domingo, 23 de octubre de 2016

Herida (Wounded)

CAPÍTULO 19
Abrí los ojos con extremada lentitud.

Estos me pesaban debido al cansancio y a los continuos golpes que había recibido y que, seguramente, seguiría recibiendo en un rato. Me concentré en sentir el resto de mi cuerpo y me di cuenta de que estaba tumbada boca abajo en el suelo. Moví una de mis manos y palpé las frías baldosas, algunas estaban incluso levantadas. Fugaces imágenes de lo que había sucedido se asomaron por mi mente, hasta que finalmente recordé todo.

Después de que Bernard me dijera que yo sería la carnada, me tomé en serio mi papel y digamos que no fueron palabras bonitas las que le dediqué a aquel tipo macabro. Perdí la katana en un momento de mi lucha contra él, pero no me importó, pues era Bernard quien le mataría, y me esforcé en hacerle enojar más todavía. Así, tras mucha pelea, aquel tipo, al que voy a llamar “Rodolfo” porque no me sé su verdadero nombre, se cansó de montar el espectáculo y me llevó con él fuera de la academia para torturarme, no sin antes ordenar al resto de su clan que asesinasen a todos.

Mientras sentía los latidos de mi corazón acelerado retumbar en mis oídos, traté de incorporarme y quedé sentada con la espalda apoyada en una pared. A mí alrededor se extendía una gigantesca sala circular con puertas de reja negra y oxidada, las cuales llevaban a unos diminutos cubículos, colocadas en hilera hasta llegar a un pasillo que se alejaba de allí.

¿Estaba en una prisión?

- Por fin has despertado – visualicé a mi amigo Rodolfo caminando a través del pasillo, con un sonrisa satisfecha –. Quizás me pasé contigo la última vez, llevas inconsciente casi una hora.

¡¿Casi una hora?! El vampiro que tenía delante me había estado torturando bastante rato, más lo que había estado inconsciente, eso sumaba muchísimo tiempo y no entendía cómo Bernard no había venido a rescatarme todavía.

Al final iba a tener que matar yo a Rodolfo.

- Dime, muchacha…– se mantuvo en silencio un segundo, observando una mesa en la que, como creía recordar, estaban los instrumentos de tortura –, ¿cómo te encuentras? ¿Alguna herida preocupante?

Entonces miré mis brazos, mis piernas, mi vientre… La ropa estaba rasgada allí donde el vampiro me había hecho los cortes con sus cuchillos y ahogué un sollozo al recordar el dolor que había sentido. Me seguían doliendo, claramente, pero no era más que un débil escozor que me recorría los bordes de las heridas. Además, recordaba levemente cómo me había hecho beber un poco de su sangre para hacer que el proceso de curación fuese un poco más rápido de lo habitual, así que eso ayudaba a no sentir demasiado dolor.

- Fui cuidadoso de no tocar ninguna vena importante – me sobresalté, pues no le había sentido acercarse, y tragué saliva cuando sus ojos negros se fijaron en los míos –. Hora de seguir.

Puse los ojos en blanco y él me sujetó del pelo y me arrastró hasta dejarme junto a la mesa. Se olvidó de mí y concentró toda su atención en las armas, buscando la que usaría conmigo, y deseé más que nunca que Bernard apareciese en ese instante. Aunque, en realidad, me daba igual si venía Bernard, Francis, la directora, Lance… ¡o incluso Santa Claus! ¿Qué más daba? Yo solo ansiaba que llegase alguien para ayudarme, evitar que Rodolfo continuase con la tortura y me masacrara, porque no, no estaba lista para ello.

No quería morir.

Comencé a retroceder, deslizándome sobre mi trasero, para no perder de vista al tipo, con el indudable objetivo de alcanzar el pasillo y salir de allí, ya que no iba a quedarme a esperar por si alguna persona decidía socorrerme. Eso de la princesa encerrada en una torre, contando los días hasta que la rescaten, a ser posible un príncipe azul, eso precisamente jamás ha ido conmigo, y mucho menos si mi vida corría peligro.

Finalmente hallé la esquina que indicaba que había llegado a la entrada del pasillo y me apoyé en la pared para levantarme. Contemplé, mientras tanto, cómo mi amigo se enfundaba unos nudillos de acero y luego comenzó a afilar la hoja de una daga. Un ladrillo suelto de la pared cedió al recibir mi peso y terminó cayendo con un gran estruendo. Rodolfo perdió la concentración de lo que hacía y me miró alterado, terminando con un gruñido lejos de ser amistoso. Ese fue mi aviso y, sin dudarlo, salí corriendo por el pasillo, sin saber muy bien a dónde iba. No recordaba demasiado del camino que debía tomar para escapar dado que, durante todo el trayecto hacia aquí, el vampiro me había estado empujando, pegando y haciéndome caer repetidas veces. El mareo y el dolor que sentía no me dejaron concentrarme tampoco en mí alrededor, lo que suponía un inconveniente en este preciso instante.

Corre todo lo que quieras, pequeña – su voz resonó por todas las paredes del lugar –. No podrás salir de aquí – soltó una risa malvada.

Me estremecí y corrí más rápido, lo que no fue muy buena idea dado que el mareo comenzó a aumentar. Al terminar de subir unas escaleras, que me parecieron casi interminables, decidí resguardarme en un hueco que se hallaba bajo las mismas y en el que seguramente no me vería. Me deslicé en el recoveco con sigilo y justo al tiempo para ver la sombra del vampiro a pocos metros de mi escondite. Aguanté la respiración en cuanto vi que se acercaba a mi posición y me camufle más si cabía entre las sombras.

- Sé que estás cerca – habló.

“Rodolfo salió listo” dijo mi conciencia en tono irónico.

Yo rodé los ojos y esperé a que el vampiro fuese más original con sus frases. Esa era una de las expresiones para “asustar” a las víctimas más inútiles que alguna vez se había creado y la culpa de que estuviera tan expandida por el mundo era por las películas de miedo de los últimos tiempos. Poco tenían que hacer los asesinos y delincuentes de dichas películas ante los horrores que podrían llegar a realizar los sobrenaturales más despiadados, peores incluso que Rodolfo.

En otras circunstancias habría salido de aquel diminuto rincón para decirle en alto todo esto, pero no tenía armas y encima me encontraba muy débil físicamente, así que mi mejor opción era mantenerme allí hasta que se alejase. No mucho después dejé de verle y tuve que prestar atención al golpeteo de sus pasos contra el suelo, que cada vez era más y más tenue, hasta que ya no se escuchaba nada.

Con muchísimo cuidado, comencé a deslizarme fuera del recoveco y examiné la sala en la que estaba. Cuando mi mirada se detuvo sobre lo que se encontraba a unos metros frente a mí, a penas me creía lo que estaba viendo. Sin planearlo había encontrado la puerta que me permitiría salir de allí y sonreí aliviada al mismo tiempo que me acercaba sin hacer ruido.

Pero obviamente, estaba cerrada.

¡Claro que sí! ¿Es que esperaba que pasase lo contrario? Las cosas no se podían poner fáciles para mí nunca, ni siquiera en momentos desesperados como en el que me encontraba.

- La ratoncita está encerrada – me giré para ver a Rodolfo de pie, riéndose con toda la maldad que le era posible – . Sabía que sería divertido jugar contigo, pero has superado mis expectativas.

Y nuevamente soltó una carcajada.

- Me alegro, supongo – me encogí de homros.

Me apoyé con pose desinteresada contra la puerta, en un intento de aparentar tranquilidad, aunque lo que realmente pretendía era calmar el mareo que insistía en nublarme la vista. El frío hierro de la puerta ayudó bastante, traspasando mi blusa y recorriendo toda mi espina dorsal.

- No pueden andar muy lejos, no hay demasiados lugares a los que ir en estos bosques – la voz no muy lejana de Francis fue música para mis oídos en ese instante.

- Espero que Daniela esté bien – comentó Jul.

Un segundo, ¿Jul? ¿Qué demonios hacía Jul allí? Ella no sabía luchar, ¿por qué había venido? Olvidando aquel detalle, me di la vuelta esperanzada y comencé a golpear la puerta.

- ¡Aquí Jul! ¡Estoy aquí! – intenté seguir golpeando, pero las manos del vampiro se aferraron a mis hombros y fui lanzada hasta el otro extremo del vestíbulo.

- ¡Daniela! Abre la puerta, está ahí encerrada – Jul gritaba desde el exterior.

Mi espalda impactó con fuerza en la pared y caí en seco sobre el rellano de las escaleras. Este golpe fue incluso peor que el anterior en la academia, cuando el otro vampiro también me lanzó contra una pared.

- Tus amigos no podrán salvarte – Rodolfo habló intentando parecer divertido, aunque se notaba que estaba careado.

Vi cómo dirigía en mi dirección la daga que había estado afilando minutos antes y me vi obligada a esquivar el arma. Terminé tumbada boca arriba en el suelo y, antes de que pudiera levantarme, Rodolfo volvió a atacar. En un rápido movimiento, le propiné una patada en la mano y logré que la daga volase lejos de nosotros, muy cerca de la puerta que mis salvadores intentaban abrir a golpes. De la forma más ágil que pude, me levanté y salí corriendo con la intención de alcanzar la daga y aumentar mis posibilidades de sobrevivir. Sin embargo, como el vampiro era mucho más veloz que yo, me alcanzó y me placó con enorme fuerza. Ambos caímos al suelo, él encima de mí, y traté de coger la daga que estaba a medio metro por encima de nuestras cabezas.

Claramente Rodolfo tuvo la misma idea y, debido a su posición aventajada, fue quien acabó sujetando el arma.

Entonces, juntó sus manos alrededor del mango de la daga y lo dirigió con extrema rapidez hacia mi cara. Casi no tuve tiempo a reaccionar, ni siquiera sé cómo logré sujetarle por las muñecas y evitar que me sacara un ojo con la afilada hoja. A partir de ese instante comenzamos una especie de pulso que, por desgracia para mí, acabaría ganando Rodolfo. Mi cuerpo se encontraba completamente debilitado y la poca energía que me quedaba la estaba empleando para contrarrestar la grandiosa fuerza vampírica de mi enemigo.

De fondo escuché un repentino estruendo y el vampiro sobre mí levantó la cabeza un segundo, lo suficiente para que una bala de madera atravesara su cabeza. Rodolfo quedó inconsciente y todo el peso de su cuerpo cayó de golpe contra el mío. Me deslicé como pude debajo de él y me levanté con pasividad, buscando dentro de mí un vestigio de fuerza. Una vez estuve de pie miré a los recién llegados y descubrí que, además de Francis y Jul, estaban allí Bernard y Sic, siendo este último el que había disparado. Extendí mi mano para que me diera su arma y él lo hizo. Inmediatamente volví mi atención a Rodolfo, apunté directo a su corazón y disparé.

Una bala de madera en la cabeza los noquea, en el corazón los mata.

- ¡Dani! – Jul corrió hacia mí y me abrazó –. Menos mal que estás viva.

- No gracias a lo rápido que habéis llegado – mi mirada se dirigió a Bernard que sonreía aparentando inocencia.

Rodé los ojos y correspondí el abrazo de mi amiga. Estaba tan agotada que aproveché el gesto para apoyar parte de mi peso en ella, lo justo como para que Jul no se percatase de ello.

- Será mejor que regresemos – dijo Francis en tono serio.

Se notaba que él también estaba bastante cansado, a decir verdad, todos lo estábamos. Estuvimos de acuerdo y, después de que Sic cargase con el cadáver, salimos de allí lo más rápido posible, o al menos yo lo intenté. Me sentía tan agotada que apenas levantaba los pies del suelo, por lo que no tuve más remedio que andar arrastrándolos incluso cuando Jul me sujetó para que caminase más cómoda.

- Tienes tantas heridas – murmuró con espanto –. ¿Qué te hizo?

-  No necesitas saberlo – dije restándole importancia.

Mi amiga no hizo más preguntas, pero no pudo evitar mirar horrorizada al vampiro muerto que Sic llevaba sobre sus hombros unos metros por delante de nosotras.

- ¿Qué tal todo en la academia? – pregunté.

Bajo control – respondió Francis –. Logramos acabar con la gran mayoría de ellos, los que no están muertos se encuentran atados y amordazados sin posibilidad de escapar.

- ¿Y la directora? – la última vez que la vi estaba inconsciente en los brazos de otro vampiro.

- Ayudando a los heridos – Francis parecía aliviado.

¿Estaría de verdad enamorado de la directora?

- Me da que entre los dos al final sí que hay algo amoroso – me susurró Jul lo suficientemente bajo para que el director no la escuchase.

Reí débilmente.

- Yo también lo creo.

- Son hermanos – Bernard apareció a nuestro lado, uniéndose a nuestra conversación privada, aunque a estas alturas Francis estaba ya tan lejos que no hacía falta susurrar.

- ¡¿Hermanos?! – preguntamos al unísono.

La verdad es que tenía bastante sentido, pero no era ni por asomo lo que esperaba escuchar.

- Eso no les va a gustar a quienes empezaron el rumor de que andaban en una idílica aventura amorosa – comentó mi amiga al borde un ataque de risa.

- Cierto – estuve de acuerdo –, aunque seguramente crearán otra historia de amor entre hermanos y está claro que el incesto será un tema mucho más escandaloso al que sacarle partido.

- Y por ese motivo nunca entenderé a los jóvenes – murmuró Bernard a la vez que negaba con la cabeza.

Nosotras reímos y él rodó los ojos, gesto que nos hizo reír más, y la conversación se acabó en ese momento. El resto del camino mantuvimos silencio, pues era mejor eso que intentar sacar algún tema que probablemente nos llevaría a hablar sobre la masacre que habíamos vivido y eso era lo último que nos apetecía. A mi cabeza solo venían las imágenes de aquel pasillo lleno de personas, en su mayoría alumnos, que habían perdido la oportunidad de cumplir sus sueños y vivir una larga vida llena de experiencias. Hacía tiempo que algo así provocaba algún tipo de sentimiento en mí, me había acostumbrado a la muerte y a su presencia en mi vida, pero la magnitud de daños y de vidas inocentes perdidas durante las últimas horas sacaban a relucir mi humanidad.

Todos esos sentimientos en mi interior empeoraron en cuanto cruzamos las puertas de la academia.
En los pasillos se acumulaban los cuerpos, tapados con mantas y sábanas, y los supervivientes lloraban el trágico destino de los que no habían tenido su suerte. A mi lado Jul se encogió un poco ante la imagen que contemplábamos y la apreté contra mí para que siguiese caminando. Abandonamos aquella zona para dirigirnos al ala de las chicas, donde nos encontraríamos con la directora y la mayoría de los heridos.

Betty se nos acercó en cuanto cruzamos la puerta y le dio un fuerte abrazo a su prima, haciendo que me soltase, y di gracias por poder mantenerme sola pues, si no, me hubiera caído en redondo al piso. Las dejé en su momento de intimidad y observé el resto de la estancia. Sic y Francis se encaminaron hasta la directora, quien se encontraba junto a los miembros del clan enemigo que no habían sido asesinados, y dejaron caer el cuerpo de Rodolfo frente a ella, dando a entender que todo había acabado, y su rostro se llenó de alivio. Mientras tanto varias enfermeras y enfermeros atendían a los heridos, entre los que había gran diversidad de gravedad, y fruncí el ceño al ver a Logan y Abril en una esquina.

Me acerqué a ellos.

- ¿Estáis bien? – pregunté.

Ella no parecía tener nada grave, tan solo un par de rasguños, en cambio Logan no tenía muy buena pinta. Estaba sentado, con la espalda apoyada contra la pared de piedra, y con su mano izquierda ejercía presión en su hombro derecho. Se había puesto un intento de vendaje con un pedazo de tela de la camisa de Abril, pero la sangre seguía saliendo a borbotones y Logan se iba poniendo cada vez más palido.

- Yo sí, pero Logan… – sollozó ella.

- Estoy bien – la voz de él era apenas un hilillo.

- ¿Por qué no habéis llamado a un enfermero? – pregunté alarmada.

- Todos están ocupados atendiendo a los demás – Abril seguía sollozando.

Miré a mí alrededor y así era, todos parecían estar muy ocupados como para atender a aquel chico que se desangraba con cada segundo que pasaba.

- Maldita sea – me quejé.

Sin saber cómo, al otro lado de la sala visualicé a Sol y a su grupo de amigas bastante entretenidas con un enfermero que no sabía qué hacer para librarse de ellas. Ninguna tenía apariencia de estar muy lastimada, así que fui directa allí dispuesta a no dejar morir a Logan. Mientras me acercaba me percaté de que Kile y Adam conversaban no muy lejos de allí y los dos me miraron al pasar, pero yo no tenía tiempo para ellos.

- Oye, tú – llamé al enfermero, que se giró para mirarme. No fue el único que hizo eso, está claro, ya que junto a él tres pares de ojos femeninos me observaron –. En aquella esquina – señalé el lugar – hay un chico a punto de morir desangrado así que, si ya terminaste de arreglar las uñas rotas de esas chicas, te ruego que acudas a salvarle.

Él echó un vistazo a las chicas y, con el rostro bastante aliviado, se alejó de allí lo más rápido que pudo. Ni siquiera me molesté en mirar al trío de arpías, no me apetecía, ya había visto suficientes cosas desagradables por ese día y tampoco quería discutir con nadie. Con el tema de Logan solucionado, me relaje un poco y se me subió el ánimo cuando de casualidad encontré botellas de agua, pues tenía mucha sed. Cogí una y me bebí el contenido en dos largos tragos.

- Sí que estabas sedienta – reconocí la voz de Adrien a mi lado, carcajeándose.

- ¿Esperabas menos de alguien que lleva horas siendo torturada? – alcé las cejas y me reí.

Dejé la botella vacía a un lado y cogí otra.

- ¿Estás bien? – me preguntó con expresión seria.

- He estado mejor – me encogí de hombros –. Nada que una buena ducha y unas horas de sueño no solucionen.

- Haces que se vea fácil, pero esas heridas no se curan duchándote y durmiendo – observó mis heridas y yo intenté no recordar todo aquel dolor que había sentido.

Bebí más agua para no tener que responder a eso.

- Por cierto – le miré –, ¿qué haces aquí de nuevo? ¿Visitando a Kile de nuevo? Empiezo a pensar que lo vuestro va más allá de una relación de hermanos.

Entrecerré los ojos y sonreí, lo que provocó risas de su parte.

- En realidad venía a verte a ti – esa declaración me tomó por sorpresa –. Te dije que volveríamos a vernos y no estaba de broma.

- Oh – alargué la “o”, aparentando estar conmovida –. Qué romántico. ¿Para cuándo la boda, la casa, los hijos y, por qué no, el perro mascota?

Me reí a carcajadas por la cara que puso, aunque se unió pronto a mis risas.

- Daniela – a nuestro lado apareció Lance –, te necesitan con los capturados.

Los tres desviamos la atención allí donde Francis, la directora, el cuerpo de Rodolfo y, ahora también, Bernard se encontraban de pie hablando en grupo a la vez que dedicaban miradas fortuitas a alguien del clan enemigo que estaba tras ellos y que yo no veía desde allí.

- Está bien – miré a Adam –, ¿te vienes?

No se lo pensó dos veces antes de ponerse a mi lado y echar a andar conmigo siguiendo a Lance.

- ¿Qué pasa? – pregunté nada más llegar.

Los tres me contemplaron en silencio y, tras unos segundos, se apartaron, dejándome ver a quien estaba tras ellos.

- Ella dice que ambas se conocen – habló Francis –. ¿Sabes tú algo de eso?

Me quedé en silencio, incapaz de articular palabra por el shock que había invadido mi cuerpo. No podía ser cierto lo que mis ojos veían, era imposible, tenía que ser una sueño, no, una pesadilla, una broma muy pesada.

- Adriana… – murmuré.

- ¿Véis? Nos conocemos – reprochó ella, que seguía de rodillas en el suelo como sus compañeros del clan.

- Cállate – chisté a punto del ataque de nervios –. Reserva saliva para explicarme qué demonios haces aquí y por qué de repente eres un vampiro.

La miré escandalizada, el aire me faltaba y sentía que en cualquier instante me desmayaría.

- Entonces, ¿de verdad la conoces? – me preguntó Bernard bastante incrédulo.

En otra ocasión me hubiese reído de la expresión que tenía, pero no era ese el momento más oportuno para eso.

- Claro que la conozco – afirmé indignada –, es mi hermana pequeña.

6 comentarios:

  1. ¡Holiwis!
    No sé si me recuerdas, pero hace tiempo tenía un blog con una amiga llamado Teen Books en el que hablábamos de distintas locuras que hacíamos y básicamente sobre lo que se nos vieniese a la mente. El otro día estaba leyendo el blog en plan nostalgia y vi un comentario tuyo. Así que me dije: ¿qué habrá sido de esta chica? ¡Y aquí estoy!
    Ya veo que todavía sigues con tu blog :D Nosotras terminamos dejando el nuestro porque casi no teníamos tiempo para hacer las entradas juntas, que es lo que verdaderamente molaba, aunque ahora tengo un blog por mi cuenta. Pero que sepas que no nos hemos olvidado de ti, ¡yo sigo repartiendo los abracitos aplastantes por el mundo! Eso si que son vida, Aroa ya está demasiado harta de mí.
    No me extiendo más y muchos besitos :*
    -Nayla (antes conocida como Miranda)

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    1. Holiiiiwiiiis!!!
      Por supuesto que me acuerdo de ti!! Las he echado muchísimo de menos, pero os perdí la pista a las dos cuando vuestro blog se terminó y me alegro un montón de saber de nuevo de ti.
      Yo, claramente, también sigo repartiendo amor y muchos abrazitos aplastantes por el mundo que es lo mejor y todos los necesitan!!!!
      Si no te importa déjame por algún lugar del blog la dirección de tu blog, que aunque no estén las dos, lo leeré con el mismo entusiasmoooo :D
      MUCHOS BESOS Y ABRAZOS APLASTANTEEEES!!!!
      -Thais (que sigue siendo Thais xD)

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    2. Hii!!
      Me alegro que sigas siguiendo repartiendo abracitos aplastantes por el mundo como yo xD ¡Si es que los abracitos aplastantes son vida!
      Ahora mi blog es librosonadores.blogspot.com ¡Te estaré esperando por ahí con los brazos abiertos!
      Muchos besitos y abracitos :P
      -Nayla

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  2. Me ha encantado, aunque tuve que hacer memoria jijiji. Espero pronto nuevos capítulos.
    Sólo tengo una pregunta ¿que pasó con Kyle? Hace varios capítulos que entre ellos dos no hay nada...
    Bueno, ya sabes, no te retrases tanto en los capítulos.
    Besitos 😙 😙 😙

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  3. Me alegro de que te haya encantado jejejejjeje
    Tranquila que tendrás Kyle para rato en un futuro xD Intento avanzar los capítulos lo más rápido posible pero una no tiene siempre el mismo índice de imaginación y hay días y días que no escribo nada por eso mismo
    Sorryyyyy, intentaré que no pase más :D
    Besoooooos

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  4. ¡Holiwissss!
    Me vuelvo a pasar por aquí para decirte que te he nominado al premio Best Blog. ¡Aish, como en los viejos tiempos, ja, ja!
    Que, por cierto, el otro día le dije a Shaila que te había dejado un comentario en tu blog y me dijo que te dijera que muchos abracitos aplastantes para ti.
    El caso, por aquí te dejo el link de la entrada: http://librosonadores.blogspot.com.es/2016/11/premio-best-blog.html
    ¡Besitos!

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