sábado, 15 de febrero de 2014

Herida(Wounded)

CAPÍTULO 5



- Oye- dije yo-, ¿se puede saber que hago aquí?

Ninguno de los dos directores me hizo el más mínimo caso y ambos continuaron hablando entre ellos.

En aquel momento me encontraba en el despacho del director, esperando a que uno de los dos me dijera para qué demonios me habían llamado. Y es que ni siquiera el guardián que me había guiado hasta allí sabía qué querían de mí o, al menos, eso era lo que él me había dicho. Jul y Betty se encontraban fuera, esperándome para ir juntas a la fiesta en el bosque.

Me levanté en busca de algo de entretenimiento, y terminé mirando las armas que estaban expuestas en la pared. Había estacas, dagas, espadas, arcos y flechas, ballestas, cuchillos y alguna que otra arma de fuego. Pero lo que más llamó mi atención fue una katana que estaba sobre un atril encima de un altar. El forro que debía estar cubriendo la afilada hoja era rojo sangre y tenía una anilla dorada en el extremo por donde entraba la hoja de la katana. El mango era de color ocre oscuro y brillaba casi tanto como la hoja. Tenía una especie de escamas que lo rodeaban, y al final del todo estaba la forma de la cabeza de un águila.

Era, sin duda alguna, lo más hermoso que había visto nunca.

Y por ello, tan solo contemplarla no era suficiente para mí, y mi instinto de cazadora me incitaba a que la cogiera. Deseaba sostenerla y sentir su tacto, comprobar su peso, ver el reflejo que emitía al reflejar la luz del sol pero sobretodo, quería usarla para luchar. Así que alargué la mano, acaricié durante un momento el mango y rápidamente la alcé en el aire. Era ligera pero también era firme y potente, tanto que podía cortar hasta el aire.

- ¡Oye tú! ¡Suelta eso!

Me giré y vi al director de pie ante su escritorio, mirándome totalmente furioso.

- Me llamo Daniela, no “tú”- repliqué sin soltar la katana.

- Que chistosa eres- dijo mofándose de mí-. No me sé ni los nombres de los alumnos de mi propia academia, ¿y crees que me aprenderé el tuyo?

- ¿Y cree usted que yo soltaré esta katana?- pregunté yo.

- ¿Te atreves a desafiarme?- preguntó avanzando un paso-. Yo soy el director de esta academia y tú no eres más que una simple alumna así que, o me respetas como tu superior, o en cinco minutos te pongo de patitas en la calle.

- Si por mí fuera, me marcharía ya mismo- contesté mientras dejaba la katana en su sitio.

- Vosotros dos, dejad de pelear- exigió la directora-. Daniela por favor, siéntate, y tú- continuó mirando a Francis con ojos impenetrables- compórtate y arrímate a un lado.

Ambos obedecimos y, mientras el director se situaba en un sillón a mi izquierda, yo me senté en la silla que estaba en frente de la mesa de la directora.

- Bueno- dije-, ¿y para qué me ha llamado?

- Verás querida- comenzó-, la verdad es que tengo curiosidad por saber de qué te reías ayer mientras yo comunicaba nuestra marcha.

Se me quedó mirando en silencio, a la espera de mi respuesta, y por el rabillo del ojo pude ver que Francis también estaba interesado.

- Si le soy sincera- dije-, me reía porque todo esto me parece absurdo.

- ¿Puedes ser más concreta?- me instó ella y yo suspiré.

- Mira, en primer lugar es la primera vez que escucho que un profesor se pone a patrullar- dije-. ¿A caso no es ese el trabajo de los guardianes? Aunque si todos son como los que conocí ayer, entonces entiendo que hayas tenido que llegar al extremo de poner a un profesor a vigilar.

- ¿Cómo los que conociste ayer?- preguntó atónita.

- Sí- continué-. La chica que me recibió me tenía pánico y temblaba como un flan mientras me guiaba. ¿Y el chico que ella fue a buscar a tu despacho? Cuando salió tenía toda la pinta de haber estado echándose una siesta. ¿Piensas que eso se puede permitir en una situación de alerta como en la que se encuentra tu academia? No me extraña que ese clan que os amenaza haya conseguido asesinar a ese profesor.

- ¿Y qué propones que hagamos entonces?- preguntó el director.

No pude evitar soltar una carcajada.

- ¿Yo?- dije mientras dejaba de reírme-. Yo no soy más que una simple alumna, ¿qué voy a proponer yo?

Francis me miró incrédulo, pero había un pequeño atisbo de diversión y rabia al mismo tiempo en su mirada. Si en algún momento había buscado llevarse mal conmigo, la llevaba clara, porque yo no era una enemiga fácil, y él mismo acababa de descubrirlo.

- ¿Necesita algo más?- le pregunté a la directora, volviendo a mirarla.

- No- contestó-, ya puedes irte. Diviértete en la fiesta.

- Gracias- me levanté y fui hacia la puerta-. Ha sido un placer.

Le dediqué una sonrisa irónica al director y cerré la puerta tras de mí.




- ¿No nos vas a decir de qué habéis hablado?- preguntó Jul.

- No seas pesada- repliqué-. Disfruta de la fiesta y deja de preocuparte.

Ella me miró con los ojos entrecerrados, dándome a entender que aquello no acababa allí, pero que al menos el asunto estaba zanjado de momento.

A mí alrededor los vampiros y los humanos reían entre ellos, hablando y bebiendo a más no poder. Algunos chicos competían entre ellos echando pulsos y luciéndose ante el millón de chicas que les rodeaban. Por otra parte, Sol y sus compinches mostraban a los demás sus lujosas prendas y su “estupenda’’ manicura francesa. Mis ganas de romperle la cara aumentaban según las palabras salían de su boca, pero me limitaba a estrujar la lata de refresco vacía que tenía en la mano, hasta que la dejé casi inexistente. Jul se marchó a hablar con Sic y sus amigos, dejándonos a Betty y a mí solas.

Ambas estábamos aburridas, ella porque su timidez no le dejaba divertirse y yo porque hablar con una manada de críos no iba conmigo. Estábamos sentadas una al lado de la otra, salvo porque ella estaba sentada en una roca y yo estaba sentada en el suelo, apoyada contra el tronco de un árbol. Aquel lugar se encontraba en un pequeño “altillo’’ de tierra desde donde se veía a la mayor parte de la gente.

- Voy a buscar algo para beber- dije mientras me levantaba. Me sacudí la tierra del pantalón y miré a Betty-. ¿Quieres algo?- ella asintió-. ¿Agua?- negó con la cabeza y señaló la alta que estaba estrujada en mi mano-. Está bien, enseguida vuelvo.

Bajé del “altillo’’ de un salto y caminé hacia la zona donde estaban la comida y la bebida. Aquella gente parecía que tenían los pies pegados al suelo porque no se movían un pelo para dejarme pasar, por lo que tuve que empujar a más de uno.

- ¡Oíd chicos! Gritó alguien entre la multitud-. ¡Mirad quién ha llegado!- y dicho y hecho, todos a mi alrededor miraron a donde el chico se encontraba.

- ¡Kile! ¡Es Kile!- gritaron un par de chicas.

- ¡Hey Kile! ¡Qué pasa tronco!

Y con ese tipo de saludos todo el mundo se fue amontonando en torno a Kile que, por desgracia para mí, había llegado por la zona donde se encontraban las bebidas, así que tuve que llegar empujando a más gente que antes. Finalmente allí, tuve la buena suerte de que la nevera que contenía las bebidas que yo quería estaba despejada de gente, aunque cerca de allí estaban Sol y sus amiguitas coqueteando con el tal Kile. Pasé de ellas y metí la mano en el hielo, cogí una lata y, tras sacarla, comencé a buscar otra.

- ¡Oh! Pero mira quien está aquí- escuché decir a Sol y una parte de mí supo que se dirigía a mí.

Yo solo cogí la otra lata y me di la vuelta para regresar por donde había venido.

- No te vayas- dijo mientras me agarraba del brazo y se ponía delante de mí-, niñita.

Solté un bufido mientras le sonreía con irónico escepticismo.

- Aparta- dije.

- No soy un bicho niñita- dijo molesta-. A mí no me hables así.

Estiré una de las manos delante de mí colocando una lata entre ambas.

- ¿Quieres que te aplaste como a uno?- dije, y rápidamente apreté la lata, que cedió bajo mi mano enseguida.

Exprimí hasta la última gota ante la estupefacta mirada de Sol y cuando hube terminado, le di la lata vacía, me sacudí el líquido de la mano y avancé.

- Aparta- dije mientras chocaba mi hombro contra el suyo.

En el camino de vuelta al “altillo’’ no hubo empujones ya que, según yo iba avanzando, la gente se iba apartando. Al llegar me encontré con la mirada asombrada de Betty, Jul, y el resto, que se encontraban al lado de ellas, que no sabían cómo reaccionar.

- Toma- dije tendiéndole la lata que me quedaba a Betty.

Ella cogió la lata pero no la abrió, sino que la miró intensamente y supe que estaba intentando hacerla explotar, al igual que había hecho yo, porque sus músculos del brazo se tensaron y sus nudillos se quedaron blancos.

- Me marcho- dije mirando a Jul-. Esta fiesta es una pesadez.

Y sin esperar una respuesta, salí caminando hacia el bosque por la misma dirección por donde había llegado con Jul y Betty. Como era de noche, el aire estaba frío, pero ese frío no era nada comparado con la humedad tan densa que me taponaba hasta los pulmones. Pero incluso ese asfixiante ambiente me resultaba agradable, así que caminé lo más lentamente posible para disfrutar de aquello. La tierra se sentía blanda y húmeda incluso a través de mis zapatillas. Todo estaba oscuro, excepto por alguna que otra fogata que se veía a lo lejos, y en aquel momento lo único que me guiaba era el instinto y los recuerdos que tenía de cuando había estado dirigiéndome hacia la fiesta horas antes.

Y me sentí tan ajena, tan fuera de lugar…

…tan absurda.

Y es que yo, hacía tan solo un par de días, me encontraba en mi solitaria y tranquila casa, lejos de los problemas y las preocupaciones. Y en cambio ahora, en un abrir y cerrar de ojos, estaba en una academia plagada, en su mayoría, de estúpidos e infantiles humanos y vampiros. Y para colmo estábamos bajo la amenaza de un clan del que seguramente no podríamos defendernos.

Ni siquiera entendía cómo es que hasta ahora solo había muerto un profesor, porque si ese clan era tan peligroso, acabar con la academia sería pan comido y, sin embargo, no habían intentado nada. Lo que me hacía preguntarme, ¿eran de verdad tan peligrosos? ¿O simplemente estaban jugando un poco antes de atacar? Jugar con sus víctimas era el juego favorito de todo clan, y sobre todo si era un clan de vampiros. Sí, seguramente sería por ese…

Alguien me estaba siguiendo.

Lo sabía desde hacía un rato, pero lo había ignorado pensando que era alguien de la fiesta que pasaba por allí, pero ahora se notaba que no habíamos tomado el mismo camino por casualidad. No se trataba de un humano porque los pasos eran ágiles y casi totalmente silenciosos, como los de un vampiro.

Me paré, y conmigo, los silenciosos pasos. Miré alrededor lentamente, enfocando mis ojos en todos lados, buscando algo, cualquier cosa. Pero nada, no había nada. Todo estaba oscuro y tranquilo y las voces que procedían de la fiesta eran casi imperceptibles. Esperé durante un momento en busca de escuchar nuevamente aquellos pasos, pero como no percibí nada, dejé el asunto y continué.

Y entonces me choqué y caí, o más bien, casi caigo, porque antes de llegar al suelo, alguien me sujetó por las manos.

En frente de mí, un vampiro alto rubio y de ojos verdes me miraba con una sonrisilla divertida en el rostro. Sus manos se aferraban a las mías con fuerza, no con tanta como para escacharme los dedos, pero si con la suficiente como para no dejarme ir. Había que reconocer que el chico era guapo, pero lo que más me gustaba eran sus ojos, que relucían como dos esmeraldas en aquella oscuridad.

- …¿gracias?- dije yo. Su sonrisa se amplió, y esta vez pude ver sus colmillos.

- Yo te he hecho chocar- dijo con dulce voz-, ¿y tú me das las gracias?

- Al menos no me has dejado caer.

Me incorporé.

- Cierto- se rio mientras me soltaba las manos-. Dani, ¿verdad?

- En efecto.

- Yo soy Kile- dijo, y yo no pude evitar mirarle de repente.

Luego, después de un instante, sonreí mientras metía las manos en el interior de mi sudadera y continuaba andando lentamente.

- ¿Así que tú eres el famoso Kile?- pregunté en un susurro, a sabiendas de que él lo escucharía.

- ¿Famoso?- preguntó haciéndose el loco-. ¿Acaso soy famoso?

- ¿Acaso no lo eres?

- Ahí me has pillado.

- Lo sé.

Ambos reímos, no a carcajadas, simplemente pequeñas risas, hasta que el silencio se tornó sobre nosotros. Caminar en silencio junto aquel chico no me resultaba incómodo ni irritante, pero sí un poco extraño. Acababa de conocerlo y ya nos reíamos como si fuésemos amigos de toda la vida.

- Espera un segundo- dije parándome en seco-. ¿Por qué estás aquí? ¿No se supone que deberías de estar en la fiesta?

El evitó mirarme a los ojos y de repente todo quedó claro.

- Me has seguido, ¿a que sí?- él no contestó-. ¿Por qué?

Se oyó un pequeño gritillo a unos metros más allá de nosotros, y ambos miramos en esa dirección. No me extrañó ver a Sol levantándose a duras penas del suelo mientras se sacudía las hojas y los restos de tierra de sus pantalones de diseño.

- ¡Oh Kile!- dijo haciéndose la sorprendida-. ¿Estabas aquí?

- ¿Me buscabas?

- ¡¿Qué!? No, claro que no- se acercó rápidamente a nosotros-. Solo he salido a dar un paseo por el bosque.

- Sí claro- contesté-, y yo no te odio. ¿Por qué no seguimos diciendo mentiras?

Ella hizo caso omiso a mis palabras y fijó su atención en Kile.

- ¿Y qué haces tú por aquí?- le preguntó.

- Bueno, yo me marcho.

Me di media vuelta y continué caminando.

- Espera- dijo Kile mientras me cogía del brazo y me obligaba a mirarle.

- Kile, déjala- dijo Sol un tanto irritada, pero él no la escuchó y continuó mirándome.

- Hazle caso a tu novia, Kile- dije-. No pierdas el tiempo conmigo.


Lentamente, pero no totalmente convencido, él fue soltando mi brazo y mientras sus dedos rozaban mi piel, un cosquilleo me recorrió el cuerpo. Se dio la vuelta y comenzó a andar, con Sol cogiéndole del brazo, hasta que ambos desaparecieron completamente de mi vista.

2 comentarios:

  1. Oh le PATEAS el culo tu a la pija esa, o entro yo en el cuento y lo hago con gran gusto. Jiiii

    Me va gustando, quieto más. Pero también de nathan jijiji

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  2. Muy bien... llegamos a donde lo deje jijijiji.
    Muy interesante, espero que no lo dejes a media como a Nathan jijijiji.

    Muchos besos mi brujilla ;)

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