viernes, 29 de noviembre de 2013

.Pura.

Hola de nuevo! jijiji
Como cada semana vengo a publicar mi siguiente capítulo así que aquí lo dejo.

CAPÍTULO 8

Me dolía mucho, pero que mucho el culo.

Hice una mueca de dolor mientras me sentaba en el asiento del copiloto del coche de Donovan, y la mueca se intensificó cuando estuve por fin sentaba. Me quedé tiesa un momento, esperando a que el dolor se pasara y solté aire cuando me relajé. Por así decirlo, mi cuerpo hizo como una especie de cama hinchable cuando se pincha, es decir, que me fui desinflado poco o poco, sacando aire, al mismo tiempo que me hundía en el asiento. Una vez estuve sentada y después de ponerme el cinturón de seguridad, miré a Donovan.

Su rostro reflejaba sorpresa a la vez que preocupación, extrañeza y diversión.

- ¿Te encuentras bien?- preguntó.

- De miedo- dije irónicamente-. Es solo que por culpa de la caída que me pegué anoche, me duele un poquitito, el trasero- con la palabra ''poquitito'', levanté mi mano derecha y coloqué mis dedos índice y pulgar en paralelo, haciendo como si sostuviera algo pequeño entre ellos.

Donovan, como era de esperar, se rio.

- La próxima vez no te digo nada- dije molesta. Me crucé de brazos y miré al frente.

El coche empezó a avanzar y nos dirigimos en dirección a la comisaría. No iba con Donovan por nada oficial, sino porque en mi casa me aburría tanto que ir a la comisaría era lo mejor que se me había ocurrido hacer. Podría haber ido en mi propio coche, pero al haberle llamado a las tres de la madrugada para preguntarle si no le importaba que fuese, él se había ofrecido a venir a buscarme a las ocho de la mañana para que yo no tuviera que estar buscando aparcamiento.

Mientras pasábamos las casi desiertas calles, miré hacia afuera a través de la ventana. El sol hacía un rato que había salido, y el cielo y las nubes lucían tonos naranjas y rosas allá donde mirases. Abrí la ventana para sentir la temperatura del exterior y al ser golpeada por una fría brisa, la cerré de nuevo y me refugié en el cálido aire del coche.

El resto del trayecto transcurrió en silencio.

Donovan conducía concentrado en la carretera, aunque a veces me miraba de reojo y sonreía cuando yo miraba hacia otro lado con la cara enfurruñada. Estaba enfadada con él por haberse reído de mí, y le castigaba con el total silencio por mi parte. Sin embargo, aquello no estaba teniendo el efecto ya que él parecía más divertido que molesto.

Donovan aparcó el coche y mientras lo hacía me preparé física y mentalmente para salir. Aquella mañana hacía bastante frío y ya lo había comprobado al abrir la ventana del coche anteriormente. El motor del coche paró y yo me desabroché el cinturón y cubrí mi cabeza con la capucha de mi sudadera. Salí del coche, lentamente debido al dolor de mi trasero, y lo rodeé para encontrarme con Donovan, que me esperaba con una sonrisa. Yo me dediqué a lanzarle una mirada de molestia mientras me acercaba a su posición, y luego ambos continuamos caminando hasta el interior de la comisaría.

Entramos y nos encontramos a aquella mujer que hacía que se me pusieran los pelos  de punta, sentada como el día anterior detrás de su escritorio, pero en esta ocasión había algo extraño en ella. Parecía algo nerviosa, y se recolocaba las gafas una y otra vez al mismo tiempo que escribía en su ordenador. Estaba tan inquieta que hasta cuando entramos tardó bastante en darse cuenta de que habíamos llegado, a pesar de que estábamos delante de ella.

- Cecilia, ¿estás bien?- le preguntó Donovan, que también había notado algo raro en la secretaria.

- Sí- dijo-. Lo que pasa señor, es que El Pacificador nos está haciendo una visita inesperada.

- ¿El Pacificador?- dijo Donovan sorprendido.

Pero yo podía asegurar que él no era el más sorprendido en aquella diminuta sala. ¿Mi padre estaba allí?

- ¿Por qué dices ''nos está haciendo una visita''?- pregunté, quitándome la capucha de la cabeza-. ¿Se encuentra él aquí ahora?

Ella asintió.

- Está abajo- añadió ella-, con los del equipo sobrenatural.

- Entonces vamos- dijo Donovan recomponiéndose-. Gracias, Cecilia.

Y eso hicimos.

Entramos a paso ligero a donde estaban los policías de los casos normales y llegamos en seguida al ascensor. Todo el recorrido fue en silencio, y es que aún no me creía que mi padre estuviese allí. No habían pasado ni veinticuatro horas desde que había hablado con él por teléfono el día anterior y sabía perfectamente que estaba en Texas. ¿Pero qué demonios hacía ahora en Míchigan?

Lo único que tenía claro es que no venía de visita.

Estábamos delante de la puerta de metal y me tapé los ojos para no ver el código que Donovan introducía en el panel. En un momento escuché el clic que daba a entender que la puerta esta abierta y en esta ocasión no esperé ni medio segundo para mirar al otro lado de ella.

Y allí estaba, con su impecable traje gris de Armani, su elegante sombrero y esa sonrisa de aristócrata. Hablaba animada y fluidamente con Nathan, que parecía estar disfrutando de aquella conversación al máximo.

Durante un instante, un pequeño instante, me quedé de ese modo, mirando a Nathan como si fuese una de las Siete Maravillas y contemplando como sus labios se movían mientras hablaba. También observé de que modo tan exquisito se ceñían aquellos vaqueros a sus piernas y como aquella cazadora de cuero marrón le marcaba los voluminosos brazos. El pelo alborotado, con un par de mechones cubriéndole los ojos, que al mismo tiempo seguían todos los movimientos de mi padre.

Pero, como dije, fue solo un instante.

Un segundo después ya estaba de vuelta en mí y, mirando a mi padre, avancé con paso ligero hacia él. Me paré a su lado y fue entonces cuando paró su conversación y dirigió su atención a mí. Lucía en su rostro una amigable y tierna sonrisa de padre, pero que en realidad era una súplica para que le perdonara por haber venido sin avisar.

- Hola cariño- dijo, todavía sonriendo.

- ¿Hola cariño?- pregunté en tono sarcástico-. ¿Se puede saber por qué endemoniada razón no me has avisado de que venías? Y espero que tengas una buena excusa.

Eso último lo añadí para que supiera que un simple ''lo siento'' no me iba a contentar.

- Hola, papá- dijo-. ¿Qué tal has estado? Te veo más delgado. Creo que la edad te está haciendo cada vez más hermoso- yo le miré con los ojos levantadas-. ¿Es que no puedes saludar a tu viejo antes de bombardearle con acusaciones?

- Primero- contesté yo-, jamás en la vida te diré que con la edad te estás haciendo más hermoso, porque cuando era pequeña me enseñaste que mentir estaba mal- esto provocó varias sonrisas en los allí presentes, incluidos Nathan y mi padre-. Y segundo, no pienso saludarte cuando tú ni te has dignado a mandarme aunque sea un mensaje avisándome de que ibas a venir.

- Supongo que estamos en paz- dijo.

- Supongo que sí- confirmé yo.

Ambos asentimos y de ese modo, como muchas otras veces, el asunto quedó zanjado. En ese momento Donovan se puso a mi lado y yo le miré de reojo.

- Papá- dije-, este es Donovan. Donovan, El Pacificador, mi padre.

La verdad es que odiaba esto de ser yo quien diese las presentaciones, nunca me ha gustado y tampoco me gustaba ahora, así que aquello era lo único que pensaba decir con respecto a presentarles. El resto era cosa de ellos, y para que quedara claro di un pequeño paso a un lado para poner distancia entre ellos y yo.

- Encantado señor- dijo Donovan extendiendo su mano.

- Por favor- contestó mi padre aceptándosela-, llámame Hugo.

- Hugo entonces- dijo Donovan sonriendo.

Ambos soltaron sus manos.

- He de decirle Donovan- dijo mi padre mientras daba una lenta vuelta sobre sí mismo para mirar a su alrededor-, que me encanta lo que ha conseguido usted aquí, sobretodo teniendo en cuenta que hará unos cuantos años tan solo era un simple novato en lo sobretanutal.

- Bueno- contestó Donovan-, lo he hecho lo mejor que he podido. Además, sin mi equipo no hubiese logrado nada.

- El chico sabe lucirse- susurró Nathan en mi oído-, pero es modesto.

Me sobresalté, ya que no me esperaba aquel repentino acercamiento por su parte, y tardé un poco en reaccionar. Le miré, y me demoré un par de segundos más en contestar porque me encontré sus ojos aguamarina fijos en mí.

- Estoy segura de que tú también aprovechaste para lucirte antes de que nosotros llegásemos- le susurré en respuesta.

Él rio levemente. Aguanté la respiración ante el inesperado escalofrío de placer que me recorrió el cuerpo cuando su cálido aliento rozó mi piel, y miré hacia adelante con rapidez.

- Aún así- continuó mi padre-, le doy la enhorabuena.

- Gracias- confesó Donovan.

- Hija- dijo mi padre acercándose a mí-, ¿qué tal  si vamos a desayunar algo? Así podremos hablar relajadamente.

Con ''relajadamente'' se refería a hablar sobre su verdadero objetivo al venir aquí, algo que me tenía intrigada y asustada a la vez, ya que cualquier cosa me podría venir encima.

- Vale- dije, encogiéndome de hombros y caminando hacia la puerta.

- Nathan, Donovan- continuó él-, ¿por qué no venís?

Casi  me caigo de bruces contra el suelo al escuchar aquello. ¿De verdad les estaba invitando? Lo que tenía planeado debía de ser muy importante si quería que ellos dos también fueran o era tan fuerte que, al temer mi reacción, estaba asegurándose de que tenía dos hombres que le protegieran.

Cualquiera de las dos opciones podrían ser.

Por su parte, Nathan y Donovan se miraron entre sí, para luego mirarme a mí y segundos más tarde, a mi padre. Nathan asintió con la cabeza y avanzó hasta mi posición.

- Puede ir jefe- dijo Bruce desde su sitio-. Nosotros lo tendremos todo bajo control.

Donovan le asintió y entonces los cuatro salimos de allí.

Caminamos en silencio hasta llegar al ascensor, Donovan y Nathan delante, mi padre y yo detrás, y dentro de él mi padre se dispuso a tomar la palabra.

- Bueno- comenzó-, ¿y dónde podemos ir?

- Yo no conozco muchos sitios- dije, y miré a ambos chicos.

- Hay una cafetería bastante buena al cruzar la esquina- sugirió Donovan.

- Entonces vamos ahí - dijo mi padre.

Le observé un momento, captando cada pequeño movimiento que hacía, y luego le miré escéptica y con una ceja levantada.

- Papá- dije, y él me miró-, ¿de verdad has venido solo de visita?

No me contestó, sino que tan solo se mordió el labio y se encogió de hombros lo que, conociéndole, quería decir que aquel viaje tenía un propósito. El ascensor se paró en ese momento, y continuamos nuestro camino bajo un montón de miradas curiosas. Al salir a la calle me quedé atrás, dejando que lo hombres comenzaran su conversación y caminaran juntos.

Aún me costaba asimilar aquella escena que se reproducía delante de mis narices. Mi padre manteniendo una conversación con Donovan, el poli con el que había empezado a ligar, y Nathan, el vampiro con el que me había besado. Era una vista que no había pensado que tendría hasta pasado un tiempo, o incluso nunca, así que imagina como me sentía mientras la contemplaba tan solo tres días después de haberles conocido.

Cuando llegamos a la cafetería dejé atrás mis pensamientos y los cuatro empezamos a buscar un lugar donde sentarnos. Estaba sorprendida ya que, para ser temprano, aquel lugar estaba casi totalmente lleno, lo que confirmaba lo que había dicho Donovan de que el sitio era bueno. Encontramos una mesa vacía en una esquina del recinto y avanzamos hacia ella. Al sentarnos, mi padre se situó a mi lado mientras que Nathan y Donovan se sentaban enfrente de nosotros. Para mi fastidio, Nathan fue el que se sentó justo delante de mí y, con el objetivo de evitar sus intensos ojos, tuve que mirar para un lado.

Y no para el lado de mi padre precisamente.

A mi derecha tenía un gran ventanal que me dejaba ver lo que sucedía fuera y, por suerte, no era una calle solitaria y silenciosa lo que veía, sino un animado parque. Niños pequeños jugaban y reían bajo la atenta mirada de sus padres, que velaban por su seguridad todo el rato. Eran gente normal disfrutando de su día normal, mientras que yo allí, en ese lado del ventanal, me preparaba para recibir una noticia que intuía, no me iba a gustar.

- Oye Lili- dijo mi padre-, ¿qué quieres tomar?

Al girar la cabeza para mirarle, vi que en sus manos sostenía la carta con el menú y se dedicaba a ojear la página de desayunos mientras esperaba por mi respuesta.

- En primer lugar- dije-, no me llames Lili, y en segundo lugar- le quité la carta de las manos-, déjame ver que puedo pedir.

La camarera llegó en ese momento.

- Buenos días y bienvenidos- dijo y, aunque no la estaba mirando, supe que sonreía-. ¿Saben ya qué desean tomar?

- ¿Podrías decirme en qué consiste el ''Desayuno Especial''?- pregunté, mirándola.

- Es un plato en el que se incluyen todos los ingredientes que el cliente quiere- explicó-. La ración aumenta o disminuye según la gente que haya en la mesa.

- Parece interesante- comentó mi padre-, ¿lo pedimos?

Todos asentimos y la camarera levantó su pequeño libreto para tomar nota.

- Muy bien- dijo ella-, ¿y qué ingredientes piensan incluir?

- Si no os importa empezaré yo- dije y los tres me dieron permiso para hablar-. Entonces quiero huevos fritos, panceta frita, salchichas, tostadas y patatas salteadas. Trae también mantequilla para las tostadas.

La chica apuntó al tiempo que asentía con la cabeza y luego levantó la vista para ver quien era el próximo que pedía.

- Por mi parte tan solo añádele champiñones fritos- dijo mi padre y su pedido no me sorprendió nada.

Él era un gran fanático de los champiñones fritos.

- ¿Y vosotros chicos?- preguntó la muchacha mirando a Nathan y Donovan.

- Yo quiero tomate y pimiento frito- dijo Nathan.

- Y yo morcilla- concluyó Donovan, provocando que frunciera el ceño, y es que la morcilla no me gustaba nada.


- ¿Y de beber?

- Una taza de café- contestó mi padre.

- Otra para mí- Donovan dijo.

- Para mí también- añadió Nathan.

- A mí déjame zumo de naranja.

- ¿Frío o natural?- me preguntó ella.

- Natural por favor.

Cuando terminó de escribir lo leyó todo en voz alta para comprobar que no le faltaba nada y luego se marchó. Con tan solo pensar en las delicias que ocuparían en poco tiempo la mesa, ya me rugían las tripas, y como no quería que ninguno de los tres allí presentes las escucharan, me dispuse a hablar.

- Bueno papá- dije girando mi cuerpo hacia él en el asiento-, ¿me dirás ahora para qué has venido?

- ¿Es que nunca te alegras de verme?- dijo él-. Siempre que te visito o te llamo piensas que lo hago con segundas intenciones.

- Es que siempre es así- contesté.

- Touché- añadió él.

La camarera llegó entonces con el café de los chicos y mi zumo de naranja, lo que le sirvió a mi padre para demorar su respuesta.

- ¿Y bien?- insistí cuando la chica se marchó.

- Necesito que te hagas cargo de un caso- dijo-. El de la chica que estaba en las imágenes que te mandé ayer.

- ¿Por?- pregunté.

- Me iré a Europa por tiempo indefinido a causa de unos negocios- respondió.

- Bien- susurré-, pero lo tendré un poco difícil estando tan lejos- comenté mientras cogía mi vaso de zumo para tomar un trago.

- En realidad- dijo dudoso-, mantenía la esperanza de que viajaras a Texas para poder trabajar mejor- casi le escupo el zumo a Nathan por la sorpresa, comenzando a toser cuando me lo tragué rápidamente para que esto no pasara.

Cuando el ataque de tos se me pasó, miré a mi padre incrédula.

- ¿Y dónde piensas que voy a vivir?- pregunté-. Porque si no te acuerdas, dejé el piso antes de venir aquí.

Él no dijo nada.

- No pensarás que viviré en la casa, ¿no?- dije-. ¿Con mamá?

- También estará Chad, Adriana, Brandon y los peques- dijo tratando de aliviarme-. Además, Benjamín y Ellen se pasarán por allí de vez en cuando.

La verdad es que les echaba de menos.

- ¿Por qué están Adriana y Brandon en la casa?- pregunté. Hacía bastante tiempo que ellos y las niñas se habían comprado una casa para ellos solos.

- Le comenté a Brandon que irías un tiempo a quedarte para poder ayudarme- explicó-, y cuando Adriana se enteró, se emocionó mucho y quiso ir a vivir a la casa el tiempo que tú estuvieras.

Sonreí.

Improvisar de ese modo era  muy típico en mi hermana y recordé con anhelo el tiempo que habíamos pasado juntas.

- ¿Sabe ella que voy a ir?- hice un mayor énfasis en ''ella'' para que mi padre supiera que hablaba de mi madre.

- Sí- fue lo único que dijo.

- Apuesto a que no se lo ha tomado nada bien- me reí sin ganas.

Me quedé en silencio, mirando mi vaso de zumo, y pensando en lo que mi padre me estaba pidiendo. Volver a vivir bajo el mismo techo que mi madre no era algo que me entusiasmara demasiado, pero era mi deber trabajar para mi padre.

- Está bien- dije-, iré. Pero aviso que no me hago responsable de lo que pase con mamá.

- Aun tengo que decirte algo más- dijo mi padre.

- Dime.

- Quiero que te lleves a alguien como tu compañero- dijo-. Por eso los he invitado a ustedes chicos- miró a Nathan y a Donovan-, me gustaría que fuera uno de vosotros dos.

Me quedé perpleja.

Cuando dijo eso, se me pareció al típico padre que le busca pretendiente a su hija y Donovan y Nathan habían resultado ser los finalistas. Aunque, como pasa en todos los casos, yo era la hija que no quería que su padre le buscara pretendientes.

- A mí me encantaría- dijo Donovan, y me alivié un poco. Le prefería a él antes que a Nathan-, pero no puedo irme y dejar la comisaría desatendida. Ese lugar es mi responsabilidad y no lo puedo dejar.

Donovan no estaba colaborando para nada, así que mi única oportunidad era que Nathan también lo rechazara.

- Entiendo- dijo mi padre-, ¿y tú Nathan? ¿Podrías?

- Bueno señor- comenzó a decir él-, yo tengo que atender mi negocio, pero esto es importante para usted puedo dejar que un amigo de confianza lo haga por mí.

¿Quién era el que se lucía ahora?

- Si no le importa- dijo mi padre, contento al ver que uno de los dos había aceptado- serás tú el que acompañe a mi hija entonces.

- ¿Es que acaso yo no puedo opinar nada?- pregunté.

- En este tema no cariño- contestó.

- Pero papá, sabes perfectamente que sé cuidarme sola- dije.

- Lilianne- el tono de mi padre era seco-, ahora mismo no soy tu padre, soy tu jefe, y harás lo que te diga.

Mi mandíbula se tensó y mis manos se cerraron en puños. Odiaba cuando usaba su rango de jefe para hacerme obedecer, pero odiaba más el echo de que yo le hacía caso.

- Muy bien- dije, rodando mi silla y levantándome.

- ¿No vas a desayunar?- me preguntó Donovan.

- Se me ha quitado el apetito- contesté, y me fui.

Salí a la calle, y me puse a pensar en un sitio al que poder ir. No quería ir a la comisaría y tampoco caminar hasta mi casa, así que rodeé la cafetería para ir al parque. Era el sitio más adecuado para mí en aquel momento, o al menos eso pensaba yo, y además, no sabía donde más podía ir. Al llegar me senté en un banco vacío, con las rodillas pegadas al pecho, y me quedé mirando al suelo, pensando.

Entonces, comencé a recordar.

4 comentarios:

  1. Pues nada, me quede con las ganas del Donovan jijiji. La chispa la tiene con Nathan.
    Thais, esta historia me tiene enganchada. Como siempre esperando mas. Ya se que tas con los exámenes, así que cuando puedas, no hay prisa.
    Muchos besos

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  2. jajajaja ya ves, pero si eso le dices a E.J. que te lo preste los fines de semana o algo jajajja, hacen un trato para compartir a Nathan jjajaja
    Si, lo iba a decir durante esta semana, pero es que ni siquiera tengo empezado el capítulo 9, así que para el siguiente tendrán que esperar un poco más jejeje
    Besos.

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    1. No creo que EJ comparta a Nathan, no comparte ni a sus galanes de sus historias, son tooooooodos de ella. Pero bueno no me voy a quejar que tengo a mi farmacéutico Eric jijiji.
      Muchos besos

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  3. Así que se lleva al guaperas nathan jijiji que emocionante se ve el siguiente capitulo.

    Yo quiero, quiero... pero antes van los estudios niña. Mujeres

    Y cierto, no lo comparto. Ni tampoco a los mios.

    Y no te quejes yola. Tienes a Eric. Quien aun no ha comenzado a dar guerra... y aun no sabes que giro dará tu personaje,cuando acabe el verano. Jijijiji

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