sábado, 21 de marzo de 2015

Herida (Wounded)

CAPÍTULO 15


- Tú cenas y yo desayuno – dijo Kyle –. Una gran diferencia.

- Somos diferentes – concluí yo.

Me llevé un pedazo de mi sándwich mixto a la boca y saboreé el delicioso queso fundido en conjunto con el jamón de pavo y el pan crujiente. Además de eso, mi cena consistía en un zumo de naranja y una reluciente manzana roja. En cambio Kyle  se preparaba para comenzar su día desayunando un tazón de leche con café y galletas. También tenía un termo gris metálico, con sangre en su interior, que me daba arcadas cada vez que lo miraba.

- Eso o también puede ser que pertenezcamos a academias diferentes – prosiguió él con una sonrisa.

Yo traté de devolverle la sonrisa, pero a duras penas masticaba así que no conseguí muchos.

- Te has esforzado mucho hoy – dijo, advirtiendo mi cansancio.

- Si no lo hacía, me hubiesen dado una paliza – dije y me encogí de hombros –. Además, Bernard no hubiera estado contento. ¿Viste cómo se puso cuando dejé que el del machete me arrinconara?

- Contigo es muy estricto – afirmó –. Mira que obligarte a entrenar tan duro a ti sola.

- Él no me obliga – le chisté –. Yo le pedí que me entrenara así.

- No le estarás defendiendo, ¿no? – frunció el ceño mientras lo decía.

- ¿Defenderle? – pregunté escandalizada –. Pero si ni siquiera me cae bien.

Le di un gran mordisco a mi sándwich y miré a Kyle. Él se bebía ya su último trago de leche y cuando bajó el tazón se le quedó un bigote blanco. Solté una risilla apenas audible, ya que no tenía energía suficiente para soltar una carcajada, y me miró confundido.

- El bigote es lindo – dije –, pero no es tu estilo.

Kyle sonrió tanto que vi sus lustrosos colmillos, iluminados por las luces del comedor, y después pasó la lengua allí donde la leche se había quedado pegada. Yo me acabé mi sándwich en ese momento y me terminé de tomar lo que me quedaba del zumo. Él miró entonces su caro Rolex y se levantó para poner el tazón apilado encima de los otros tazones sucios. Cuando regresó me levanté para salir de allí juntos, llevando conmigo el vaso vacío de zumo y la manzana. Dejé el recipiente en la pila de vasos usados y Kyle aprovechó mi despiste para quitarme la manzana.

- Eso es robar, ¿sabes? – espeté mientras le observaba morder la fruta.

- Solo lo he tomado prestado – su rostro se tornó en una expresión de joven inocente.

- Pues devuélvemelo – le exigí mientras que, con un rápido movimiento cogía la manzana.

Le di un mordisco y chinché a Kyle, que me miraba sorprendido por habérsela arrancado de la mano.

- ¿Tú no estabas cansada? – me preguntó.

Antes de que le contestara se acercó a mí y me tomó de la mano que tenía libre.

- Créeme – respondí –, he tenido que esforzarme mucho para lograr moverme.

Él rio, y mientras lo hacía intensificó el agarre de mi mano entrelazando nuestros dedos. La sensación de su mano en la mía era cálida y agradable, haciéndome sentir bien. Me relajé para dejar que aquel sentimiento cubriera todos los rincones de mi cuerpo, salvo mi corazón. A muchas chicas se les hubiese acelerado el pulso al sentir el tacto del chico al que querían y, sin embargo, lo único que a mí me ocurría era que se me erizaba la piel.

- Me tengo que ir ya – dijo Kyle.

Ambos nos detuvimos y él se puso frente a mí. a un par de metros estaba el aula donde pronto empezaría la primera hora lectiva de la academia Sullivan y ya algunos compañeros de Kyle estaban allí dentro. Los demás entraban a cuenta gotas en ella con caras adormiladas y hablando entre ellos.

Todos nos miraban.

- No seré yo quien te detenga – contesté sonriéndole.

- ¿Tantas ganas tienes de deshacerte de mí? – preguntó acercando nuestros cuerpos.

- No – respondí –, pero no quiero ser la novia de un chico que no va a aprender. Además, necesito dormir.

- Entonces dulces sueños – susurró.

Seguidamente acercó con lentitud su rostro al mío hasta que nuestros labios se tocaron. Fue lento y suave, casi tierno, y sus manos tocaron mi rostro como si estuviera sosteniendo algo Frágil como el cristal. Percibí el comportamiento protector que emanaba de él, y me sentí confusa. ¿De qué quería protegerme? ¿Del clan que nos amenazaba? ¿De los cuchicheos de los demás sobre nosotros? ¿O había algo más? Di por sentado que se trataba del clan que podría atacarnos en cualquier momento, pero si era eso, en verdad sería yo quien le protegiera.

Kyle se alejó un poco, terminando el beso, y me sonrió antes de darse la vuelta y marcharse a su aula. Le observé hasta que llegó a la puerta y luego continué mi camino, ignorando las miradas de los otros. Sinceramente no me importaba demasiado el comportamiento que tenían ante lo que Kyle y yo éramos. No me importaban ni las murmuraciones ni los cotilleos ni las miradas de reojo cuando andaba alguno de los dos cerca y mucho menos me importaba el odio que Sol me demostraba al pasar a mi lado.

No era ese mi mayor problema.

Cuando llegué a mi cuarto ya me había comido la manzana por completo y me lamí los labios para saborear el jugo de la fruto que se había quedado impregnado en ellos. Me quedé, entonces, parada unos segundos en mitad de la habitación hasta que fui capaz de reaccionar y me acosté. Me quité los zapatos y me sumergí entre las mantas, quedándome dormida inmediatamente.

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Me desperté sintiéndome como si un camión cargado de metal pesado me estuviera aplastando. Cada milímetro de mi cuerpo me pesaba y me dolía, lo que hizo que maldijera a Bernard de todas las formas habidas y por haber. En eso estaba, cuando de repente mi estómago rugió y yo suspiré. Tenía tanta hambre, pero me dolería moverme hasta el comedor que sopesé cuál de las opciones me beneficiaba más. Difícil decisión teniendo en cuenta que si me quedaba acostada me dolería el estómago y si me levantaba me dolería el cuero.

Solté un pequeño sollozo de frustración.

Finalmente decidí levantarme ya que, aunque no pudiese hacer nada por el dolor que tenía en cada milímetro de mi cuerpo, al menos podría remediar el hambre que me provocaba el dolor de estómago. Me puse unas deportivas, me recogí el pelo en una coleta de caballo y salí. No me importaba demasiado que la ropa se me hubiese arrugado por quedarme dormida con ella, de todas formas iba a volver a dormirme cuando regresara a la habitación así que, ¿qué más daba? Además, también tuve que coger mis apuntes de biología dado que debía responder a unos ejercicios buscando en internet, por lo que tenía que darme un paseito por la biblioteca.

Al llegar a la zona común, mi dolorido cuerpo ya se había adaptado a moverse y, por tanto, tan solo me sentía un poco molesta. Entré al comedor con las tripas sonándome estruendosamente y prácticamente corrí hasta la comida. Poca gente estaba también allí, ya que los de la academia Sullivan estaban en su última hora lectiva y la mayoría de los de la Snake estaban durmiendo. Los que no estaban con esto estudiaban o, como yo, comían. Por fin, me había decidido por un batido natural de fresa y una docena de galletas rellenas de chocolate. Tantas eran mis ganas de comer, que me terminé todo en menos de diez minutos y tomé rumbo hacia la biblioteca con una sonrisa satisfecha.

Barriga feliz, corazón contento.

Iba ya caminando por la zona de taquillas de los alumnos de la academia Sullivan, pensando en nada concreto, cuando de repente me paro en seco al ver una de las escenas más horribles de mi vida. Logan y una de las secuaces de Sol se estaban dando el lote a unos metros de distancia o, más bien, se estaban succionando las campanillas porque ¡madre mía! aquello no podía llamarse besar. La chica estaba de espaldas a las taquillas, con el cuerpo de aquel tipejo completamente pegado al suyo, y tenía sus manos colocadas alrededor del cuello de él. Logan, mientras tanto, acariciaba o no, mejor dicho restregaba sus manos por todo el culo de ella. Era desagradable, sí, pero eso no era lo más horrible de todo.

Lo peor era que Abril lo estaba viendo todo.

En el lado opuesto a mí, también a unos metros de distancia de la escena, mi amiga estaba petrificada contemplando todo, con lágrimas brotando de sus ojos como si de una fuente se tratase. Me miró cuando se percató de mi presencia allí y vi cómo empezaba a girarse para escapar de allí, pero le indiqué que no lo hiciera. Me hizo caso y se secó las lágrimas, soltando un gemido que llamó la atención de los dos idiotas. Ambos miraron a Abril sorprendidos y pude ver cómo mi destrozada amiga luchaba por no llorar.

- Abril – dijo Logan, pero su voz fue acallada por la campana que indicaba el final de la jornada escolar de los de la academia Sullivan.

El pasillo se llenó de alumnos curiosos, que nos rodearon formando un semicírculo, y digo “nos rodearon”, porque a mí no había quien se acercara. Estaba furiosa y por mi sangre emanaba la rabia como si fuera un torbellino, algo que exteriormente podía hacerme ver muy intimidante. Solté una gran bocanada de aire para calmarme un poco y tensé la mandíbula a la vez que caminaba hasta Logan y la tipa. Todos a nuestro alrededor se callaron y un gran silencio hizo acto de presencia. Carraspeé un poco cuando terminé de caminar y los dos dejaron de mirar a Abril para mirarme a mí.

Miré a la chica con todo el odio que pude.

- Tú, zorra, vete – le dije y su rostro se llenó de terror.

Acto seguido, se marchó espantada, así que miré al estúpido de Logan. Él retrocedió un poco y yo me coloqué en frente suyo. Le sonreí de la manera más falsa que pude y tragó saliva. Dejé caer mis apuntes en el suelo, menos mal que me había dado por ponerlos en una funda, e hicieron un golpe seco al caer. Me mantuve con la mirada fija en él un rato, todavía sonriendo falsamente, y esperé a que se relajara aunque fuese un poco. Finalmente, quizás pensando que no le haría nada, hizo lo que yo andaba aguardando todo el tiempo.

Él se relajó.

Mi sonrisa cayó.

Y mi puño impactó con enorme fuerza en su cara.

Lo siguiente fue que Logan terminó tumbado en el suelo, con la boca y la nariz sangrándole a chorros. Satisfecha con mi obra, tomé mis cosas del suelo y rodeé a Abril con un brazo para llevarla lejos. Los alumnos, que habían estado conteniendo la respiración todo el rato, nos hicieron un pequeño pasillo para dejarnos marchar y sentía la mirada de cada uno puesta en mí.

- ¡Qué alguien acompañe a este chico a la enfermería! – gritó el que supuse era un profesor –. ¡Adams! – me giré al escuchar mi apellido –. Despacho del director, tiene diez minutos.

Rodé los ojos y seguí mi camino con Abril junto a mí. La llevé hasta el baño de chicas, que en ese momento estaba vacío, y la miré mientras se lavaba la cara. No sabía muy bien qué decirle, jamás había tenido que consolar a nadie ya que siempre había estado sola, y me sentía algo inútil en aquel instante.

¿Es que solo sabía dar puñetazos?

- Gracias – dijo ella, sacándome de mis pensamientos.

La miré sorprendida por su repentino cambio de humor que me había cogido totalmente con la guardia baja. En menos de cinco minutos había pasado de estar triste y con el rostro lleno de lágrimas, a mirarme con los ojos brillantes y agradecidos.

- No tienes que darlas – contesté sonriendo amablemente –. Cualquiera lo habría hecho.

Ella me devolvió la sonrisa y negó con la cabeza.

- No – dijo –, cualquiera no. En otras circunstancias, Jul lo habría hecho, mi mejor amiga lo habría hecho. Pero lo has hecho tú.

- La verdad es que hace tiempo que quería pegarle – confesé rascándome el cuello –. Tan solo me faltaba un motivo razonable.

Ella sonrió sin ganas.

- No te caía bien por lo que veo – observó ella, aunque no es como si yo lo hubiese estado ocultando.

- No – me reí débilmente –, y me cayó todavía peor cuando vi cómo te trataba – ella bajó la mirada algo avergonzada –. El primer día que vine, Jul me habló de ti, de tu personalidad alegre y divertida, pero cuando te conocí en persona no vi nada de eso. Logan te consumía.

Me acerqué a ella y vi que las lágrimas brotaban de sus ojos nuevamente. La abracé, apoyando su cabeza contra mi hombro, y su llanto se volvió más sonoro.

- Siento no haber sido más sensible – me disculpé por la rudeza de mis palabras –. Nunca he consolado a nadie.

Sentí cómo se sacudía un poco entre mis brazos y supuse que estaba llorando más fuertemente, hasta que levantó la cabeza y vi que se estaba riendo.

- Lo estás haciendo bien – me felicitó –. De todos modos, mejorarás con el tiempo.

- Eso espero – confesé.

Ambas sonreímos y un sentimiento de satisfacción surgió en mi estómago. Esto era así porque, a pesar de que Abril tenía el rostro inundado en lágrimas, lucía una enorme y sincera sonrisa. Era la primera vez, desde que la conocía, que la veía sonreír de esa manera y resultaba que aquella sonrisa la hacía mucho más guapa.

En ese momento, la puerta del baño se abrió bruscamente y Jul entró a toda prisa aunque, pensándolo mejor, no se trataba de ella exactamente. Más bien, ante nosotras se encontraba una masa de furia, odio y destrucción con forma humana que, casualmente, se parecía mucho a Jul. Respiraba agitadamente y su cara mostraba todo el enfado que tenía, tanto que dentro de poco podría salirle humo por la nariz.

- Juro que mataré a ese hijo de su mamaita – dijo, más para sí misma que para nosotras.

Atravesó el baño con paso firme y se colocó a nuestro lado. Cuando nos miró, inmediatamente su expresión se suavizó y su boca se tornó en una sonrisa preocupada.

- ¿Cómo estás cariño? – le preguntó a Abril.

Ambas habíamos medio roto nuestro abrazo para poder hablar con la recién llegada, por lo que, en respuesta, Abril pudo encogerse de hombros sin dificultad.

- Daniela me ha hecho sentir mejor – dijo y la miré sorprendida. Esa respuesta me hizo sentir bien –. En cuanto a Logan, creo que Dani también se ha encargado de eso.

Jul me miró y vi un brillo en sus ojos, como si fuese a llorar. La miré con una débil sonrisa porque no sabía qué hacer y en el momento más inesperado se abalanzó sobre mí y me abrazó. Al principio no hice nada debido a la sorpresa pero, cuando fui capaz de reaccionar, la rodeé del mismo modo con mis brazos.

- No creo que sea yo la que necesite un abrazo – comenté cuando se separó de mí.

Al instante Jul estaba abrazando a Abril, a lo que esta rio agradecida.

- Bueno – dije y comencé a alejarme de ellas –, me tengo que ir.

- ¿A dónde? – preguntó Jul confusa.

- Mi hazaña en el pasillo con Logan me ha resultado en una visita al despacho del director – respondí sin mucho ánimo.

- De acuerdo, mucha suerte – Jul cerró el puño y lo alzó para animarme –. Y, aunque esos dos te regañen, eres mi ídola por darle su merecido a ese trucho.

Reí antes de salir del baño y dirigirme al despacho de Francis. No tardé mucho en llegar y toqué para rápidamente entrar, sin esperar a que me dieran permiso. Allí estaban ambos directores, quienes dejaron de hablar y me miraron. Ella me sonrió levemente antes de indicarme que me sentara y él, mientras tanto, me miró desafiante. Mientras me sentaba le dediqué una sonrisa a la directora e ignoré completamente al otro.

- Así que ahora te ha dado por golpear a tus compañeros – afirmó ella.

- Me gustaría decir que, primero, solo le he pegado a uno y, segundo, ese imbécil se lo merecía – dije y, al terminar, ofrecí la sonrisa más inocente que me fue posible.

Francis rio por lo bajo y comenzó a ojear unos expedientes de alumnos. Me pregunto qué habría en el mío.

- Daniela – habló la directora de nuevo –, estoy segura de que hay un buen motivo, pero no puedes arreglar las cosas a golpes.

- Pero yo no quería arreglar nada – repliqué –. Lo que el retrasado sin cerebro de Logan ha hecho no tiene manera de arreglarse. Mi único objetivo al noquearle era causarle dolor físico, que supiera cuán grande había sido su error.

- De todos modos – alguien llamó a la puerta y los tres miramos hacia ella –. Adelante – dijo la directora.

La enfermera que me había intentado sacar sangre para “solidarizarme” con mis compañeros vampiros se adentró en el despacho y se acercó a nosotros. Al verme hizo una mueca de desagrado, pero en seguida pasó de mí y miró a ambos directores.

- El alumno Logan no está muy grave – informó –. Sin embargo, no logramos que su nariz deje de sangrar.

Sonreí satisfecha.

- Por mí puede desangrarse si quiere – murmuré.

Francis sonrió por mi descaro, la directora soltó aire y la enfermera me miró mal, otra vez. Esa chica debía madurar de una vez y superar su problema conmigo. ¡Sigue con tu vida y olvídame!

- ¿Algo más? – preguntó Francis a la enfermera y ella negó con la cabeza –. Entonces retírese y ayude con esa hemorragia nasal.

Ella hizo caso y se marchó.

- Muy bien Daniela, te daré un pequeño castigo – habló la directora y yo hice una mueca con la boca –. Al fin y al cabo, uno de mis alumnos se está desangrando en la enfermería por tu culpa. ¿Qué te parece pasar el resto del día ordenando los libros de la biblioteca? No te hará falta entrenar hoy y no pasará nada si te pierdes las clases, yo avisaré a tus profesores.

Solté una enorme bocanada de aire. ¡Iba a ser un aburrimiento! El lado bueno era que no sería algo muy difícil de hacer y podría tomarme un rato de relax al terminar.

- Está bien – dije y me levanté.

Me acerqué a la puerta y la abrí para salir.

- Buena suerte – escuché decir a Francis segundos antes de que cerrara.

Fruncí el ceño ante su comentario y sobre mi cabeza se dibujó un gran interrogante. ¿Por qué me deseaba suerte?


Ni que fuese a matar a nadie.

3 comentarios:

  1. Muy bueno hermanita... pero ¿que pasará en la biblioteca? Otra vez me dejastes con la intriga jijiji.
    Y el puñetazo a Logan me lo hubieras dejado a mi jajajaja.
    Quiero maaaaas
    Muchos besos

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    1. Lo siento hermanita, pero Daniel se te adelantó con lo del puñetazo, hablalo con ella si tienes que aclarar el tema jajajjajaja
      En cuanto a lo de la biblioteca, ya se verá lo que pasa, todo a su tiempo
      Te quierooooooooooooooo

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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