Me gusto muchiiiiisimo. No tengo que decirte que quiero maaaaas y pronto jijijiji
    Besitos

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  2. Jejejejej me alegro que te gustara hermanita , que sepas que ya estoy terminando el 13 así que en unos días los publicare.
    Besooooooos

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  3. Mira que me encanta sentarme tras un volante y pisar pisar el acelerador!!! Pero no me importaría dejar conducir a Nathan, para poder observar como sujeta el volante con dedos fuertes y seguros.... Aich...

    Interesante capi

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