CAPÍTULO 9
Cada uno se adaptaba a nuestra nueva situación
de forma distinta, todos a su manera, pero igualmente adaptándose. Durante los
tres días siguientes Jul no fue la misma a pesar de que intentaba disimularlo
por todos los medios posibles, pero es que se notaba un gran cambio entre la
antigua, activa y divertida, a la de ahora, silenciosa y pensativa. Todos lo
notaban, tanto dentro como fuera del “grupo’’, pero nadie preguntaba, nadie
opinaba, así que nadie hablaba. Al principio yo había intentado entablar conversación
con Jul, pero pronto me contagió su estado de tristeza y estuve tan e incluso
más callada que ella. Me pasaba el día de clases a mi habitación y de mi
habitación a clases. No salía ni para comer, y es que con una cocina en mi
habitación, ¿quién necesitaba salir?
Además, si quería evitar a Kile, debía estar
el menor tiempo posible en los pasillos.
Me había dedicado a esquivarle todo el tiempo,
y he de decir, que resultaba bastante difícil. Durante sus horas de clases solo
tenía que permanecer en mi cuarto, pero cuando era yo la que asistía a clases, resultaba
ser un auténtico infierno. Siempre, justo antes de que sonara la sirena que
indicaba el cambio de hora, él estaba allí, en la puerta de cualquiera que
fuera mi clase.
En serio, me esperaba en TODAS.
Ni siquiera entendía cómo es que no se había
enterado de que, durante la última hora de clases, en los entrenamientos, no
hacía absolutamente nada, sino simplemente observar como los otros se pegaban
entre ellos. Aunque tampoco me importaba, porque cuánto más tarde lo supiera
mejor, pero si no lo averiguaba nunca, tampoco me quejaría la verdad.
En cuanto a los directores, nadie les vio en
esos tres días. Se habían encerrado en el despacho y nadie sabía que sucedía
allí dentro, y como no, eso dio lugar a un sinfín de rumores falsos. El más
absurdo era el que decía que ambos estaban liados y que se habían encerrado
allí para no ser molestados, pero pocos se creían ese completamente, ni
siquiera el que se lo había inventado. ¿Pero quién demonios estaba tan mal de
la cabeza como para inventarse esa barbaridad?
Bueno, y volviendo al mundo real, en aquel
momento me encontraba en mi clase de entrenamientos, específicamente en las
gradas del gimnasio, más aburrida que una ostra en donde mi único
entretenimiento era ver como unos imbéciles se pegaban mutuamente como niños en
el patio del colegio. Y es que aquellos chicos lo único que sabían eran los
movimientos básicos de defensa personal, pero en cuanto a lo de usar armas,
estacar o dar una patada voladora, pues no tenían ni idea. Tan solo les
faltaban un par de años para salir de aquel lugar y convertirse en auténticos
guardianes y al paso que iban no podían ni defenderse a sí mismos cuanto más a
un noble o cualquier otra persona.
- ¿Por qué pones esa cara?- susurró alguien en
mi oreja y entonces Kile se sentó a mi lado, muy, muy cerca.
- ¿Qué haces aquí?- pregunté.
- Te hago una visita- contestó él mientras
pasaba el brazo por detrás de mi espalda.
Me alejé.
- Entonces dime- dijo sin acercarse-, ¿por qué
pones esa cara?
- ¿Qué cara?
- Esa que tenías hace momento, mientras mirabas
a los otros entrenar- dijo-. Parecías molesta y al mismo tiempo desagradada.
¿Es que tienes ganas de empezar a entrenar?
- Primero- dije-, sí tengo ganas de entrenar,
pero no con esos de ahí abajo. Ellos ni siquiera entrenan y es que lo que hacen
no se puede llamar entrenar.
- ¿Estás enfadada?- preguntó cambiando de tema
de repente-. Pensé que estarías bastante feliz.
- ¿Y eso por qué?- pregunté.
- Por el beso.
Yo le miré atónita.
- ¿Piensas que voy a estar feliz después de lo
que hiciste?- aquello era el colmo.
- Venga- dijo mirándome y acercándose a mí-, ¿no
me dirás que no te gustó?
- Por supuesto que no me gusto- dije.
- Entonces- susurró en mi oído-, ¿por qué me lo
devolviste?
- Yo no te lo-
Y antes de que pudiera decir nada, me besó.
¿Pero este chico que se creía? ¿Qué me iba a besar cuando quisiese? Pero besaba
tan bien…No, no, no, no te distraigas Dani, aunque bese bien este chico es un
imbécil que solo está jugando contigo.
Me alejé rápidamente, rompiendo el beso.
- ¿Te crees que puedes besarme cuando te
apetezca?- le pregunté, pero lo único que él hizo fue lamerse el labio inferior
mientras esbozaba una sonrisa.
Justo entonces sonó la sirena y di gracias al
cielo porque había sonado en el momento justo. Me levanté, bajé las gradas con
cuidado de no matarme con los tacones y salí del gimnasio. Tenía que separarme
lo antes posible de aquel chico, y es que si me volvía a besar, no sabía si tendría
fuerza de voluntad suficiente para pararle de nuevo.
En el pasillo la gente empezaba a
apelotonarse, lo que me ayudaba a frenar a Kile si es que me seguía pero, al
igual que a él, a mí también me frenaba. Avancé como pude a través de toda
aquella gente y rápidamente llegué a las escaleras que daban a los dormitorios
de los profesores. Solo un par de pasos más y ya estaría en la seguridad de mi
cuarto otra vez, pero el universo no pensaba darme tregua en ningún momento, ya
que cuando me disponía a aferrar mi mano al pomo de la puerta, Kile me sujetó
del brazo y me puso contra la pared, con un brazo por encima de mi cabeza.
- Kile, déjame ir- le dije en tono firmé.
No le miré a los ojos y es que no podía, porque
si lo hacía sabía que iba a ceder fácilmente.
- Muy bien- dijo-, te dejaré en paz con una
condición.
- ¿Qué condición?- dije, y me atreví a mirarle,
pero todavía no a los ojos.
- Quiero que me digas que no te gustó el beso-
dijo.
- Ya te lo dije antes.
- Lo sé- continuó-. Pero esta vez- con la mano
que no tenía encima de mi cabeza me sujetó la barbilla y me obligó a mirarle-,
dímelo mirándome directamente a los ojos.
Y así, sin saber cómo, se me vinieron todas
las excusas abajo. Ya no tenía con qué defenderme, porque él sabía tan
perfectamente como yo, que no podía decirle aquello si le miraba a los ojos.
Abrí la boca para intentar decir lo que él me estaba pidiendo que dijera, pero
ningún sonido salió de ella y es que, ¿qué quería que dijera? No podía decirle
que no me había gustado cuando en realidad había sido uno de los mejores besos
que nadie me había dado nunca.
Y aquello, aquel pequeño gesto por mi parte
fue suficiente para él, que lentamente fue rellenando el poco espacio que había
entre sus labios y los míos, pero justo cuando ya se estaban rozando, se paró y
tan solo se dedicó a mirarme fijamente.
- Dilo- susurró.
Yo tragué saliva y me mordí el labio.
- ¡Está bien, está bien!- exclamé-. Lo admito,
me gustó el beso, mucho, pero eso no quiere decir que me gustes tú, ¿queda
claro?- él solo sonrió-. Ahora déjame salir.
- Te dije que te dejaría si decías que el beso
no te había gustado- dijo y comenzó a hacer pequeños círculos con el pulgar el
mi labio inferior-, pero ahora que has admitido que te gustó, no te dejaré en
paz.
- ¿Acaso no lo hacías ya antes de que yo te
dijera nada?- pregunté-. No encuentro la diferencia entre como estábamos antes
y como estamos ahora.
- Solo hay una diferencia- dijo y me besó. Fue
un beso lento y suave pero al mismo tiempo lleno de pasión-. Podré besarte y tú
no me lo impedirás.
Y entonces se marchó con las manos en los
bolsillos del pantalón y con aire satisfecho. No pude evitar sonreír al verle
con esa postura y me quedé mirando cómo se marchaba hasta que le perdí de
vista. Aún con una sonrisa, me aparté de la pared y me dirigí de nuevo a mi
puerta, pero antes de que pudiera llegar la puerta contigua a la mía se abrió y
apareció Jul, mirándome sospechosamente.
- Ahora no me dirás que te has visto obligada,
¿no?
Jajajaja jajaja pues es verdad, no se vio nada obligada jajajaja.
ResponderEliminarMuy bueno, hermanita. Quiero maaaaas y con acción jijiji.
Muchos besitos
Tendrás acción lo prometo, pero tienes que esperar jajajajjaja Gracias, te quiero muchooo
EliminarSera pequeño nani, pero este me encantaaaaaa jejejeje, sigue así, estoy esperando el otro jeje. Te quiero mucho♥
ResponderEliminarMe alegro naniiiiiiiii jajajajaja Ahora tienes que esperar una semanita más para saber que pasa buajajajajajajaj(risa malvada)
ResponderEliminarTe quieroooooooooooo