viernes, 15 de noviembre de 2013

.Pura.

Hola de nuevo!
Hoy os dejo el capítulo 6 de mi libro. Que conste que lo publico por mis querid@s lectoras, porque sinceramente hoy no tengo ganas de hacer nada porque estoy muy cansada jejejejej También siento haber tardado tanto pero cuando una está ocupada no puede hacer nada jajaja
Muchos abrazotes y besos.

CAPÍTULO 6


- ¿Desea algo señorita?- me preguntó la mujer que estaba sentada detrás del escritorio.


Era una mujer entrada en años, casi rondando los sesenta, flaca, esbelta y, a pesar de estar sentada, se apreciaba que era alta. Tenía el grisáceo pelo recogido en un moño alto y llevaba puestas unas gafas de culo de botella. Parecía la típica directora malvada de instituto, tan elegante y tenebrosa al mismo tiempo.

Si no fuera porque su mirada era simpática, aquella mujer me hubiese dado miedo.

- Estoy buscando a Donovan- dije.

Ella me miró de arriba a abajo con curiosidad cuando le dije aquello, y luego de un instante, descolgó el teléfono que se encontraba en su escritorio y se lo puso en la oreja.

- Hay alguien aquí que pregunta por ti- dijo, dándome una significativa mirada a través de sus gafas, y en cuanto lo dijo volvió a colgar el teléfono. Me miró-. Estará aquí en un momento. Si quieres puedes sentarte allí a esperar- me señaló una pequeña fila de sillas que había contra una pared.

- Gracias- fue lo único que dije.

En lugar de sentarme, observé mí alrededor. El sitio donde me encontraba era una especie de recepción, con algunas sillas y pequeñas mesas con revistas encima. Aparte de la de salida, allí había dos puertas más, una que daba al servicio y otra que supuse que daba a la comisaría en sí. Detrás de esa puerta se encontraba el sitio donde ningún delincuente quería ir a parar.

Si no contamos la cárcel, claro.

El resto de la estancia tenía todo lo que una típica recepción podía tener, como una máquina de café, otra de aperitivos, un par de plantas secas en la entrada y un tablón con publicidad. Lo que diferenciaba aquella recepción de otras, era que en las paredes había fotos de los agentes que servían o habían servido en dicha comisaría, al igual que algunos reconocimientos heroicos hechos por el propio alcalde.

Era bastante interesante.

- ¿Lilianne?- me giré al escuchar mi nombre y vi a Donovan saliendo de la puerta que no era el servicio-. ¿Qué haces aquí?

Llevaba puesto un pantalón negro elegante, una blusa blanca de manga larga y una corbata negra. Hasta con el uniforme de trabajo estaba guapo.

- Me dijiste que podía venir- contesté-, pero si es un mal momento puedo venir otro día.
- Oh no, está bien- dijo, acercándose a mí con una sonrisa-. Es solo que estoy sorprendido.

- ¿Por qué?- pregunté.

- Sinceramente pensé que no vendrías.

- La verdad es que estaba aburrida en mi casa- confesé, y vi como la mujer se aguantaba una sonrisa.

- ¿Entonces solo has venido porque estabas aburrida?- preguntó él colocándose más cerca de mí.

- Puede- me reí-. ¿Quieres que me vaya?- pregunté yo.

- No- dijo y colocó su mano en mi espalda-. Vamos.

Me guió a través de la puerta por la que él había salido, y entramos a una enorme sala llena de escritorios, con sus respectivos polis colocados en ellas. También habían puertas donde se podía leer "Sala de interrogatorios" y otras que iban hacia el servicio.

Avanzamos pasando al lado de los escritorios y de los otros policías, que mostraban miradas de respeto hacia Donovan y de curiosidad hacia mí. Caminamos hasta llegar a la puerta de un ascensor y entramos cuando se abrieron. Pulsó un botón y el ascensor comenzó a bajar. Miré a Donovan interrogativamente.

- ¿A dónde vamos?- pregunté-. ¿No me llevarás al depósito?- mis ojos se abrieron como platos, y él se rio.

- Te dije que conocerías a mi equipo- contestó, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

- ¿Y no eran esos de ahí arriba tu equipo?- pregunté, señalando con un dedo hacia arriba.

- Esos son los de los casos normales- dijo-. ¿Por qué pensaste que te llevaría al depósito?- preguntó, un tono divertido en su voz.

- Normalmente el depósito está en los pisos inferiores, en el subsuelo- dije-, y como estamos bajando, pues por eso lo pensé- me encogí de hombros.

- Jamás te llevaría a ese sitio a no ser que no hubiese más remedio- dijo, y le miré, curiosidad en mis ojos-. Es un sitio muy frívolo y que refleja demasiado la realidad. Nunca se me ocurriría llevar a alguien que me importe allí- eso me sorprendió, pero no dije nada-. Además, eres demasiado joven. Todavía me cuesta asimilar que sepas sobre el mundo sobrenatural.

- Tengo dieciocho- dije-. Tampoco soy tan joven, pero entiendo a lo que te refieres.

Él asintió, se acercó a mí y tomó mi barbilla, para poder examinar mi rostro. Observó las heridas, una a una, deteniendo su mirada en mi labio.
- Veo que tus heridas están mejorando- dijo-, pero el labio, ¿qué te ha pasado? Juraría que está peor que ayer.

Yo tragué saliva y reí en un intento por disimular mi nerviosismo, el rostro de Nathan apareciendo en mi mente.

- Digamos que me mordí un par de veces el labio mientras me lo curaba- dije. Al menos no le estaba mintiendo.

- Entiendo- dijo y me sonrió-. Deberías tener más cuidado.

- Ya- dije yo-, me lo dicen a menudo.

Ambos reímos, y en ese momento la puerta del ascensor se abrió. Habíamos llegado a un pasillo estrecho y alargado con varias puertas en él. Seguí a Donovan hasta el final del pasillo, donde nos encontramos con una puerta de metal aparentemente muy resistente, y al lado de la misma, había un pequeño panel con numeritos. Justo entonces Donovan puso una mano detrás de mi cabeza y la empujó contra su pecho, evitando que viera el panel y la puerta. Levanté mi rostro y encontré su mirada.

- Lo siento- dijo-, pero solo el personal autorizado puede ver el código.

- Y supongo que yo no soy personal autorizado, ¿no?- pregunté, una sonrisa en mi cara.

Él sonrió y yo apoyé mi cara contra su pecho, dejando que él marcara el código que abriría la puerta. Escuché cómo sus dedos pulsaban los botones y después de un instante, un clic sonó detrás de mí, dándome a entender que la puerta estaba abierta.

Sin embargo, yo no aparté mi rostro de su cálido pecho.

- Ya puedes mirar- susurró Donovan encima de mi cabeza y yo le miré.

En su cara había una pequeña sonrisa, al parecer contento porque yo no había apartado mi cabeza de él a pesar de saber que ya podía hacerlo, y di gracias nuevamente de que no se notara el calor en mis mejillas.

- Qué bien Donovan- dijo alguien a lo lejos por detrás de mí-, ya has llegado.

Me di la vuelta y me encontré una sala de tamaño mediano, con varias mesas con ordenadores encima y alrededor de diez personas mirándonos, Nathan entre ellos, y cuando le vi no pude evitar que los recuerdos de la noche anterior me abordaran. Por desgracia para mí, no pude evitar tampoco mirar sus labios, carnosos y deliciosos labios.

"Pero qué cosas piensas", pensé "sácatelo de la cabeza Lilianne, ya".

Dejé de mirarle.

Deseé dar media vuelta y salir corriendo de allí, pero como también deseaba conservar mi dignidad, no loohice. Donovan puso una mano en mi espalda para hacerme entrar y no me opuse, aunque en realidad tenía tan pocas ganas de entrar que me estaba consumiendo por dentro.

- ¿Quién es ella?- preguntó un chico joven de pelo castaño.

- Esta es Lilianne- dijo Donovan-. La conocí anoche en la discoteca de Nathan. Tuvo una pelea con una vampira y esto es lo único que se hizo- señaló mi cara.

- Hola- dije yo, pero todos estaban más pendientes de mi cara que de lo que decía.

Miré a Donovan por encima de mi hombro, en mi cara leyéndose claramente la frase "¿Es esto en serio?", y él lo único que hizo fue encogerse de hombros.

- ¿Y por qué la has traído aquí?- preguntó un tipo bastante corpulento mientras cogía una pequeña pelota de goma y la lanzaba. La pelota pasó por encima de mi cabeza y sentí el golpe seco que emitió cuando Donovan la tomó.

- La verdad, lo que quiero averiguar es otra cosa- dijo caminando hasta un escritorio y apoyándose en él-. Anoche dijiste que me contarías como es que una chica como tú  sabe del mundo sobrenatural.

 Me miró con una sonrisilla y luego me tiró la pelota. La cogí casi cuando parecía que no sería capaz de hacerlo, y le devolví la sonrisilla a Donovan. Dejé mi bandolera en una silla cercana y comencé a pasear lentamente por la sala, pasándome la pelota de una mano a otro.

- ¿Sabéis quién es El Pacificador?- pregunté, pasando mi mirada por todos los que estaban allí.

- ¿El Pacificador?- preguntó el chico del pelo castaño, mirando a Donovan.

- El Pacificador- comenzó a decir Donovan-, como su nombre indica, es el que garantiza la paz entre los humanos y los sobrenaturales, protegiendo ambos mundos del otro. Se implica sobre todo en los sobrenaturales, ya que ellos son los más propensos a comenzar guerras. Investiga casos acerca de crímenes contra los sobrenaturales o que ellos hayan cometido, les ayuda y les hace favores siempre que puede, y muy pocas veces limpia sus trapos sucios.

- ¿Y lo hace solo?- siguió preguntando el chico.

- No por supuesto que no- dijo el hombre corpulento molesto y ofendido-. ¿En qué escuela has aprendido?

El muchacho miró con ojos cohibidos al tipo.

- Como Bruce ha dicho- dijo Donovan-, El Pacificador no trabaja solo. Tiene gente que trabaja para él en todo Estados Unidos, gente como nosotros.

- ¿Trabajamos para él?- preguntó el chico, y sonreí.

Con tantas preguntas, se parecía mucho a Lynette. Donovan asintió ante la pregunta.

- ¿Y por qué nunca he escuchado hablar de él?- continuó el muchacho-. ¿Por qué no nos llama ni nos da órdenes?

- Pues porque nos deja trabajar libremente, siempre y cuando lo hagamos bien- contestó Donovan y luego me miró-. ¿Pero qué tiene eso que ver contigo?

Yo sonreí.

- Pues que ese al que llamáis El Pacificador- dije-, yo usualmente, casi todos los días del año, le llamo papá.

- ¿El Pacificador es tu padre?- preguntó Donovan asombrado.

- En efecto- contesté-. Y trabajo para él.

En ese momento, mi móvil sonó desde la bandolera y caminé hasta allí para cogerlo.

- ¿Tengo cobertura aquí abajo?- pregunté asombrada mientras miraba el número de la oficina de mi padre iluminado en la pantalla-. Hablando del rey de Roma- susurré y descolgué-. ¿Diga?

- Hola cariño- dijo mi padre al otro lado-. ¿Qué tal?

- Hola papá- dije mirando a Donovan-. ¿Qué quieres?

- ¿Por qué piensas que quiero algo?

- Pues porque me llamas con el número de tu oficina- le contesté-, y eso en el cien por cien de los casos, significa que tienes trabajo para mí.

Mi padre rio.

- Me conoces bien- dijo-. ¿Dónde estás?

- En la comisaría- dije.

- ¿Qué has hecho ahora?- preguntó, su tono sonando igual que el de Rachel la noche anterior.

- No he hecho nada- contesté molesta-. ¿Por qué cada vez que nombro algo referente a la policía todos piensan que he hecho algo? Por una vez me estoy portando bien.

Vi como todos los allí presentes sofocaban risillas.

- ¿Estás segura?- insistió mi padre, y yo suspiré.

Me acerqué a Donovan y le tendí el móvil.

- Por favor- le dije-, ¿podrías decirle a mi padre que no he hecho nada malo?

Él me miró con una sonrisa en la cara y luego me quitó el móvil de la mano. Se lo puso en la oreja y abrió la boca para poder hablar.

- Hola señor- dijo-, soy el agente Donovan, jefe del departamento de policía de Lake City. Le puedo prometer que su hija no ha hecho nada malo- me dedicó una mirada-. Ella solo ha venido a visitarme.

Esperó un momento, escuchando lo que quiera que mi padre le estuviera diciendo, algo que supuse no era nada bueno para mí cuando Donovan se rio, y después me pasó el móvil.

- ¿Contento?- pregunté cuando puse el móvil de nuevo en mi oído.

- Bastante- dijo-. Bueno, vayamos al grano, ¿tienes algún ordenador cerca?

Me di la vuelta y miré todos los ordenadores que allí había uno a uno.

- Tengo varios- contesté.

- Bien- dijo-. Coge uno y entra en tu correo.

Agaché mi vista hacia un tipo regordete con gafas e hice un gesto en dirección al ordenador que tenía enfrente.

- ¿Puedo?- pregunté, y él rápidamente se apartó y me dejó la silla libre.

Usé el ratón para abrir el buscador y luego escribí la dirección de mi correo. Inserté la clave e inicié sesión. Tenía cuarenta y seis mensajes sin leer, casi todos publicitarios y propagandistas. Encontré uno que provenía de la oficina de mi padre y lo seleccioné para poder leer su contenido.

 O más bien, ver.

Ante mí aparecieron cientos de fotos de una chica tumbada boca abajo en el suelo, en una calle a las afueras de Texas, mi ciudad de origen, con un charco de sangre a su alrededor. Puse mala cara mientras las miraba y sentí como alguien se ponía detrás de mía. Poco después, Donovan estaba de pie a mi lado.

- Eso tiene mala pinta- dije, para que mi padre me escuchara-. ¿Qué pasó?

- Por lo visto un vampiro le desgarró la garganta en la noche- dijo.

- ¿Por lo visto?- dije yo-. No suenas muy convencido.

- Porque no lo estoy- confesó-. Llevo en este mundo demasiado tiempo como para creer que un vampiro decente haría algo tan primitivo como desgarrarle la garganta a una víctima en mitad de la noche.

- Puede- dijo Nathan, inclinándose a mi lado-. Quizás sea un vampiro que quiere comenzar una guerra.

Le miré sorprendida por el repentino acercamiento.

- ¿Quién es ese?- preguntó mi padre.

- Es Nathan- dije yo sin dejar de mirarle-, un vampiro que conocí anoche. Está aquí resolviendo unos asuntos- no sabía si era verdad cuando lo dije, pero la mirada que él me dedicó, me dio a entender que estaba en lo cierto.

- Puede que tu amigo tenga algo de razón- dijo mi padre, resaltando la palabra amigo-, pero aun así no creo que eso sea todo.

Me quedé en silencio durante un momento, pensando.

- ¿Crees que puede ser un imitador?- preguntó Nathan.

- No- contestó mi padre-. Se nota claramente que la chica ha sido mordida por colmillos. Nos planteamos la idea de que fuera un perro salvaje, pero...

- Pero la chica solo a sido desgarrada- interrumpí-, el perro además de rasgar, también hubiese despedazado.

- Exacto- afirmó mi padre.

- ¿Entonces?- dijo Nathan, y cuando le miré supe que estaba intentando pensar en algo.

- Por eso te he llamado cariño- dijo mi padre-. Necesito de tu opinión. ¿Qué piensas?

- ¿Sinceramente?- dije-. Creo que ha sido un vampiro novato, uno recién convertido. Sería su primera vez bebiendo directamente de un ser humano, por lo que eligió una calle oscura y solitaria lejos del centro de la ciudad. Entonces apareció la chica, y la eligió a ella como su víctima. Se abalanzó sobre ella y la mordió, pero se puso nervioso y perdió el control. Él en realidad no quería matarla, por lo que intentó salvarla y apartó sus colmillos de ella, pero su instinto predador no le dejó, y al final le desgarró la garganta- todo se quedó en silencio-. Digo yo, no sé.

Me encogí de hombros, tratando de suavizar el ambiente, pero aquello era peor que asistir a un entierro. Aunque solo Nathan sabía de lo que estábamos hablando, la escalofriante escena que yo había descrito y las imágenes que se imaginasen de qué trataba. Donovan miraba la pantalla con casi horror en su expresión, mientras que Nathan me miraba a mí, analizándome.

- Como me esperaba de ti cariño- dijo mi padre, rompiendo el silencio en su lado del teléfono-. Siempre tan eficaz.

- Lo sé- dije-. ¿Necesitas algo más?

- No cariño- dijo-. Con lo que has dicho puedo seguir investigando. Y dime, ¿cómo te va?

- Bien- dije- un poco aburrida porque mi padre no me da trabajo. Ya sabes, lo de siempre. Debería decirle que me busque algo que hacer en esta ciudad, algo donde pueda dar puñetazos y esas cosas.

Él se rio. Como ya habíamos terminado el tema importante y estábamos en modo padre e hija, cerré mi correo, quitando así las imágenes de la pantalla.

- Deberías condenarle por tenerte todo el día aburrida en tu casa- dijo mi padre.

- Ya- dije con una sonrisa en la cara-, pero soy demasiado buena con él.

- Seguro que en el fondo te quiere- dijo. Su tono era tierno.

. Por desgracia yo también le quiero- susurré.

Aquella conversación era demasiado íntima como para que la estuvieran escuchando todos, aunque nunca podría evitar que Nathan, con su súper oído de vampiro, la escuchara.

- Nos vemos cariño- se despidió mi padre.

- Adiós.

Él colgó y yo aparté el móvil de mi oreja. Fui hasta donde se encontraba mi bandolera y lo metí dentro, para luego girarme y enfrentarme al resto.

- Con que eres la hija de El Pacificador...- dijo Donovan con su ya habitual sonrisilla.

- Por lo visto- dije y le tiré la pelota que todavía tenía en las manos.

- Jamás me hubiese imaginado que estabas metida en este mundo por ese motivo- dijo y me devolvió la pelota.

- Ya ves- dije mientras la tomaba y se la lanzaba rápidamente a Bruce al que no le dio tiempo de cogerla-, soy una caja de sorpresas.

3 comentarios:

  1. Muy interesante, pero... cuando la cosa (aunque sea poca) se estaba poniendo interesante, va y aparece el Nathan, no no no. Tendré que buscar una estaca jijiji.
    Sigue así, mi bruji, me gusta mucho.
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Gracias hermanita jijijij
    ¿Entonces te quedas con Donovan? jajajajajja
    No quiero adelantar mucho, pero ya verás que en el próximo capi Donovan y Lilianne pasan un rato juntos (sin Nathan apareciendo) jaajjajajaja
    Bsos

    ResponderEliminar