Os quierooo.
CAPÍTULO
11
Era sencilla, de un color blanco típico en las puertas de aquel barrio, y estaba tan desgastada como el resto del porche. Cerca de allí había una mesita y un par de sillas blancas, algo carcomidas por su exposición al exterior pero que realmente le daban un toque acogedor a la entrada. Unas pocas plantas marchitas repartidas por allí completaban la decoración de aquel lugar.
En ese momento, Nathan se colocó a mi lado y observó también lo que nos rodeaba, aunque con menos interés que yo.
- ¿Se puede
saber por qué has tardado tanto en aparcar?- le pregunté.
- No había
aparcamiento cerca- fue su excusa.
Me di la vuelta, y justo delante de nosotros había un sitio libre donde cabía perfectamente mi coche. Le miré con una ceja levantada, dándole a entender que no me creía su argumento, y él solo sonrió y dio dos leves golpes en la puerta.
Poco tuvimos que esperar hasta que nos abrieron.
Quien lo hizo fue Jonas, el hermano pequeño de Grace, que nos miró extrañado. Iba vestido con unos vaqueros desgastados, al igual que las zapatillas, una camisa negra y una cazadora del mismo color, tenía el pelo castaño, corto y ondulado, algo alborotado por no habérselo peinado. Su aspecto estaba tan descuidado como aquel porche, y no parecía que quisiera cambiarlo.
- ¿Puedo
ayudarles?- preguntó. En su tono daba a entender que no le agradábamos.
Pero tampoco yo estaba allí para agradar a nadie.
- Soy la agente
de policía Lilianne Birdwhistle y este es mi compañero Nathan Maddox- ambos
mostramos nuestras placas-. Investigamos la muerte de su hermana y querríamos
haceros a tu madre y a ti unas preguntas. ¿Está ella en casa?
- Oh sí-
contestó él, algo nervioso de repente-. Pasen, pasen.
En cuanto lo dijo se alejó de la puerta y desapareció subiendo por unas escaleras cercanas. Nathan y yo nos miramos, sorprendidos, pero igualmente entramos en la casa. El interior era acogedor, con muebles de colores cálidos y viejos. Todas y cada una de las cosas que había en aquella casa encajaban entre sí a la perfección, como un puzle, y era muy elegante, a pesar de ser humilde.
Entonces Jonas apareció otra vez escaleras abajo, seguido por la señora Nichols. Ella llevaba puesto aún el uniforme de su trabajo en la gasolinera, y su pelo estaba enmarañado en una alta cola de caballo. En su rostro se dibujaban con claridad las ojeras por la falta de sueño y tenía los ojos rojos por haber llorado.
Durante unos segundos, sentí compasión.
- Sentimos
irrumpir en su casa señora Nichols- dijo Nathan.
- No tienen
razón para disculparse- contestó en tono amable y cansado-, por favor
siéntense.
Los cuatro nos sentamos en raído sillón del salón y observé con curiosidad el creciente nerviosismo de Jonas. Ajena a ello, la señora Nichlos continuó hablando.
- Siento no
poder ofrecerles nada para tomar- dijo, agachando la cabeza con pesar.
- Es usted ahora
la que no tiene razón para disculparse- contestó rápidamente Nathan, sonriendo
casi seductoramente.
La señora Nichols, por su parte, se sonrojó y yo casi muero del asombro. Estábamos allí para hacer preguntas referentes a la muerte de Grace, y sin embargo mi compañero estaba usando sus “encantos vampíricos” con la madre de la víctima. ¿Es que este chico no se tomaba nada de forma seria? ¿O simplemente era tan mujeriego que no podía evitar cortejar a todas las mujeres que se le ponían delante?
Creo que la segunda opción es la más acertada, pensé
- Señora
Nichols, Jonas- dije con un tono algo seco-, mi compañero y yo sentimos lo que
le ha pasado a Grace, y sabemos que es difícil hablar de ella ahora, pero
necesitamos de toda la información posible para saber que ha pasado.
- Pregunten lo
que quieran- contestó firmemente la señora Nichols-, haré lo que esté en mi
mano para averiguar que le ha ocurrido a mi niña.
- En primer
lugar- comenzó Nathan-, ¿dónde estaban ambos a la hora del suceso?
- Yo estaba
trabajando- contestó la señora Nichols-, y no regresé hasta las cinco de la
madrugada.
- Yo estuve con
unos amigos- dijo Jonas, nervioso.
- ¿Saben si
Grace tenía algún enemigo? ¿Alguien que tuviera algo contra ella?- siguió
preguntando Nathan.
–
No nadie- dijo
la señora Nichols-, Grace era muy agradable con todo el mundo y eso la hacía
muy querida. Además era muy guapa, y no lo digo porque sea su madre.
–
¿Y vosotros?-
pregunté por instinto-. ¿Alguno de los dos conoce a alguna persona que quisiera
haceros daño?
La señora Nichols y Jonas se miraron entre sí,
dudosos, y luego volvieron a mirarnos.
–
Que yo sepa-
dijo ella-, no.
–
¿En los
últimos días o semanas Grace se comportó de forma diferente?- preguntó Nathan-.
¿Estaba más nerviosa o estresada?
- No para nada- contestó la señora Nichols con tono afectado-. Ella siempre estaba feliz, y sobre todo se preocupaba por que los demás también lo estuvieran.
- No para nada- contestó la señora Nichols con tono afectado-. Ella siempre estaba feliz, y sobre todo se preocupaba por que los demás también lo estuvieran.
Todos nos quedamos en silencio.
Se notaba que la pobre mujer estaba tratando de actuar normal, pero hablar tanto en pasado con respecto a su hija le recordaba a cada segundo que ella ya no estaba allí. Sentía empatía por ella, ya que yo hacía tiempo que había perdido a alguien que era cercano a mí, por sangre. Es verdad que yo no había perdido físicamente a esa persona, pero me había sentido prácticamente igual.
Había perdido a mi madre.
- Señora
Nichols- dije, tratando de no pensar en la mujer que me había traído al mundo-,
¿podríamos ver la habitación de Grace?
- Sí, por
supuesto- contestó mientras se levantaba-. Acompáñenme.
Nathan y yo la seguimos, pero Jonas se quedó allí. Él no nos miró mientras nos alejábamos, por lo que yo le observé. Estaba tenso y nervioso, y miraba a un punto fijo del suelo, dándome a entender que estaba pensando en algo que le preocupaba. Tenía los codos apoyados en sus muslos y las manos las tenía unidas por delante de sus rodillas. ¿Qué podría ser lo que le preocupaba? ¿Es que era tan preocupante que ni siquiera podía moverse? ¿O es que esa era su forma de expresar el dolor por la muerte de Grace?
Pero no tuve mucho tiempo para pensar sobre aquello porque ya estábamos en la habitación de la víctima.
Era un cuarto sencillo, dispuesto por una cama, un armario, un tocador y un pequeño escritorio. No había nada más que le pudiera dar vida al cuarto, como algún póster en la pared, maquillaje en el tocador o al menos una pequeña estantería con libros. Nada. Aquel lugar no encajaba en ningún sentido con la personalidad agradable, simpática y feliz que la señora Nichols había descrito hacía unos minutos.
Era como si en realidad ella no viviera allí.
Nathan y yo revisamos el cuarto por completo, en busca de cualquier información valiosa. Sin embargo, no había nada que nos pudiese ayudar, ni siquiera alguna dirección o un nombre apuntados en algún papel. ¿Acaso esta chica no tenía amigos? ¿Fotos suyas con sus cercanos? Buscamos y buscamos, pero era como buscar una aguja en un pajar.
Imposible.
Por eso, tras terminar la cuarta búsqueda intensiva, decidimos que no valía la pena seguir con aquello y nos fuimos. Me pasé todo el tiempo hasta llegar al coche pensando en lo extraño que era aquello, algo que pensé mucho porque Nathan había decidido aparcar el coche en el sitio más lejano que encontró.
- ¿Estás bien?-
preguntó él.
- Sí, ¿por qué?
- Pues porque en
una situación normal me estarías echando un bronca por aparcar lejos- contestó.
- Estoy pensando-
le dije-. Pero que no te haya dicho nada no quiere decir que no tenga ganas de
pegarte por aparcar el coche a saber dónde.
- ¿En qué
piensas?
Estuve en silencio un par de segundos, ya que mi cerebro había recibido la pregunta pero a mi boca no llegaba palabra alguna.
- En que todo
esto es muy raro- dije al fin-. ¿Cómo alguien puede tener un cuarto así, tan
poco lleno de vida? Parece más una habitación de invitados que el cuarto de una
chica hecha y derecha.
- También me
pareció extraño- dijo coincidiendo conmigo-. Pero no lo veo como algo muy
relevante.
No añadí nada, y el silencio entre nosotros se mantuvo durante todo el viaje de vuelta a casa. Hubiéramos ido a la comisaría, con el resto de personas que participaban en el caso, pero no habías averiguado nada fuera de lo normal y no podíamos ir a comprobar si allí nos venía la inspiración sobre cuál sería el siguiente paso.
- Muy bien,
escúpelo- dijo Nathan.
Estábamos ya aparcados delante de la casa, con el motor apagado y no sabía a qué se refería.
- ¿Qué escupo?-
pregunté.
- Hay algo más
que te preocupa- afirmó-, no solo lo de la habitación. Quiero saber qué es.
¿Era eso? Me solté el cinturón y bajé del coche. Me dirigí hacia la puerta de la casa y Nathan caminó a mi lado, esperando una respuesta. Cuando hube sacado las llaves de mi bolsillo, abrí la puerta y ambos entramos.
- Es su actitud-
contesté, avanzando por el pasillo en dirección a la cocina. Por el rabillo del
ojo atisbé que mi familia, excepto Dacota que estaba en el instituto, se
encontraban en el salón pasando el rato.
- ¿La actitud de
quién?- preguntó Nathan siguiéndome-. ¿De la madre?
- No- dije-. Del
hermano, Jonas.
Saqué un zumo de la nevera y vertí un poco en un vaso. Después de beber un trago seguí hablando.
- ¿No te diste
cuenta de lo nervioso que estaba?- él solo asintió-. Al principio pensé que
estaba afectado por lo de su hermana, pero luego me di cuenta de que era más
preocupación que tristeza. ¿Por qué motivo está tan preocupado, o al menos
tanto como para no llorar la muerte de Grace?
- No sé
Lilianne- dijo, tomando el zumo de mis manos y bebiendo-, los humanos sois
raros. No puedo adivinar lo que pasa por vuestras cabezas.
- ¿Me estás
llamando rara?- pregunté, aparentando estar ofendida. Le quité el vaso.
- No te ofendas-
dijo riendo-. Como compañero debo serte sincero, y eso es lo que pienso.
Mis ojos se abrieron como platos.
- Te tiraría el
zumo si no fuera porque está bueno- le dije.
- Pero si estás
deseando hacerlo- dijo, totalmente convencido.
- ¿Y por qué
razón dices eso?
- Pues porque sé
que estás deseando verme sin camisa- respondió.
¿Pero qué demonios? Hasta entonces no había
pensado en aquella posibilidad de que si le tirase el zumo él tendría que
quitársela, pero cuando lo dijo el recuerdo de su torso desnudo en el cuarto de
baño de su casa se plasmó en mi mente. Deseé, entonces, tirarle el zumo de
verdad y lograr obtener aquella vista de nuevo. Pero lo que hice fue coger el
vaso y beberme el contenido de un solo trago.
- Listo- dije-.
Para que veas que no quería nada de lo que acabas de decir.
- Admítelo Lili-
dijo acercándose-, lo deseabas.
- Admítelo tú
Nathan- dije, poniendo una mano en su hombro a modo de consuelo-, eres un
acosador.
Se rio, y su risa me aceleró el pulso.
- Deberíamos
hablar con Jonas- dijo alejándose un poco-, es verdad que su actitud es
sospechosa.
- Bien- dije-.
Es una de las pocas cosas en las que estoy de acuerdo contigo.
- Disfrutaré de
ello todo lo que pueda.
- Será lo mejor-
dije, apartándome para llevar el zumo a la nevera-, puesto que no volverá a
pasar pronto.
- Eso ya lo
veremos- dijo.
Que bien!!! Nuevo capítulo jijiji.
ResponderEliminarPero se me hizo muy corto. Quiero maaaaas...
Gracias mi bruji.
P.D.: El Nathan es un acosador jijiji de buenas a primera quiere quitarse la camisa jajajaja jajaja
Besitos
jajajajajjaa no te pongas exigente tampoco, cuando no dices que es muy largo, dices que es muy corto fuerte mujeeeeeer
ResponderEliminarBesoooss
Es que es la verdad, se me hizo corto jijiji
EliminarBesitos ;)
Haber el regalito de quitarse la camisa no hubiera estado mal. Y Yola!!!! Recuerda que Nathan es mío!!!!
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