Hola hola a tod@s.
Confío en que hayan tenido una buena semana y que ahora comiencen el fin de semana aun mejor. Aquí vengo a publicar mi siguiente capítulo de mi libro que espero les esté gustando a todos. Si os parece bien me gustaría que dejaseis vuestros comentarios al final para así saber que opinan del libro. Gracias y muchos besazos =)
CAPÍTULO 7
El olor a lasaña impregnaba toda la casa.
Sasky aulló de disgusto en el suelo, tapándose la
cara con las patas, y yo hice lo mismo con un cojín, pero en vez de en el suelo,
en el sofá.
- Diez minutos-
susurré y mi estómago rugió-, solo aguanta diez minutos.
Diez minutos era lo que tenía que esperar para que
la lasaña reposara y estuviese lista para comer, pero tenía tanta hambre, que
aquellos diez minutos se me iban a hacer eternos.
Mi estómago rugió de nuevo.
- ¡Ah!- grité
mientras pataleaba en el sofá-. ¡Me voy a volver loca!
Me levanté
del sofá y lancé el cojín que había usado para taparme la boca lejos de
mí. Caminé hacia las escaleras y subí a la segunda planta, hasta mi habitación.
Fui hasta la cama y me metí debajo de las mantas, tapando mi cabeza con la
almohada. Trataba de escapar de aquel delicioso olor, pero había llegado
incluso hasta mi cuarto. Quité la almohada de mi cara y me tumbé boca arriba,
mirando fijamente al techo. Necesitaba pensar en algo que no fuera aquella
deliciosa lasaña, así comencé a rememorar lo que había pasado aquella tarde.
Después de pasar en la comisaría casi por más de
dos horas, evitando a Nathan
y hablando con Donovan la mayoría del tiempo,
Donovan me había invitado a comer y yo había aceptado. Los tres salimos de la
comisaría y, cuando Nathan se fue por su lado, le dejé conducir mi coche a
Donovan. Se había quedado encantado y alucinado al mismo tiempo cuando lo había
visto, y le había ofrecido dejar que lo condujera. Al principio me había mirado
como si pensara que le estaba gastando una broma, pero al ver que no era así se
había puesto muy contento, como un niño pequeño cuando veía una piruleta. Allí
tumbada en la cama, sonreí abiertamente mientras lo recordaba.
Fue tan divertido.
Una vez su estado de ánimo se relajó, me llevó a
un restaurante de bocadillos, ya que no podíamos entretenernos en un
restaurante decente porque él solo tenía media hora para comer, pero igualmente
fue genial. Creo que el hecho de que el restaurante fuera uno de comida rápida
suavizó aún más nuestra confianza, dejándonos ser naturales el uno con el otro.
En esa media hora hablamos mucho, sobre todo de mi espectáculo en el
supermercado, que fue el tema principal aunque intenté muchas veces desviar la
conversación hacia otra cosa, pero él
siempre se las ingeniaba para llevarme de nuevo a lo mismo. Su profesión
de policía le había convertido en alguien realmente engatusador.
El timbre sonó en ese momento.
Miré extrañada al techo durante un instante,
creyendo que mis oídos me habían jugado una mala pasada, pero el timbre sonó de
nuevo. Me destapé rápidamente y palpé el suelo con los pies, buscando mis
pantuflas de vaca, pero no las encontré. Escuché a Sasky ladrar desde abajo, y
recordé que había dejado las pantuflas en el salón. Salí de mi habitación
corriendo, justo cuando el timbre sonó otra vez.
- ¡Ya voy!-
grité, para hacer que quien quiera que fuera dejara de tocar el fastidioso
timbre.
Bajé las escaleras lo más rápido que pude e iba
atravesando el pasillo a toda pastilla cuando Sasky se metió en medio. Intenté
frenar para no chocarme con ella y resbalé, cayendo de culo contra el suelo. Se
escuchó un gran golpe y luego, durante un pequeño instante, todo se quedó en
silencio.
- Lilianne- dijo
la persona que estaba al otro lado de la puerta-, ¿estás bien?
- ¿Donovan?-
dije yo, reconociendo su voz-. ¡Sasky!- grité y ella se puso a mi lado-. Abre
la puerta.
La perra salió corriendo hacia la puerta y escuché
como se habría. Todavía estaba tumbada en el suelo recuperándome del tremendo
golpe en el trasero cuando la silueta de Donovan se apareció en el pasillo. Al
verme su primera reacción fue de preocupación, pero pasó a diversión cuando le
dediqué una sonrisa.
- ¿Qué te ha
pasado?- preguntó. Me tendió sus manos para ayudarme a levantar.
- Era esto-
dije, aceptando su ayuda-, o chocarme contra Sasky- él sonrió, y supe que se
estaba aguantando la risa-. ¿Te estás riendo de mí?- le pregunté con una
sonrisa.
Ya me había levantado, y ahora estábamos el uno
frente al otro con las manos cogidas. Nos miramos, ambos sonriendo, y estuvimos
así un rato. Nuestras sonrisas cayeron, no por incomodidad, sino porque nuestra
concentración estaba fijada en los ojos del otro. Su mirada bajó a mis labios,
y pensé que estaba mirando mi herida hasta que se mordió su propio labio. Quería
besarme, eso estaba claro, y también estaba claro que no sabía si hacerlo o no.
Me permití el lujo de mirar sus labios también y no pude evitar preguntarme que
se sentiría al besarlos. Volví a mirarle a los ojos y vi cómo me observaba
fijamente.
Y entonces comenzó a inclinarse.
Mientras lo hacía, escrutaba mi rostro con la
mirada, en busca de algún tipo de rechazo por mi parte, pero no encontró nada,
por lo que siguió inclinándose. Yo no podía hacer más que mirar sus
cautivadores ojos pardos acercándose a mí, llamándome y atrayéndome como la
miel atrae a las abejas. Sus labios se veían tan deliciosos desde aquella
distancia que quise romper la distancia rápidamente, pero dejé que él
controlara el momento. Yo tan solo cerraría los ojos y disfrutaría. Cuando
nuestros rostros se encontraban a escasos centímetros cerré los ojos y esperé a
que llegara el beso.
Pero nunca pasó.
Sasky comenzó a ladrarnos en ese momento y se
metió como pudo entre nuestras piernas, separándonos. Abrí los ojos y ambos
miramos con una sonrisa a la perra, que se acariciaba contra la pierna de
Donovan.
- Tenemos un problema-
susurré. Donovan me miró curioso mientras se agachaba para acariciar a la
perra-. Le gustas- dije y señalé a Sasky-, y cuando un chico le gusta, no deja
que ninguna otra chica se acerque a él.
- No será tan
malo- dijo, levantándose.
- Bueno- dije yo
encogiéndome de hombros-, si eres feliz pensando eso entonces- caminé hacia él
y pasé por su lado, para dirigirme a la cocina-, dejaré que pienses eso.
Avancé hasta entrar en la cocina, seguida de
Donovan y de Sasky, y saqué la lasaña del horno donde había estado reposando.
- ¿Quieres
cenar?- pregunté.
- Sí claro-
dijo-, tiene buena pinta.
Cogí dos platos, un par de tenedores y un cuchillo
y los puse en la encimera. Él se sentó en un taburete y me observó mientras
servía la comida.
- ¿Por qué estás
aquí?- pregunté, dándole su plato.
- Hoy me dijiste
que podía venir- contestó.
Tomó uno de los tenedores que yo había llevado y
pinchó su lasaña. Eso era verdad, yo le había invitado a venir a mi casa en el
restaurante de bocadillos, y al parecer él se lo había tomado a pecho.
- Ya- dije-,
pero no pensé que fueses a venir tan rápido. Solo estoy sorprendida.
- Tú también me
sorprendiste hoy en la comisaría- dijo, metiéndose un trozo de lasaña en la
boca.
- Supongo que
tienes razón- dije mientras ponía mi trozo en el plato-. Entonces ya estamos en
paz.
Fui a buscar el comedero de Sasky y esta vez partí
un trozo más grande. Coloqué el trozo de lasaña dentro del comedero y luego lo
puse en su sitio correspondiente. Sasky apareció en seguida allí y comenzó a
devorar la lasaña en cuanto me aparté un poco.
- ¿Lo que tienes
puesto es tu pijama?- preguntó Donovan por detrás de mí. Yo miré mi atuendo.
Tenía puesta la holgada camisa gris que había
usado la noche anterior para dormir y unas bragas negras eran lo único que
tenía como ropa interior. Me di la vuelta, y vi cómo Donovan me examinaba de
arriba abajo con aprobación. Yo sonreí mientras ponía lo que había quedado de
la lasaña de nuevo en el horno y el cuchillo en el fregadero. Luego me senté en
mi lado de la isleta, de frente a Donovan, todavía con una sonrisa.
- Sí- dije yo
pinchando la lasaña-, es mi pijama oficial desde ayer por la noche. ¿Crees que
es una buena elección?- pregunté, tan inocentemente como fui capaz.
- De las
mejores- contestó, mordiendo otro trozo de su lasaña.
Volví a sonreír y me metí en la boca más comida.
No es porque la hubiese hecho yo, pero tenía que reconocer que la lasaña me
había salido deliciosa y la saboreé lo máximo que pude.
- ¿Qué opinas?-
pregunté después de tragarme lo que había masticado-. ¿Está buena?
- Sí- dijo-
claro.
Él me miró significativamente, con ojos
entrecerrados y una pícara sonrisa.
- La lasaña-
dije sonriendo y mirando hacia mi plato para pichar otro trozo-. ¿Está buena?
- Oh sí- dijo-,
la lasaña también está estupenda.
Noté el calor en mis mejillas y nuevamente di
gracias de que estas no se sonrojaran con facilidad. Había aprendido que
Donovan podía ser bastante claro y directo, lanzado halagos hacia mí y provocando que mis mejillas se calentaran.
Era policía, pero al fin y al cabo también era un hombre y tenía sus propias
armas de seducción.
- ¿Desde cuándo
cocinas tan bien?- preguntó. El tema del halago ya había pasado, y ahora
volvíamos a ser como siempre.
- Desde que me
vi viviendo sola en un pequeño piso- solté, y él me miró con curiosidad.
- ¿Viviendo
sola?- preguntó.
- Sí- dije-. A
los quince me fui de casa de mis padres y comencé a vivir sola. Al principio me
iba quedando en casa de mis amigas, pero luego conseguí un piso barato y me fui
a vivir allí.
- ¿Tus padres te
echaron?- preguntó.
- No- dije yo.
Me quedé mirando el trozo de lasaña que acababa de coger con el tenedor durante
un momento y luego me lo comí-. Yo elegí marcharme. La situación en mi casa era
tensa y no lo soportaba más. Mi padre me ayudó los dos primeros meses con el
alquiler hasta que conseguí un trabajo donde podía trabajar aunque fuera menor
de edad.
- ¿Qué trabajo?
- Comencé a
trabajar para mi padre.
- No entiendo-
dijo tomando otro trozo de lasaña-, ¿la situación en tu casa era tensa pero tu
padre te ayudaba fuera?
- La situación
no era tensa con mi padre- dije yo-, sino con mi madre- se quedó en silencio-.
Mi padre y mis hermanos intentaron impedir que me fuera.
- ¿Tu madre no
intentó detenerte?- preguntó.
- Como te dije,
la relación con mi madre era tensa- la cara de Donovan se llenó de horror y
sorpresa al mismo tiempo.
Yo, sin embargo, estaba neutral. No pensaba dejar
que ninguna de mis actuales emociones se viesen reflejadas en mi rostro, a
pesar de que la rabia y el dolor inundaban cada parte de mi cuerpo.
- ¿Y cómo es
vuestra relación ahora?- preguntó. Pronunció la pregunta con cierta reticencia,
dudando de si debía preguntarlo o no.
- Nada ha
cambiado- contesté-. Ya hace mucho que no nos dirigimos la palabra- nos
quedamos en silencio, cada uno mirando su plato y comiendo.
- Entonces dices
que tienes hermanos, ¿no?- dijo él, tratando de cambiar de tema.
- Oh, por
supuesto- dije más animada-. Una hermana y dos hermanos. El más mayor es
Benjamín, luego viene Adriana, después Chad y por último yo. El único que se ha
casado es Benjamín, aunque Adriana tiene pareja y tres hijos.
- ¿Y Benjamín no
tiene hijos?- preguntó Donovan.
- No, para nada-
contesté-. Benjamín nunca ha querido tener hijos y su esposa tampoco. Son del
tipo de pareja que están mejor sin ataduras que tengan que ver con niños y
prefieren estar dedicados el uno para el otro solamente.
- ¿No les gustan
los niños?
- Al contrario-
dije-, les encantan los niños, pero no quieren tener hijos, eso es todo. Sin
embargo Adriana y Brandon ya tienen tres hijos y no se han casado todavía.
- ¿Y Chad?-
preguntó Donovan terminándose la lasaña.
- Chad es el
playboy de la familia- dije, terminándome mi lasaña también-. Se liga a muchas
pero no se compromete con ninguna. No es un mal tipo, quiero decir, no es de
los que salen con tres chicas al mismo tiempo, pero es que no es capaz de
mantener una relación estable.
- Una familia
exótica entonces- concluyó él, dejando su plato en el fregadero. Yo sonreí
mientras dejaba el mío también.
- Eso parece-
dije-. ¿Y tú? ¿Qué hay de tu familia?- pregunté.
Comencé a fregar los platos y Donovan se sentó de
nuevo en su sitio en la isleta.
- Oh, yo no
tengo mucho que contar- dijo-. Tengo a mis padres y una hermana. No está casada
ni tiene hijos ni nada. Es, como ella misma se llama, un espíritu libre. Viaja
por todo el mundo y vive muchas aventuras.
- ¿Y dónde viven
tus padres?- pregunté.
- En California-
dijo-. Siempre les atrajo el ambiente que hay allí y un día sin previo aviso
cogieron las maletas y se mudaron. Tuvieron que comenzar de cero, lo que fue
difícil ya que mi madre estaba embarazada de mi hermana, pero lo consiguieron.
- Así que tú
naciste en California, ¿no?- dije yo.
- Sí- contestó-,
pero al contrario que a mis padres, a mí nunca me atrajo ese tipo de ambiente y
cuando terminé la carrera y por fin me nombraron policía, me vine aquí.
- ¿Y cómo
acabaste metido en el mundo sobrenatural?- pregunté.
Acababa de darme cuenta de que yo no se lo había
preguntado aún.
- Estaba con mi
compañero en mi primera noche de guardia cuando un grupo de hombres lobo se nos
acercaron- dijo-. Nosotros pesábamos que eran personas normales, pero para
cuando nos dejaron ver lo que eran, ya fue demasiado tarde.
- ¿Demasiado
tarde?- pregunté curiosa.
- Mi compañero
fue asesinado y a mí me hubiese pasado lo mismo de no ser por Nathan.
- ¿Nathan?- dije
yo.
Eso sí que no me lo esperaba.
- Apareció justo
en ese momento- dijo, su tono de admiración-. Al parecer en aquel momento vivía
en otro lugar, cerca de donde sucedió el encontronazo, y salió de su casa a ver
qué pasaba. Aunque me cueste admitirlo, estoy en deuda con él.
- ¿Aunque te
cueste admitirlo?- pregunté en tono divertido y le miré por encima de mi
hombro-. ¿Acaso te cae mal?
- No es que sea
de las personas más agradables del mundo- dijo Donovan-. Además puede llegar a
ser bastante odioso y molesto si se lo propone.
- Hablando de
Nathan- dije-. ¿Por qué está tanto tiempo en la comisaría? ¿Es un infiltrado o
algo? ¿O es por el tema ese que ayer hablaste con él en la discoteca?
- Es un asunto
de la policía- dijo su tono un poco más tenso que antes-. Estamos tratando de
buscar una solución.
- Entiendo-
dije-. Entonces no preguntaré.
Terminé de fregar todo, me sequé las manos y me di
la vuelta para mirar a Donovan. Supe, por la expresión en su rostro, que había
estado mirando durante todo el rato mi pijama y admirando la piel de mi cuerpo
que dejaba al descubierto. Apoyé mis manos en la encimera a ambos lados de mí y
me quedé mirándole.
- Oye- dije, él
solo me miró-, siento lo de tu compañero.
Donovan sonrió, se levantó de su sitio y se acercó
a mí.
- No es para
tanto- dijo-. Yo era un novato entonces, y él era el tipo al que le había
tocado el muermo de enseñar al nuevo, así que su trato hacia mí no era muy
amable. En realidad era un capullo con todo el mundo, se merecía lo que le
pasó. Sinceramente, no me dio lástima.
Mi rostro se quedó pálido.
Jamás, de todas las respuestas posibles en el
mundo, me hubiese esperado esa. Había tantas otras posibles, pero Donovan había
elegido la más fría y desinteresada, cogiéndome totalmente con la guardia baja.
Él tan solo sonrió ante mi expresión y aprovechó el momento para tomar mis
manos y separarme de la encimera. Aproximó mi cuerpo al suyo y luego me rodeó
con sus brazos.
- Te has quedado
blanca- susurró.
- Es que no me
esperaba esa respuesta- contesté y él sonrió.
- Lo siento.
- ¿Lo sientes?-
me reí.
Nos quedamos mirando en silencio y de repente,
bostecé.
- Creo que
debería irme- dijo él-. Te estás quedando dormida. Tu lucha contra el carro de
la compra en el supermercado te ha pasado factura.
- ¡Oye!- exclamé
molesta-. No te burles de mí
- Yo no me
burlo- dijo, pero su tono de voz reflejaba verdadera diversión.
Rompí el abrazo, como castigo hacia él por reírse
de mí. Donovan se limitó a sonreír mientras metía las manos en los bolsillos de
su pantalón y me miraba alejarme. Caminé hasta la puerta de entrada y la abrí,
dejando espacio libre para que él saliera. Donovan me siguió y pasó por delante
de mí para salir fuera, todavía con una sonrisa en el rostro. Durante todo el
tiempo yo le miré con ojos entrecerrados y furiosos. Cuando llegó al umbral de
la puerta se paró, se dio la vuelta y me miró.
- ¿Estás
enfadada?- preguntó. Me hubiese parecido preocupado de no ser por su sonrisa.
- Puede…- dije.
Me miró un momento, para luego tomarme de la
cintura y acercarme a él.
- ¿Sigues
enfadada?- yo asentí levemente con la cabeza.
Eso provocó que bajara su rostro al mío y apoyó su
frente con la mía.
- ¿Ahora?- volví
a asentir.
Y siguió agachándose, hasta casi rozar nuestros
labios. Sabía perfectamente que no iba a volver a preguntarme en aquel punto, y
por eso sonreí y me aparté de él.
- Sigo enfadada-
dije-. No hay besos. Estás castigado.
Dicho eso, regresé dentro y cerré la puerta.
NO NO NO NOoooooooooooooooo...
ResponderEliminar¡¡¡No puede ser!!! ¿¿Como me pudistes hacer eso?? ¡¡Eres mala!!
Te estas pareciendo a una que conozco (no en persona jiji) pero te pareces... dejándome con ganas de mas.
Y encima... no se dan el beso que fuerte. Se dejó besarse con Nathan y con Donovan lo dejastes en las puertas. Mala, mala, mala...
No te hablo más (jijijijijiji)
Pero te sigo queriendo igual o mas jijiji
Besos
jajaja No hay quien te entienda
ResponderEliminarPrimero porque me dices que soy mala y luego que me sigues queriendo jajajaj
Y segundo porque me dijiste a ver cuando ponía una capitulo donde saliera Donovan mucho y dio la casualidad de que el siguiente era este, en el que solo salia él, y ahora te me quejas!!!!!!!!1 Tu no especificaste que querías que pasara, así que yo lo puse como lo tenía jajajajajaj
Así que a aguantarse jijiji
Yo también te quiero besitos
Esa a la que se parece, no seré yo jijijiji
ResponderEliminarMe encanta que no diera beso a Donovan. Mi favorito es nathan.
Se siente.
Y llegó la hora de leer el ocho!! Besazos