viernes, 22 de noviembre de 2013

.Pura.

Hola hola a tod@s.
Confío en que hayan tenido una buena semana y que ahora comiencen el fin de semana aun mejor. Aquí vengo a publicar mi siguiente capítulo de mi libro que espero les esté gustando a todos. Si os parece bien me gustaría que dejaseis vuestros comentarios al final para así saber que opinan del libro. Gracias y muchos besazos =)

CAPÍTULO 7

El olor a lasaña impregnaba toda la casa.

Sasky aulló de disgusto en el suelo, tapándose la cara con las patas, y yo hice lo mismo con un cojín, pero en vez de en el suelo, en el sofá.

- Diez minutos- susurré y mi estómago rugió-, solo aguanta diez minutos.

Diez minutos era lo que tenía que esperar para que la lasaña reposara y estuviese lista para comer, pero tenía tanta hambre, que aquellos diez minutos se me iban a hacer eternos.

Mi estómago rugió de nuevo.

- ¡Ah!- grité mientras pataleaba en el sofá-. ¡Me voy a volver loca!

Me levanté  del sofá y lancé el cojín que había usado para taparme la boca lejos de mí. Caminé hacia las escaleras y subí a la segunda planta, hasta mi habitación. Fui hasta la cama y me metí debajo de las mantas, tapando mi cabeza con la almohada. Trataba de escapar de aquel delicioso olor, pero había llegado incluso hasta mi cuarto. Quité la almohada de mi cara y me tumbé boca arriba, mirando fijamente al techo. Necesitaba pensar en algo que no fuera aquella deliciosa lasaña, así comencé a rememorar lo que había pasado aquella tarde.

Después de pasar en la comisaría casi por más de dos horas, evitando a Nathan y hablando con Donovan la mayoría del tiempo, Donovan me había invitado a comer y yo había aceptado. Los tres salimos de la comisaría y, cuando Nathan se fue por su lado, le dejé conducir mi coche a Donovan. Se había quedado encantado y alucinado al mismo tiempo cuando lo había visto, y le había ofrecido dejar que lo condujera. Al principio me había mirado como si pensara que le estaba gastando una broma, pero al ver que no era así se había puesto muy contento, como un niño pequeño cuando veía una piruleta. Allí tumbada en la cama, sonreí abiertamente mientras lo recordaba.

Fue tan divertido.

Una vez su estado de ánimo se relajó, me llevó a un restaurante de bocadillos, ya que no podíamos entretenernos en un restaurante decente porque él solo tenía media hora para comer, pero igualmente fue genial. Creo que el hecho de que el restaurante fuera uno de comida rápida suavizó aún más nuestra confianza, dejándonos ser naturales el uno con el otro. En esa media hora hablamos mucho, sobre todo de mi espectáculo en el supermercado, que fue el tema principal aunque intenté muchas veces desviar la conversación hacia otra cosa, pero él  siempre se las ingeniaba para llevarme de nuevo a lo mismo. Su profesión de policía le había convertido en alguien realmente engatusador.

El timbre sonó en ese momento.

Miré extrañada al techo durante un instante, creyendo que mis oídos me habían jugado una mala pasada, pero el timbre sonó de nuevo. Me destapé rápidamente y palpé el suelo con los pies, buscando mis pantuflas de vaca, pero no las encontré. Escuché a Sasky ladrar desde abajo, y recordé que había dejado las pantuflas en el salón. Salí de mi habitación corriendo, justo cuando el timbre sonó otra vez.

- ¡Ya voy!- grité, para hacer que quien quiera que fuera dejara de tocar el fastidioso timbre.

Bajé las escaleras lo más rápido que pude e iba atravesando el pasillo a toda pastilla cuando Sasky se metió en medio. Intenté frenar para no chocarme con ella y resbalé, cayendo de culo contra el suelo. Se escuchó un gran golpe y luego, durante un pequeño instante, todo se quedó en silencio.

- Lilianne- dijo la persona que estaba al otro lado de la puerta-, ¿estás bien?

- ¿Donovan?- dije yo, reconociendo su voz-. ¡Sasky!- grité y ella se puso a mi lado-. Abre la puerta.

La perra salió corriendo hacia la puerta y escuché como se habría. Todavía estaba tumbada en el suelo recuperándome del tremendo golpe en el trasero cuando la silueta de Donovan se apareció en el pasillo. Al verme su primera reacción fue de preocupación, pero pasó a diversión cuando le dediqué una sonrisa.

- ¿Qué te ha pasado?- preguntó. Me tendió sus manos para ayudarme a levantar.

- Era esto- dije, aceptando su ayuda-, o chocarme contra Sasky- él sonrió, y supe que se estaba aguantando la risa-. ¿Te estás riendo de mí?- le pregunté con una sonrisa.

Ya me había levantado, y ahora estábamos el uno frente al otro con las manos cogidas. Nos miramos, ambos sonriendo, y estuvimos así un rato. Nuestras sonrisas cayeron, no por incomodidad, sino porque nuestra concentración estaba fijada en los ojos del otro. Su mirada bajó a mis labios, y pensé que estaba mirando mi herida hasta que se mordió su propio labio. Quería besarme, eso estaba claro, y también estaba claro que no sabía si hacerlo o no. Me permití el lujo de mirar sus labios también y no pude evitar preguntarme que se sentiría al besarlos. Volví a mirarle a los ojos y vi cómo me observaba fijamente.

Y entonces comenzó a inclinarse.

Mientras lo hacía, escrutaba mi rostro con la mirada, en busca de algún tipo de rechazo por mi parte, pero no encontró nada, por lo que siguió inclinándose. Yo no podía hacer más que mirar sus cautivadores ojos pardos acercándose a mí, llamándome y atrayéndome como la miel atrae a las abejas. Sus labios se veían tan deliciosos desde aquella distancia que quise romper la distancia rápidamente, pero dejé que él controlara el momento. Yo tan solo cerraría los ojos y disfrutaría. Cuando nuestros rostros se encontraban a escasos centímetros cerré los ojos y esperé a que llegara el beso.

Pero nunca pasó.

Sasky comenzó a ladrarnos en ese momento y se metió como pudo entre nuestras piernas, separándonos. Abrí los ojos y ambos miramos con una sonrisa a la perra, que se acariciaba contra la pierna de Donovan.

- Tenemos un problema- susurré. Donovan me miró curioso mientras se agachaba para acariciar a la perra-. Le gustas- dije y señalé a Sasky-, y cuando un chico le gusta, no deja que ninguna otra chica se acerque a él.

- No será tan malo- dijo, levantándose.

- Bueno- dije yo encogiéndome de hombros-, si eres feliz pensando eso entonces- caminé hacia él y pasé por su lado, para dirigirme a la cocina-, dejaré que pienses eso.

Avancé hasta entrar en la cocina, seguida de Donovan y de Sasky, y saqué la lasaña del horno donde había estado reposando.

- ¿Quieres cenar?- pregunté.

- Sí claro- dijo-, tiene buena pinta.

Cogí dos platos, un par de tenedores y un cuchillo y los puse en la encimera. Él se sentó en un taburete y me observó mientras servía la comida.

- ¿Por qué estás aquí?- pregunté, dándole su plato.

- Hoy me dijiste que podía venir- contestó.

Tomó uno de los tenedores que yo había llevado y pinchó su lasaña. Eso era verdad, yo le había invitado a venir a mi casa en el restaurante de bocadillos, y al parecer él se lo había tomado a pecho.

- Ya- dije-, pero no pensé que fueses a venir tan rápido. Solo estoy sorprendida.

- Tú también me sorprendiste hoy en la comisaría- dijo, metiéndose un trozo de lasaña en la boca.

- Supongo que tienes razón- dije mientras ponía mi trozo en el plato-. Entonces ya estamos en paz.

Fui a buscar el comedero de Sasky y esta vez partí un trozo más grande. Coloqué el trozo de lasaña dentro del comedero y luego lo puse en su sitio correspondiente. Sasky apareció en seguida allí y comenzó a devorar la lasaña en cuanto me aparté un poco.

- ¿Lo que tienes puesto es tu pijama?- preguntó Donovan por detrás de mí. Yo miré mi atuendo.

Tenía puesta la holgada camisa gris que había usado la noche anterior para dormir y unas bragas negras eran lo único que tenía como ropa interior. Me di la vuelta, y vi cómo Donovan me examinaba de arriba abajo con aprobación. Yo sonreí mientras ponía lo que había quedado de la lasaña de nuevo en el horno y el cuchillo en el fregadero. Luego me senté en mi lado de la isleta, de frente a Donovan, todavía con una sonrisa.

- Sí- dije yo pinchando la lasaña-, es mi pijama oficial desde ayer por la noche. ¿Crees que es una buena elección?- pregunté, tan inocentemente como fui capaz.

- De las mejores- contestó, mordiendo otro trozo de su lasaña.

Volví a sonreír y me metí en la boca más comida. No es porque la hubiese hecho yo, pero tenía que reconocer que la lasaña me había salido deliciosa y la saboreé lo máximo que pude.

- ¿Qué opinas?- pregunté después de tragarme lo que había masticado-. ¿Está buena?

- Sí- dijo- claro.

Él me miró significativamente, con ojos entrecerrados y una pícara sonrisa.

- La lasaña- dije sonriendo y mirando hacia mi plato para pichar otro trozo-. ¿Está buena?

- Oh sí- dijo-, la lasaña también está estupenda.

Noté el calor en mis mejillas y nuevamente di gracias de que estas no se sonrojaran con facilidad. Había aprendido que Donovan podía ser bastante claro y directo, lanzado halagos hacia mí  y provocando que mis mejillas se calentaran. Era policía, pero al fin y al cabo también era un hombre y tenía sus propias armas de seducción.

- ¿Desde cuándo cocinas tan bien?- preguntó. El tema del halago ya había pasado, y ahora volvíamos a ser como siempre.

- Desde que me vi viviendo sola en un pequeño piso- solté, y él me miró con curiosidad.

- ¿Viviendo sola?- preguntó.

- Sí- dije-. A los quince me fui de casa de mis padres y comencé a vivir sola. Al principio me iba quedando en casa de mis amigas, pero luego conseguí un piso barato y me fui a vivir allí.

- ¿Tus padres te echaron?- preguntó.

- No- dije yo. Me quedé mirando el trozo de lasaña que acababa de coger con el tenedor durante un momento y luego me lo comí-. Yo elegí marcharme. La situación en mi casa era tensa y no lo soportaba más. Mi padre me ayudó los dos primeros meses con el alquiler hasta que conseguí un trabajo donde podía trabajar aunque fuera menor de edad.

- ¿Qué trabajo?

- Comencé a trabajar para mi padre.

- No entiendo- dijo tomando otro trozo de lasaña-, ¿la situación en tu casa era tensa pero tu padre te ayudaba fuera?

- La situación no era tensa con mi padre- dije yo-, sino con mi madre- se quedó en silencio-. Mi padre y mis hermanos intentaron impedir que me fuera.

- ¿Tu madre no intentó detenerte?- preguntó.

- Como te dije, la relación con mi madre era tensa- la cara de Donovan se llenó de horror y sorpresa al mismo tiempo.

Yo, sin embargo, estaba neutral. No pensaba dejar que ninguna de mis actuales emociones se viesen reflejadas en mi rostro, a pesar de que la rabia y el dolor inundaban cada parte de mi cuerpo.

- ¿Y cómo es vuestra relación ahora?- preguntó. Pronunció la pregunta con cierta reticencia, dudando de si debía preguntarlo o no.

- Nada ha cambiado- contesté-. Ya hace mucho que no nos dirigimos la palabra- nos quedamos en silencio, cada uno mirando su plato y comiendo.

- Entonces dices que tienes hermanos, ¿no?- dijo él, tratando de cambiar de tema.

- Oh, por supuesto- dije más animada-. Una hermana y dos hermanos. El más mayor es Benjamín, luego viene Adriana, después Chad y por último yo. El único que se ha casado es Benjamín, aunque Adriana tiene pareja y tres hijos.

- ¿Y Benjamín no tiene hijos?- preguntó Donovan.

- No, para nada- contesté-. Benjamín nunca ha querido tener hijos y su esposa tampoco. Son del tipo de pareja que están mejor sin ataduras que tengan que ver con niños y prefieren estar dedicados el uno para el otro solamente.

- ¿No les gustan los niños?

- Al contrario- dije-, les encantan los niños, pero no quieren tener hijos, eso es todo. Sin embargo Adriana y Brandon ya tienen tres hijos y no se han casado todavía.

- ¿Y Chad?- preguntó Donovan terminándose la lasaña.

- Chad es el playboy de la familia- dije, terminándome mi lasaña también-. Se liga a muchas pero no se compromete con ninguna. No es un mal tipo, quiero decir, no es de los que salen con tres chicas al mismo tiempo, pero es que no es capaz de mantener una relación estable.

- Una familia exótica entonces- concluyó él, dejando su plato en el fregadero. Yo sonreí mientras dejaba el mío también.

- Eso parece- dije-. ¿Y tú? ¿Qué hay de tu familia?- pregunté.

Comencé a fregar los platos y Donovan se sentó de nuevo en su sitio en la isleta.

- Oh, yo no tengo mucho que contar- dijo-. Tengo a mis padres y una hermana. No está casada ni tiene hijos ni nada. Es, como ella misma se llama, un espíritu libre. Viaja por todo el mundo y vive muchas aventuras.

- ¿Y dónde viven tus padres?- pregunté.

- En California- dijo-. Siempre les atrajo el ambiente que hay allí y un día sin previo aviso cogieron las maletas y se mudaron. Tuvieron que comenzar de cero, lo que fue difícil ya que mi madre estaba embarazada de mi hermana, pero lo consiguieron.

- Así que tú naciste en California, ¿no?- dije yo.

- Sí- contestó-, pero al contrario que a mis padres, a mí nunca me atrajo ese tipo de ambiente y cuando terminé la carrera y por fin me nombraron policía, me vine aquí.

- ¿Y cómo acabaste metido en el mundo sobrenatural?- pregunté.

Acababa de darme cuenta de que yo no se lo había preguntado aún.

- Estaba con mi compañero en mi primera noche de guardia cuando un grupo de hombres lobo se nos acercaron- dijo-. Nosotros pesábamos que eran personas normales, pero para cuando nos dejaron ver lo que eran, ya fue demasiado tarde.

- ¿Demasiado tarde?- pregunté curiosa.

- Mi compañero fue asesinado y a mí me hubiese pasado lo mismo de no ser por Nathan.

- ¿Nathan?- dije yo.

Eso sí que no me lo esperaba.

- Apareció justo en ese momento- dijo, su tono de admiración-. Al parecer en aquel momento vivía en otro lugar, cerca de donde sucedió el encontronazo, y salió de su casa a ver qué pasaba. Aunque me cueste admitirlo, estoy en deuda con él.

- ¿Aunque te cueste admitirlo?- pregunté en tono divertido y le miré por encima de mi hombro-. ¿Acaso te cae mal?

- No es que sea de las personas más agradables del mundo- dijo Donovan-. Además puede llegar a ser bastante odioso y molesto si se lo propone.

- Hablando de Nathan- dije-. ¿Por qué está tanto tiempo en la comisaría? ¿Es un infiltrado o algo? ¿O es por el tema ese que ayer hablaste con él en la discoteca?

- Es un asunto de la policía- dijo su tono un poco más tenso que antes-. Estamos tratando de buscar una solución.

- Entiendo- dije-. Entonces no preguntaré.

Terminé de fregar todo, me sequé las manos y me di la vuelta para mirar a Donovan. Supe, por la expresión en su rostro, que había estado mirando durante todo el rato mi pijama y admirando la piel de mi cuerpo que dejaba al descubierto. Apoyé mis manos en la encimera a ambos lados de mí y me quedé mirándole.

- Oye- dije, él solo me miró-, siento lo de tu compañero.

Donovan sonrió, se levantó de su sitio y se acercó a mí.

- No es para tanto- dijo-. Yo era un novato entonces, y él era el tipo al que le había tocado el muermo de enseñar al nuevo, así que su trato hacia mí no era muy amable. En realidad era un capullo con todo el mundo, se merecía lo que le pasó. Sinceramente, no me dio lástima.

Mi rostro se quedó pálido.

Jamás, de todas las respuestas posibles en el mundo, me hubiese esperado esa. Había tantas otras posibles, pero Donovan había elegido la más fría y desinteresada, cogiéndome totalmente con la guardia baja. Él tan solo sonrió ante mi expresión y aprovechó el momento para tomar mis manos y separarme de la encimera. Aproximó mi cuerpo al suyo y luego me rodeó con sus brazos.

- Te has quedado blanca- susurró.

- Es que no me esperaba esa respuesta- contesté y él sonrió.

- Lo siento.

- ¿Lo sientes?- me reí.

Nos quedamos mirando en silencio y de repente, bostecé.

- Creo que debería irme- dijo él-. Te estás quedando dormida. Tu lucha contra el carro de la compra en el supermercado te ha pasado factura.

- ¡Oye!- exclamé molesta-. No te burles de mí

- Yo no me burlo- dijo, pero su tono de voz reflejaba verdadera diversión.

Rompí el abrazo, como castigo hacia él por reírse de mí. Donovan se limitó a sonreír mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón y me miraba alejarme. Caminé hasta la puerta de entrada y la abrí, dejando espacio libre para que él saliera. Donovan me siguió y pasó por delante de mí para salir fuera, todavía con una sonrisa en el rostro. Durante todo el tiempo yo le miré con ojos entrecerrados y furiosos. Cuando llegó al umbral de la puerta se paró, se dio la vuelta y me miró.

- ¿Estás enfadada?- preguntó. Me hubiese parecido preocupado de no ser por su sonrisa.

- Puede…- dije.

Me miró un momento, para luego tomarme de la cintura y acercarme a él.

- ¿Sigues enfadada?- yo asentí levemente con la cabeza.

Eso provocó que bajara su rostro al mío y apoyó su frente con la mía.

- ¿Ahora?- volví a asentir.

Y siguió agachándose, hasta casi rozar nuestros labios. Sabía perfectamente que no iba a volver a preguntarme en aquel punto, y por eso sonreí y me aparté de él.

- Sigo enfadada- dije-. No hay besos. Estás castigado.

Dicho eso, regresé dentro y cerré la puerta.

3 comentarios:

  1. NO NO NO NOoooooooooooooooo...
    ¡¡¡No puede ser!!! ¿¿Como me pudistes hacer eso?? ¡¡Eres mala!!

    Te estas pareciendo a una que conozco (no en persona jiji) pero te pareces... dejándome con ganas de mas.

    Y encima... no se dan el beso que fuerte. Se dejó besarse con Nathan y con Donovan lo dejastes en las puertas. Mala, mala, mala...
    No te hablo más (jijijijijiji)

    Pero te sigo queriendo igual o mas jijiji
    Besos

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  2. jajaja No hay quien te entienda
    Primero porque me dices que soy mala y luego que me sigues queriendo jajajaj
    Y segundo porque me dijiste a ver cuando ponía una capitulo donde saliera Donovan mucho y dio la casualidad de que el siguiente era este, en el que solo salia él, y ahora te me quejas!!!!!!!!1 Tu no especificaste que querías que pasara, así que yo lo puse como lo tenía jajajajajaj
    Así que a aguantarse jijiji
    Yo también te quiero besitos

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  3. Esa a la que se parece, no seré yo jijijiji
    Me encanta que no diera beso a Donovan. Mi favorito es nathan.
    Se siente.
    Y llegó la hora de leer el ocho!! Besazos

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