CAPÍTULO 17
Cogí la prenda
delicadamente entre mis manos y busqué el hueco correcto. Luego, deslicé los
brazos y la cabeza, sintiendo una suave caricia en la piel, hasta que el
vestido quedó amoldado a mi cuerpo con perfección. Era de tela fina y negra,
sin mangas, terminaba justo por encima de las rodillas y rodeaba mi cuello
gracias a una cadena plateada que lo sujetaba. Además, en la parte baja del
lado derecho tenía un corte de unos dieciocho centímetros que le daba a mi
imagen un toque coqueto y sexy al mismo tiempo.