CAPÍTULO 19
Estos me pesaban debido al cansancio y a los continuos
golpes que había recibido y que, seguramente, seguiría recibiendo en un rato.
Me concentré en sentir el resto de mi cuerpo y me di cuenta de que estaba
tumbada boca abajo en el suelo. Moví una de mis manos y palpé las frías
baldosas, algunas estaban incluso levantadas. Fugaces imágenes de lo que había
sucedido se asomaron por mi mente, hasta que finalmente recordé todo.
Después de que Bernard me dijera que yo sería la
carnada, me tomé en serio mi papel y digamos que no fueron palabras bonitas las
que le dediqué a aquel tipo macabro. Perdí la katana en un momento de mi lucha
contra él, pero no me importó, pues era Bernard quien le mataría, y me esforcé
en hacerle enojar más todavía. Así, tras mucha pelea, aquel tipo, al que voy a
llamar “Rodolfo” porque no me sé su verdadero nombre, se cansó de montar el
espectáculo y me llevó con él fuera de la academia para torturarme, no sin
antes ordenar al resto de su clan que asesinasen a todos.
Mientras sentía los latidos de mi corazón acelerado
retumbar en mis oídos, traté de incorporarme y quedé sentada con la espalda
apoyada en una pared. A mí alrededor se extendía una gigantesca sala circular
con puertas de reja negra y oxidada, las cuales llevaban a unos diminutos
cubículos, colocadas en hilera hasta llegar a un pasillo que se alejaba de
allí.
¿Estaba en una prisión?
- Por fin has
despertado – visualicé a mi amigo Rodolfo caminando a través del pasillo, con
un sonrisa satisfecha –. Quizás me pasé contigo la última vez, llevas
inconsciente casi una hora.
¡¿Casi una hora?! El vampiro que tenía delante me
había estado torturando bastante rato, más lo que había estado inconsciente,
eso sumaba muchísimo tiempo y no entendía cómo Bernard no había venido a
rescatarme todavía.
Al final iba a tener que matar yo a Rodolfo.
- Dime, muchacha…–
se mantuvo en silencio un segundo, observando una mesa en la que, como creía
recordar, estaban los instrumentos de tortura –, ¿cómo te encuentras? ¿Alguna
herida preocupante?
Entonces miré mis brazos, mis piernas, mi vientre… La
ropa estaba rasgada allí donde el vampiro me había hecho los cortes con sus
cuchillos y ahogué un sollozo al recordar el dolor que había sentido. Me
seguían doliendo, claramente, pero no era más que un débil escozor que me
recorría los bordes de las heridas. Además, recordaba levemente cómo me había
hecho beber un poco de su sangre para hacer que el proceso de curación fuese un
poco más rápido de lo habitual, así que eso ayudaba a no sentir demasiado
dolor.
- Fui cuidadoso de
no tocar ninguna vena importante – me sobresalté, pues no le había sentido
acercarse, y tragué saliva cuando sus ojos negros se fijaron en los míos –.
Hora de seguir.
Puse los ojos en blanco y él me sujetó del pelo y me
arrastró hasta dejarme junto a la mesa. Se olvidó de mí y concentró toda su
atención en las armas, buscando la que usaría conmigo, y deseé más que nunca
que Bernard apareciese en ese instante. Aunque, en realidad, me daba igual si
venía Bernard, Francis, la directora, Lance… ¡o incluso Santa Claus! ¿Qué más
daba? Yo solo ansiaba que llegase alguien para ayudarme, evitar que Rodolfo
continuase con la tortura y me masacrara, porque no, no estaba lista para ello.
No quería morir.
Comencé a retroceder, deslizándome sobre mi trasero,
para no perder de vista al tipo, con el indudable objetivo de alcanzar el
pasillo y salir de allí, ya que no iba a quedarme a esperar por si alguna
persona decidía socorrerme. Eso de la princesa encerrada en una torre, contando
los días hasta que la rescaten, a ser posible un príncipe azul, eso
precisamente jamás ha ido conmigo, y mucho menos si mi vida corría peligro.
Finalmente hallé la esquina que indicaba que había
llegado a la entrada del pasillo y me apoyé en la pared para levantarme.
Contemplé, mientras tanto, cómo mi amigo se enfundaba unos nudillos de acero y
luego comenzó a afilar la hoja de una daga. Un ladrillo suelto de la pared
cedió al recibir mi peso y terminó cayendo con un gran estruendo. Rodolfo
perdió la concentración de lo que hacía y me miró alterado, terminando con un
gruñido lejos de ser amistoso. Ese fue mi aviso y, sin dudarlo, salí corriendo
por el pasillo, sin saber muy bien a dónde iba. No recordaba demasiado del
camino que debía tomar para escapar dado que, durante todo el trayecto hacia
aquí, el vampiro me había estado empujando, pegando y haciéndome caer repetidas
veces. El mareo y el dolor que sentía no me dejaron concentrarme tampoco en mí
alrededor, lo que suponía un inconveniente en este preciso instante.
- Corre todo lo que
quieras, pequeña – su voz resonó por todas las paredes del lugar –. No podrás
salir de aquí – soltó una risa malvada.
Me estremecí y corrí más rápido, lo que no fue muy
buena idea dado que el mareo comenzó a aumentar. Al terminar de subir unas
escaleras, que me parecieron casi interminables, decidí resguardarme en un
hueco que se hallaba bajo las mismas y en el que seguramente no me vería. Me
deslicé en el recoveco con sigilo y justo al tiempo para ver la sombra del
vampiro a pocos metros de mi escondite. Aguanté la respiración en cuanto vi que
se acercaba a mi posición y me camufle más si cabía entre las sombras.
- Sé que estás
cerca – habló.
“Rodolfo salió listo” dijo mi conciencia en tono
irónico.
Yo rodé los ojos y esperé a que el vampiro fuese más
original con sus frases. Esa era una de las expresiones para “asustar” a las
víctimas más inútiles que alguna vez se había creado y la culpa de que
estuviera tan expandida por el mundo era por las películas de miedo de los
últimos tiempos. Poco tenían que hacer los asesinos y delincuentes de dichas
películas ante los horrores que podrían llegar a realizar los sobrenaturales
más despiadados, peores incluso que Rodolfo.
En otras circunstancias habría
salido de aquel diminuto rincón para decirle en alto todo esto, pero no tenía
armas y encima me encontraba muy débil físicamente, así que mi mejor opción era
mantenerme allí hasta que se alejase. No mucho después dejé de verle y tuve que
prestar atención al golpeteo de sus pasos contra el suelo, que cada vez era más
y más tenue, hasta que ya no se escuchaba nada.
Con muchísimo cuidado, comencé a deslizarme fuera del
recoveco y examiné la sala en la que estaba. Cuando mi mirada se detuvo sobre
lo que se encontraba a unos metros frente a mí, a penas me creía lo que estaba
viendo. Sin planearlo había encontrado la puerta que me permitiría salir de
allí y sonreí aliviada al mismo tiempo que me acercaba sin hacer ruido.
Pero obviamente, estaba cerrada.
¡Claro que sí! ¿Es que esperaba que pasase lo
contrario? Las cosas no se podían poner fáciles para mí nunca, ni siquiera en
momentos desesperados como en el que me encontraba.
- La ratoncita está
encerrada – me giré para ver a Rodolfo de pie, riéndose con toda la maldad que
le era posible – . Sabía que sería divertido jugar contigo, pero has superado
mis expectativas.
Y
nuevamente soltó una carcajada.
- Me alegro,
supongo – me encogí de homros.
Me apoyé con pose desinteresada contra la puerta, en
un intento de aparentar tranquilidad, aunque lo que realmente pretendía era
calmar el mareo que insistía en nublarme la vista. El frío hierro de la puerta
ayudó bastante, traspasando mi blusa y recorriendo toda mi espina dorsal.
- No pueden andar
muy lejos, no hay demasiados lugares a los que ir en estos bosques – la voz no
muy lejana de Francis fue música para mis oídos en ese instante.
- Espero que
Daniela esté bien – comentó Jul.
Un segundo, ¿Jul? ¿Qué demonios hacía Jul allí? Ella
no sabía luchar, ¿por qué había venido? Olvidando aquel detalle, me di la
vuelta esperanzada y comencé a golpear la puerta.
- ¡Aquí Jul! ¡Estoy
aquí! – intenté seguir golpeando, pero las manos del vampiro se aferraron a mis
hombros y fui lanzada hasta el otro extremo del vestíbulo.
- ¡Daniela! Abre la
puerta, está ahí encerrada – Jul gritaba desde el exterior.
Mi espalda impactó con fuerza en la pared y caí en
seco sobre el rellano de las escaleras. Este golpe fue incluso peor que el
anterior en la academia, cuando el otro vampiro también me lanzó contra una
pared.
- Tus amigos no
podrán salvarte – Rodolfo habló intentando parecer divertido, aunque se notaba
que estaba careado.
Vi cómo dirigía en mi dirección la daga que había
estado afilando minutos antes y me vi obligada a esquivar el arma. Terminé
tumbada boca arriba en el suelo y, antes de que pudiera levantarme, Rodolfo
volvió a atacar. En un rápido movimiento, le propiné una patada en la mano y
logré que la daga volase lejos de nosotros, muy cerca de la puerta que mis
salvadores intentaban abrir a golpes. De la forma más ágil que pude, me levanté
y salí corriendo con la intención de alcanzar la daga y aumentar mis
posibilidades de sobrevivir. Sin embargo, como el vampiro era mucho más veloz
que yo, me alcanzó y me placó con enorme fuerza. Ambos caímos al suelo, él
encima de mí, y traté de coger la daga que estaba a medio metro por encima de
nuestras cabezas.
Claramente Rodolfo tuvo la misma idea y, debido a su
posición aventajada, fue quien acabó sujetando el arma.
Entonces, juntó sus manos alrededor del mango de la
daga y lo dirigió con extrema rapidez hacia mi cara. Casi no tuve tiempo a
reaccionar, ni siquiera sé cómo logré sujetarle por las muñecas y evitar que me
sacara un ojo con la afilada hoja. A partir de ese instante comenzamos una
especie de pulso que, por desgracia para mí, acabaría ganando Rodolfo. Mi
cuerpo se encontraba completamente debilitado y la poca energía que me quedaba
la estaba empleando para contrarrestar la grandiosa fuerza vampírica de mi
enemigo.
De fondo escuché un repentino estruendo y el vampiro
sobre mí levantó la cabeza un segundo, lo suficiente para que una bala de
madera atravesara su cabeza. Rodolfo quedó inconsciente y todo el peso de su
cuerpo cayó de golpe contra el mío. Me deslicé como pude debajo de él y me
levanté con pasividad, buscando dentro de mí un vestigio de fuerza. Una vez
estuve de pie miré a los recién llegados y descubrí que, además de Francis y
Jul, estaban allí Bernard y Sic, siendo este último el que había disparado.
Extendí mi mano para que me diera su arma y él lo hizo. Inmediatamente volví mi
atención a Rodolfo, apunté directo a su corazón y disparé.
Una bala de madera en la cabeza los noquea, en el
corazón los mata.
- ¡Dani! – Jul
corrió hacia mí y me abrazó –. Menos mal que estás viva.
- No gracias a lo
rápido que habéis llegado – mi mirada se dirigió a Bernard que sonreía
aparentando inocencia.
Rodé los ojos y correspondí el abrazo de mi amiga.
Estaba tan agotada que aproveché el gesto para apoyar parte de mi peso en ella,
lo justo como para que Jul no se percatase de ello.
- Será mejor que
regresemos – dijo Francis en tono serio.
Se notaba que él también estaba bastante cansado, a
decir verdad, todos lo estábamos. Estuvimos de acuerdo y, después de que Sic
cargase con el cadáver, salimos de allí lo más rápido posible, o al menos yo lo
intenté. Me sentía tan agotada que apenas levantaba los pies del suelo, por lo
que no tuve más remedio que andar arrastrándolos incluso cuando Jul me sujetó
para que caminase más cómoda.
- Tienes tantas
heridas – murmuró con espanto –. ¿Qué te hizo?
- No necesitas saberlo –
dije restándole importancia.
Mi amiga no hizo más preguntas, pero no pudo evitar
mirar horrorizada al vampiro muerto que Sic llevaba sobre sus hombros unos
metros por delante de nosotras.
- ¿Qué tal todo en
la academia? – pregunté.
- Bajo control – respondió
Francis –. Logramos acabar con la gran mayoría de ellos, los que no están
muertos se encuentran atados y amordazados sin posibilidad de escapar.
- ¿Y la directora? – la
última vez que la vi estaba inconsciente en los brazos de otro vampiro.
- Ayudando a los heridos –
Francis parecía aliviado.
¿Estaría de verdad enamorado de la directora?
- Me da que entre
los dos al final sí que hay algo amoroso – me susurró Jul lo suficientemente
bajo para que el director no la escuchase.
Reí débilmente.
- Yo también lo
creo.
- Son hermanos – Bernard
apareció a nuestro lado, uniéndose a nuestra conversación privada, aunque a
estas alturas Francis estaba ya tan lejos que no hacía falta susurrar.
- ¡¿Hermanos?! –
preguntamos al unísono.
La verdad es que tenía bastante sentido, pero no era
ni por asomo lo que esperaba escuchar.
- Eso no les va a
gustar a quienes empezaron el rumor de que andaban en una idílica aventura
amorosa – comentó mi amiga al borde un ataque de risa.
- Cierto – estuve de acuerdo
–, aunque seguramente crearán otra historia de amor entre hermanos y está claro
que el incesto será un tema mucho más escandaloso al que sacarle partido.
- Y por ese motivo
nunca entenderé a los jóvenes – murmuró Bernard a la vez que negaba con la
cabeza.
Nosotras reímos y él rodó los ojos, gesto que nos hizo
reír más, y la conversación se acabó en ese momento. El resto del camino
mantuvimos silencio, pues era mejor eso que intentar sacar algún tema que
probablemente nos llevaría a hablar sobre la masacre que habíamos vivido y eso
era lo último que nos apetecía. A mi cabeza solo venían las imágenes de aquel
pasillo lleno de personas, en su mayoría alumnos, que habían perdido la
oportunidad de cumplir sus sueños y vivir una larga vida llena de experiencias.
Hacía tiempo que algo así provocaba algún tipo de sentimiento en mí, me había
acostumbrado a la muerte y a su presencia en mi vida, pero la magnitud de daños
y de vidas inocentes perdidas durante las últimas horas sacaban a relucir mi
humanidad.
Todos esos sentimientos en mi interior empeoraron en
cuanto cruzamos las puertas de la academia.
En los pasillos se acumulaban los cuerpos, tapados con
mantas y sábanas, y los supervivientes lloraban el trágico destino de los que
no habían tenido su suerte. A mi lado Jul se encogió un poco ante la imagen que
contemplábamos y la apreté contra mí para que siguiese caminando. Abandonamos
aquella zona para dirigirnos al ala de las chicas, donde nos encontraríamos con
la directora y la mayoría de los heridos.
Betty se nos acercó en cuanto cruzamos la puerta y le
dio un fuerte abrazo a su prima, haciendo que me soltase, y di gracias por
poder mantenerme sola pues, si no, me hubiera caído en redondo al piso. Las
dejé en su momento de intimidad y observé el resto de la estancia. Sic y
Francis se encaminaron hasta la directora, quien se encontraba junto a los
miembros del clan enemigo que no habían sido asesinados, y dejaron caer el
cuerpo de Rodolfo frente a ella, dando a entender que todo había acabado, y su
rostro se llenó de alivio. Mientras tanto varias enfermeras y enfermeros
atendían a los heridos, entre los que había gran diversidad de gravedad, y
fruncí el ceño al ver a Logan y Abril en una esquina.
Me acerqué a ellos.
- ¿Estáis bien? –
pregunté.
Ella no parecía tener nada grave, tan solo un par de
rasguños, en cambio Logan no tenía muy buena pinta. Estaba sentado, con la
espalda apoyada contra la pared de piedra, y con su mano izquierda ejercía
presión en su hombro derecho. Se había puesto un intento de vendaje con un pedazo
de tela de la camisa de Abril, pero la sangre seguía saliendo a borbotones y
Logan se iba poniendo cada vez más palido.
- Yo sí, pero
Logan… – sollozó ella.
- Estoy bien – la
voz de él era apenas un hilillo.
- ¿Por qué no
habéis llamado a un enfermero? – pregunté alarmada.
- Todos están
ocupados atendiendo a los demás – Abril seguía sollozando.
Miré a mí alrededor y así era, todos parecían estar
muy ocupados como para atender a aquel chico que se desangraba con cada segundo
que pasaba.
- Maldita sea – me
quejé.
Sin saber cómo, al otro lado de la sala visualicé a
Sol y a su grupo de amigas bastante entretenidas con un enfermero que no sabía
qué hacer para librarse de ellas. Ninguna tenía apariencia de estar muy
lastimada, así que fui directa allí dispuesta a no dejar morir a Logan.
Mientras me acercaba me percaté de que Kile y Adam conversaban no muy lejos de
allí y los dos me miraron al pasar, pero yo no tenía tiempo para ellos.
- Oye, tú – llamé
al enfermero, que se giró para mirarme. No fue el único que hizo eso, está
claro, ya que junto a él tres pares de ojos femeninos me observaron –. En
aquella esquina – señalé el lugar – hay un chico a punto de morir desangrado
así que, si ya terminaste de arreglar las uñas rotas de esas chicas, te ruego
que acudas a salvarle.
Él echó un vistazo a las chicas y, con el rostro
bastante aliviado, se alejó de allí lo más rápido que pudo. Ni siquiera me
molesté en mirar al trío de arpías, no me apetecía, ya había visto suficientes
cosas desagradables por ese día y tampoco quería discutir con nadie. Con el
tema de Logan solucionado, me relaje un poco y se me subió el ánimo cuando de
casualidad encontré botellas de agua, pues tenía mucha sed. Cogí una y me bebí
el contenido en dos largos tragos.
- Sí que estabas
sedienta – reconocí la voz de Adrien a mi lado, carcajeándose.
- ¿Esperabas menos
de alguien que lleva horas siendo torturada? – alcé las cejas y me reí.
Dejé la botella vacía a un lado y cogí otra.
- ¿Estás bien? – me
preguntó con expresión seria.
- He estado mejor –
me encogí de hombros –. Nada que una buena ducha y unas horas de sueño no
solucionen.
- Haces que se vea
fácil, pero esas heridas no se curan duchándote y durmiendo – observó mis
heridas y yo intenté no recordar todo aquel dolor que había sentido.
Bebí más agua para no tener que responder a eso.
- Por cierto – le
miré –, ¿qué haces aquí de nuevo? ¿Visitando a Kile de nuevo? Empiezo a pensar
que lo vuestro va más allá de una relación de hermanos.
Entrecerré los ojos y sonreí, lo que provocó risas de
su parte.
- En realidad venía
a verte a ti – esa declaración me tomó por sorpresa –. Te dije que volveríamos
a vernos y no estaba de broma.
- Oh – alargué la
“o”, aparentando estar conmovida –. Qué romántico. ¿Para cuándo la boda, la
casa, los hijos y, por qué no, el perro mascota?
Me reí a carcajadas por la cara que puso, aunque se
unió pronto a mis risas.
- Daniela – a
nuestro lado apareció Lance –, te necesitan con los capturados.
Los tres desviamos la atención allí donde Francis, la
directora, el cuerpo de Rodolfo y, ahora también, Bernard se encontraban de pie
hablando en grupo a la vez que dedicaban miradas fortuitas a alguien del clan
enemigo que estaba tras ellos y que yo no veía desde allí.
- Está bien – miré
a Adam –, ¿te vienes?
No se lo pensó dos veces antes de ponerse a mi lado y
echar a andar conmigo siguiendo a Lance.
- ¿Qué pasa? –
pregunté nada más llegar.
Los tres me contemplaron en silencio y, tras unos
segundos, se apartaron, dejándome ver a quien estaba tras ellos.
- Ella dice que
ambas se conocen – habló Francis –. ¿Sabes tú algo de eso?
Me quedé en silencio, incapaz de articular palabra por
el shock que había invadido mi cuerpo. No podía ser cierto lo que mis ojos
veían, era imposible, tenía que ser una sueño, no, una pesadilla, una broma muy
pesada.
- Adriana… –
murmuré.
- ¿Véis? Nos
conocemos – reprochó ella, que seguía de rodillas en el suelo como sus
compañeros del clan.
- Cállate – chisté
a punto del ataque de nervios –. Reserva saliva para explicarme qué demonios
haces aquí y por qué de repente eres un vampiro.
La miré escandalizada, el aire me faltaba y sentía que
en cualquier instante me desmayaría.
- Entonces, ¿de
verdad la conoces? – me preguntó Bernard bastante incrédulo.
En otra ocasión me hubiese reído de la expresión que
tenía, pero no era ese el momento más oportuno para eso.
- Claro que la conozco – afirmé indignada –, es mi hermana pequeña.
¡Holiwis!
ResponderEliminarNo sé si me recuerdas, pero hace tiempo tenía un blog con una amiga llamado Teen Books en el que hablábamos de distintas locuras que hacíamos y básicamente sobre lo que se nos vieniese a la mente. El otro día estaba leyendo el blog en plan nostalgia y vi un comentario tuyo. Así que me dije: ¿qué habrá sido de esta chica? ¡Y aquí estoy!
Ya veo que todavía sigues con tu blog :D Nosotras terminamos dejando el nuestro porque casi no teníamos tiempo para hacer las entradas juntas, que es lo que verdaderamente molaba, aunque ahora tengo un blog por mi cuenta. Pero que sepas que no nos hemos olvidado de ti, ¡yo sigo repartiendo los abracitos aplastantes por el mundo! Eso si que son vida, Aroa ya está demasiado harta de mí.
No me extiendo más y muchos besitos :*
-Nayla (antes conocida como Miranda)
Holiiiiwiiiis!!!
EliminarPor supuesto que me acuerdo de ti!! Las he echado muchísimo de menos, pero os perdí la pista a las dos cuando vuestro blog se terminó y me alegro un montón de saber de nuevo de ti.
Yo, claramente, también sigo repartiendo amor y muchos abrazitos aplastantes por el mundo que es lo mejor y todos los necesitan!!!!
Si no te importa déjame por algún lugar del blog la dirección de tu blog, que aunque no estén las dos, lo leeré con el mismo entusiasmoooo :D
MUCHOS BESOS Y ABRAZOS APLASTANTEEEES!!!!
-Thais (que sigue siendo Thais xD)
Hii!!
EliminarMe alegro que sigas siguiendo repartiendo abracitos aplastantes por el mundo como yo xD ¡Si es que los abracitos aplastantes son vida!
Ahora mi blog es librosonadores.blogspot.com ¡Te estaré esperando por ahí con los brazos abiertos!
Muchos besitos y abracitos :P
-Nayla
Me ha encantado, aunque tuve que hacer memoria jijiji. Espero pronto nuevos capítulos.
ResponderEliminarSólo tengo una pregunta ¿que pasó con Kyle? Hace varios capítulos que entre ellos dos no hay nada...
Bueno, ya sabes, no te retrases tanto en los capítulos.
Besitos 😙 😙 😙
Me alegro de que te haya encantado jejejejjeje
ResponderEliminarTranquila que tendrás Kyle para rato en un futuro xD Intento avanzar los capítulos lo más rápido posible pero una no tiene siempre el mismo índice de imaginación y hay días y días que no escribo nada por eso mismo
Sorryyyyy, intentaré que no pase más :D
Besoooooos
¡Holiwissss!
ResponderEliminarMe vuelvo a pasar por aquí para decirte que te he nominado al premio Best Blog. ¡Aish, como en los viejos tiempos, ja, ja!
Que, por cierto, el otro día le dije a Shaila que te había dejado un comentario en tu blog y me dijo que te dijera que muchos abracitos aplastantes para ti.
El caso, por aquí te dejo el link de la entrada: http://librosonadores.blogspot.com.es/2016/11/premio-best-blog.html
¡Besitos!